25.

4.5K 299 35
                                        

LUNARES

• • •


Elliot está metido en grandes problemas.

Yo metí en grandes problemas a mi hermano.

Él sabe que yo soy la responsable.

Elliot me va a matar en cuanto tenga oportunidad.

Cortará lo que queda de mi pierna de seguro y se la dará de comer a los perros que la abuela Elena tiene en casa.

No podía sacar de mi cabeza esa manera de vengarse de mí por haber metido la pata. Ahora mismo Elliot Dee Prescott está en grandes problemas cuando de sorpresa lleguen a Chicago Daniel y Ellison Prescott. ¡Me va a matar!

Miro por la ventana de la habitación como mamá y papá suben las pequeñas maletas al auto. No sé por qué ellos esperaron tanto tiempo para hacerle frente a todo lo que Elliot ha hecho con su vida y en lo que estaba a punto de convertirla. Había muchas posibilidades a la visita de mis padres y claro, también podían ser negativas. Con la visita de mis padres en Chicago existía la posibilidad a que él renunciara por completo a esa paternidad. ¡Vamos! El estar económicamente no lo convierte en un padre, en todo caso sería un padre responsable ausente.

El abuelo entró a la habitación dando un suspiro, se acercó hasta donde yo me encontraba y observó al auto de papá marcharse.

—Creo que al enclenque número dos le irá muy mal en cuanto vea a sus padres llegando a Chicago como si fuese su primer día de escuela —comentó. Hice una mueca, intentando no pensar mucho en eso.

Suspiré.

—Él sabrá que yo fui la que hablé.

—Deja que él piense lo que quiera, de seguro se enojará, pero no tendrá una cara moral para reclamarte por ello. Él es el Abandonador.

—Seguro, abuelo. Elliot no va a regresar, se quedará allá y nadie podrá conocer al pequeño bebé... —dije sintiendo un hueco en la boca del estomago, eso mismo me provocaba asco.

Me aparté de la ventana y caminé hacia la cama con sumo cuidado, seguía en reposo por la cirugía pero ya el peligro había pasado. El abuelo se había ofrecido en cuidarme estos días, pero sabía que el viejo no podía ni preparar una sopa instantánea sin que se le quemara. O fue, mejor dicho, su forma de decirle a mi padre que me cuidaría para que Alec y yo no tuviésemos tiempo a solas.

Cosa que es absurda porque ya lo hice con Alec y cuando era más joven encontré mis modos para estar con Gerard.

Sonreí al recordar a aquel castaño, con su encantadora sonrisa y sus ocurrencias. Él era el chico que con su sencilla forma de ser te hacía reír, siempre recordaré a Gerard como ese primer amor que me hizo los días mejores y que dejó las mejores primeras experiencias en mí.

—¿Quieres algo de comer? —preguntó mientras salía por la puerta de la habitación, él se mostraba algo cansado... o preocupado.

—No, gracias abuelo. Mejor dime, ¿qué está sucediendo por esa vieja y sabia cabeza?

Él negó riendo.

—Hay algo que he querido contarte desde que tus padres se enteraron de la futura bendición de Elliot.

Fruncí el ceño. Hacía una semana que había estado en reposo absoluto en mi casa por la cirugía, ahora mismo me encontraba ya un poco mejor y podía moverme, así que lo hice, caminé con apoyo hasta la primera planta para poder charlar sobre esto con una humeante taza de café.

Sueños rotos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora