21.

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CAÍDAS Y DECEPCIONES

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—Hola... —saludó Jake sin un ápice de culpa.

En realidad no tenía porqué sentir culpa, porque no hacía nada malo, pero sí se estaba mal interpretando. Bueno, era algo incómodo porque Jake era mi amigo y no tenía intenciones más allá de eso con él, en cambio con Alec... Teníamos algo serio, o algo de cuidado realmente.

Alec estaba mirando a Jake con demasiada curiosidad, los ojos café de él se posaron de nuevo en su mano sobre la mía, estaba demasiado segura que no se lo estaba tomando para bien.

Solté la mano de Jake y me enderecé para poder intentar sonreír.

—Alec, qué sorpresa verte aquí —hablé, haciendo un gran esfuerzo para que mi voz no temblara.

—Bueno, resulta que me gusta la comida china —respondió—. Para mí sí qué es una sorpresa verte... con alguien más aquí.

—Resulta que también tengo amigos.

Me giré para ver a mi amigo, frunciendo el ceño por la situación.

—Ah, Alec el es mi amigo Jacob —le dije, haciendo una seña hacia donde estaba él—. Jake, él es Alec, un amigo también.

Ambos se miraron, el primero en extender su mano fue Jake hacia Alec que de inmediato la estrechó, no pude negar que sentí un estúpido cosquilleo en la espalda por dicho hecho.

—Es un gusto, Alec.

—El gusto es mío, Jake. No te importa que te diga Jake ¿verdad?

—Para nada, todos me llaman así —le sonrió el castaño.

Alec dirigió su mirada hacia mí, y me sonrió. Era una sonrisa demasiado sarcástica.

—Te veo luego, Emma —se despidió y asintió hacia Jake—. Nos vemos Jake...

Se alejó. Supe que no tenía sentido sentirme culpable por algo como esto, solo estábamos hablando y no es como si Jake y yo... No, eso jamás sucedería.

Me senté de nuevo y miré a Jake.

—No creo que Alec y tú solo sean amigos —comentó mi amigo, enseguida lo miré sin saber cómo expresar esto—. ¡Vamos, Emma! Alec no te miraba como cualquier amiga, y tú tampoco lo mirabas de manera amistosa.

—Jake...

—Sé valiente y expresa con libertad lo que sientes.

—Lo hago, y no siento nada. Alec es mi amigo.

—Con derechos.

—¡Jacob! —chillé, pero no lo hacía por reprenderlo, lo hacía porque al salir de sus labios sonaba feo—. Es amigo de mis hermanos y por ende mi amigo también.

—Pero supongo que es más cercano a ti en ese sentido... íntimo. Emma, no tienes porqué avergonzarte de ello.

—No me avergüenzo. Pero no somos... nada. Solo amigos que se acostaron una vez, es todo, ya, lo dije —gruñí.

Jacob sonrió con suficiencia.

—Sabía que lo admitirías —dijo, tomando de su té mientras seguía sonriendo.

—Me debes un secreto —advertí—. Además de que este debes guardarlo con tu vida.

—Claro —se encogió de hombros—. Seré tu tumba mientras tú seas la mía.

Sueños rotos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora