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PASE LO QUE PASE

***


Había pasado toda una semana entera encerrada en mi antigua habitación en casa de mis padres, donde estaba llorado y comiendo apenas lo necesario para no matar a la persona que llevaba dentro de mí. Los días que había pasado pensé demasiado las cosas y ya no sentía esa ilusión con la que acepté mi embarazo, ahora pensaba seriamente las cosas y como no contaba con esto de ser madre de un hijo que compartía la sangre de la persona que había sido la culpable de todo mi sufrimiento hace unos años. No me gustaba pensar de ese modo, pero no podía evitarlo, le había dado demasiadas vueltas en mi cabeza pero odiaba la idea de estar conectada de ese modo con Alec, odiaba la idea de ver su rostro en ese niño, recordándome todo lo que me había mentido.

Me la pasé aislada porque simplemente no quería ver los rostros de compasión como hace cinco años atrás cuando murió Gerard, era una horrible sensación la que sentía en mi estomago cada vez que pensaba en todo todos estos años que había compartido con Alec, tenía todo el dolor del mundo acumulado en mi pecho.

Mi teléfono estaba apagado, mi correo estaba dado de baja y no recibía las llamadas de nadie, todo lo que quería era estar sola en estos momentos, quería alejarme de todos porque lo único que hacían era tenerme lástima y solo dirían sobre lo que Alec hizo todos estos años.

Cuando mi madre entraba a la habitación era solo para asegurarse de si en realidad había comido lo que ella me preparó, nada más se quedaba conmigo unos minutos para también asegurarse que todo estuviera en orden, nada más y luego salía de la habitación diciendo que estaría en la planta de abajo con papá. Sin embargo no podría decir que me sentía cien por ciento segura con ellos, sentía que en cualquier momento llegaría él y pediría que habláramos, pero sin embargo no había sabido nada de Alec en toda la semana, pareciera que se lo había tragado la tierra, porque hasta el mismo Elliot se había dado la tarea de buscarlo y no encontrarlo.

Cuando la puerta de mi habitación se abrió, sentí que el alma se me iba a los pies al ver a mi hermano parado, con un pequeño niño de casi tres años. Elliot no dejaba de venir a verme aunque yo le dijera que se marchara, pareciera que él estaba aferrado a la idea de sacarme de esta habitación, para mí no era lo mejor porque sinceramente no estaba de ánimos, me dolía mucho el pecho todavía y me daba miedo salir de la habitación para pensar en las cosas que fueron antes con Alec, me daba horror pensar en las mentiras.

—Vete, Elliot, no quiero ver a nadie.

—Vine para llevarte al doctor, mamá dijo que no estabas comiendo bien.

Gruñí.

—Eso es mentira, claro que estoy comiendo, no soy estúpida.

Elliot bajó a Robbie, el pequeño corrió hasta donde estaba sentada. Venía con su pequeña boquita fruncida dispuesto para darme un beso.

—He visto cuánto has comido estos días, Emma. No quiero verte en la msima situación por la que pasó Annalise. ¿Recuerdas eso? ¿Recuerdas cuánto sufrimos por haber perdido a Darien? No tienes idea, no quiero que por esto pases por ese dolor.

—No me va a pasar nada malo, no seas exagerado. En serio no entiendo por qué no me dejan sola cuando se los pido, necesito espacio, necesito olvidarme un momento que durante mucho tiempo se burlaron de mí. —Robbie se subió a mi regazo y sentí un poco de alegría, una alegría que durante mucho tiempo no sentía.

Mi hermano se pasó una mano por el cabello y me miró con seriedad antes de sentarse en los pies de la cama. Pareciera que en serio quisiera decirme que algo malo pasaba, pero...

Sueños rotos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora