MANUAL DE INSTRUCCIONES
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Miré con extrañeza al chico de ojos cafés, una sonrisa surcaba sus labios y sus ojos estaban destallando en un brillo que ni yo misma sabía cómo descifrar.
—Pensé que ni siquiera recordarías que interactuamos esa noche —admití, sintiendo que mis palabras pesaban, así que carraspeé un poco—. No soy muy dada a ser recordada, menos cuando había poca luz esa noche.
Alec se encogió de hombros.
—No es difícil saber que eres tú en realidad, solo me bastó unir las piezas, reconocería en todos lados ese bello rostro a pesar de haber poca luz. Además, Emma... recuerdo también que me dijiste que todos te llaman así ¿no?
Mierda. Era cierto.
Sus labios se curvaron hacia arriba en una sonrisa, en ese momento se fue acercando de a poco, y fui consciente de una cosa. Quería tocarme.
En un acto reflejo me llevé las manos al cabello y traté de no ser tan obvia cuando lo acomodaba un poco para que no se mirara la cicatriz en mi mejilla izquierda.
—Uh... Voy a lavarme las manos para comer —murmuré, alejándome dos pasos de él para poder respirar con más calma.
—Está bien, pasa. Ahí está el lavabo —señaló la única parte de la cocina que era capaz de ayudarme en eso, pero para llegar ahí tenía que pasar muy cerca de él, demasiado porque la estufa estaba al lado y solo dejaba un pequeño espacio.
Le sonreí falsamente.
—Con permiso entonces —dije antes de pasar por su lado, sintiendo como mi piel se erizaba al paso.
Era consciente que Alec sonreía con suficiencia, pero cuando miré como su pecho vibraba por una leve risa, también quise hacerlo. Sentía esta extraña necesidad de seguirle el juego, de comenzar a intentar ser la misma chica de diecisiete o dieciocho años que jugaba a todas las cosas que quería. Ahora tenía veinte años y sabía que estaba amargada, encerrada y sin ninguna esperanza de vivir. Pero... ¿Él podría ser esa esperanza?
Sacudí mi cabeza, ignorando esa estúpida idea de mi cabeza.
—¿Sabes, Emmaline? Quisiera tener el bonito número de tu bonito teléfono.
—Suenas como acosador, Alec.
—Ok, sí, pero no me pueden culpar de querer el número de una chica linda.
—¿Vas a insistir todo el tiempo?
—Ajá, ahora más que sé que eres la hermana de Dave, ya tengo donde más localizarte. Pero quisiera poder acosarte, como le dices, a todas horas del día mientras te envío mensajes o te llamo en las noches.
—Así que estás seguro de que te daré mi teléfono ¿no?
—Pues... no lo sé, no creo poder descifrar a Emmaline en estos momentos —murmuró, tomando en sus manos dos platos. Sonrió de manera maliciosa, mirándome—. Pero soy una persona demasiado persistente y sé que podré conseguirlo...
—Basta, Alec.
Su pecho vibró en una risa.
—Está bien, Emmaline. Solo quiero que seas consciente de una cosa —Me miró muy fijamente, yo intenté con todas mis fuerzas mantener la calma, pero no pude, cuando un suspiro brotó de mis labios, supe que estaba demasiado hundida ya—. Quiero que sepas que no me voy a rendir, que conseguiré ese número de teléfono y que de tus labios va a salir cada número. Así que no te molestes en responder algo irónico, solo espera, que ese momento un día de estos llegará.

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Sueños rotos [COMPLETA]
Roman d'amourEmmaline Prescott lo tenía todo. Los mejores hermanos del mundo. Dos padres que se aman. Un novio excepcional. También tenía sueños que estarían a punto de cumplirse. Era la mejor bailarina de su clase de ballet. Tenía el pase directo a Juilliard...