12.

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CANCIONES Y CORAZONES ROTOS

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Bajo lo más rápido posible del auto y también subo a mi habitación para poder darme una ducha. Necesito estar lista en al menos treinta minutos, para después tomar unan decisión.

Tomo unos jeans y una blusa con estampado floreado que deja mis hombros al descubierto, también unos zapatos de piso que guardo debajo de mi closet.

Para cuando bajo ya lista, me encuentro con Dave y Lili en la sala. Pareciera que acaban de llegar, así que me sorprende un poco verlo preocupado también.

Lili está sentada sobre sus piernas jugando con uno de los botones de la camisa de mi hermano. La pequeña parece demasiado entretenida, una sonrisa se forma en mis labios y me acerco para robarle un beso en la mejilla.

Ella suelta un chillido de sorpresa y me percato de que mi hermano ríe con la pequeña.

—¿Qué los trae por aquí? —le pregunto a Dave.

Dave hace una mueca con sus labios. Hace unas horas que lo había mirado y estaba de maravilla. De hecho me dijo que haría lo posible por poder cambiar las cosas que sentía, así que no entendía lo que sucedía.

—Necesito un favor, Em.

—¿Con qué? —Mi ceño se frunció. Dave no era alguien que pidiera favores a las personas, de hecho desde que se mudó lo hemos visto menos y se las ha ingeniado bien para no pedirnos demasiada ayuda.

—Necesito que cuides a Lili esta noche, es de urgencia.

—Sabes que sí, Dave. Pero justamente estoy por salir y no creo que pueda...

—Por favor, Emma. Eres la única a la que puedo recurrir de urgencia. Mamá tiene demasiado trabajo y papá aun no llega, y no pienso conducir hasta Tempe para decirle a Elliot.

—Primero que nada, tranquilízate —le dije, tomando a la pequeña en brazos—. Ahora, dime porqué tanta urgencia.

—Se va a ir —susurró.

—¿Qué? ¿Quién se va a ir, Dave?

Mi hermano se levantó de su lugar y me miró.

—Por favor, Emma. Lo necesito, quédate con Lili esta noche. Tengo menos de una hora para llegar al aeropuerto por la mujer que amo, está a punto de rendirse de nuevo y no voy a permitirme perderla. Te deberé el favor más grande de la vida, pero por favor, ayúdame.

Solté un suspiro.

—Bien, me quedo con la niña. Pero por favor, Prescott, necesito que seas menos idiota la próxima vez.

Mi hermano dejó un casto beso sobre la frente de la pequeña niña, y luego otro sobre mi mejilla.

—Las amo —dijo y salió corriendo.

En serio que le deseaba suerte a este idiota.

Negué divertida con la cabeza y miré a Lilia que estaba demasiado entretenida jugando con mi cabello, no parecía importarle lo de su papá. Así que la sostuve mejor.

—Bien, Lilia. Eres una salvadora, en serio. Te compensaré por sacarme de este lío de decidir. —Ella elevó su mirada azulada y frunció el ceño. No entendió, pero cuando sea grande lo entendería.

Tomé el bolso que Dave dejó con sus pertenencias y lo llevé a mi habitación. Dejé a la pequeña en la cama y luego tomé mi celular para poder llamar a Alec, necesitaba explicarle un poco la situación.

Sueños rotos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora