30.

4.5K 302 49
                                        

LO QUE VALE LA PENA

• • •


Cuando era niña, le pregunté a mi mamá que si no podía hacernos fiestas de cumpleaños separadas a Elliot y a mí. Tenía solo ocho años, y realmente deseaba una fiesta en donde pudiera disfrazarme de princesa y que todas mis amigas de la escuela fueran vestidas, en donde los niños no nos molestaran porque, bueno, nos iban a arruinar los vestidos. La respuesta de mamá siempre fue la misma.

No.

Bueno, nunca comprendí porque ella no quería cooperar con mi causa de niña normal, yo era un deseo muy grande que tenía. Cuando cumplimos nueve años sucedió lo mismo, ella no quiso hacerme mi fiesta de princesas separada a la de Elliot. Recuerdo que ese día lloré mucho porque no tuve lo que tanto deseaba, ni siquiera recuerdo cómo fue que papá me convenció para ir al patio trasero y comenzar a resignarme que no tendría esa fiesta que tanto deseé. Realmente mi padre tenía ese poder sobre todos sus hijos, él era capaz de hacernos ver que las cosas que en realidad importan no están en lo que nos separa de lo más preciado: la familia.

¿Por qué?

Aquí va. Cuando Elliot y yo cumplimos diez años papá nos dijo que podíamos elegir el regalo que nosotros quisiéramos, lo que sea. Obviamente yo preferí la mejor fiesta de cumpleaños que una niña pudiera tener, mientras que mi hermano tomó como regalo una muy buena consola de videojuegos. Ese día Elliot tomó lo que quiso mientras que yo también, Dave se apegó mucho más a Elliot porque eran varones y los dos podían de alguna forma llevarse mejor, siempre fue así.

Tenía un bonito vestido de princesa, con todos los detales brillantes junto a unas muy bonitas zapatillas de piso con lazos, parecía la hija de alguien de la realeza, con el cabello recogido en un elegante moño. Esas cosas jamás pensé que me pasarían por ser melliza de alguien, pero sabía que me faltaba algo.

No sabía lo que era hasta que me encontraba rodeada por todos, cantándome cumpleaños feliz. Supe que yo no nací así, yo vine al mundo acompañada de mi otra mitad, y sabía que no podía hacer las cosas sola, tuve que salir corriendo por mi hermano que estaba encerrado en su habitación con su regalo y rogarle que apagara las velitas del pastel porque sabía que sin él mi cumpleaños no sería perfecto. Las cosas más importantes de mi vida vienen acompañadas de Elliot, y sé que ahí, con tan solo diez años comprendí lo que unja vez me dijo papá.

—No importa cuánto lo desees aquí —tocó mi cabeza—. Los sueños que realmente valen son los que cuando menos esperas salen de aquí —con su dedo índice indicó en donde estaba mi corazón—. Recuerda, Emmaline, los sueños por los que realmente valen la pena luchar por cumplirlos no vienen de la mente, esos vienen del corazón.

Sonrío ante el recuerdo. No ha pasado un día que no recuerde eso, porque cuando desperté del coma en el que me encontraba por el accidente me lo dijo de nuevo. Papá me ha enseñado cosas valiosas y el simple hacho de pensar en perderlo me hace morir por dentro, nadie comprende las cosas que uno siente hasta que se encuentra en una situación así. No sabía todo lo que tenía hasta ese día, comprendí que no todo lo que deseas es lo que realmente nos hará feliz, sino las personas que estén ahí para ver lo bien que te hace sentir lo que realmente te importa.

—Sé que no soy la mejor compañía en tu vida, Emma, pero considerando tu falta de interés en este momento, sé que no estás en esta realidad —Levanté la mirada hacia donde se encontraba la amiga de mi hermano y su novia. Sus ojos estaban escrutándome, demasiado.

—Lo siento —dije—. No estaba en este mundo, estaba pensando en algo...

—¿Alec?

—No. Se trataba de mi papá.

Sueños rotos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora