Capítulo especial 2: El martillo de la justicia

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La magia era al monstruo, era algo que todos en el mundo sabían. Pero para alguien como Gerson, era un defecto que no pudiera emplearla correctamente.

Desde niño se había sentido cohibido de no poder emplear magia como debía de ser, apenas y podía aparecer un par de burbujas que lo hacían inútil para las tareas ejercidas en su especie. Los kappa tenían la tarea designada por naturaleza de conservar el cultivo del reino con la habilidad que tenían con el manejo del agua, pero ante su incapacidad de poder llamarla a voluntad, terminaba simplemente con las tareas domésticas más bajas del cultivo que lo hacían ver más indefenso al tener que manejar las herramientas de jardinería mucho más altas y pesadas de lo que era él.

Pese a ello, su familia siempre lo motivaba a seguir adelante. Estaban todos seguros de que tenía un talento oculto bloqueado por su mera frustración, y que tan solo debía de seguir adelante para que saliera a brote en un día fantástico. Si, su familia era bastante alentadora cuando se trataba de su estado emocional, y justo por ello terminó aún más frustrado de no poder cumplirles sus altas expectativas que le tenían.

Fue así como un día tomó la decisión de huir de su hogar. No toleraba seguir fallándoles a todos al ser tan bajo, débil y tan inútil con la magia. Tras la llegada de las carretas que recogían el cultivo, aprovechó un descuido por parte de su aldea y se escondió entre tantas cajas como pudo. Aunque estuviera queriendo llorar, se contuvo una vez que se percató de que la carreta ya andaba en movimiento.

Había tomado una decisión, no se echaría nunca más atrás.

Con lo que no contaba la joven tortuga, era con el hecho de que las carretas tomarían un largo camino y que tarde que temprano le daría hambre. Sintiéndose culpable de tener que robar, terminó tomando algunas manzanas en el trayecto para mantenerse tranquilo y alimentado. Una vez lleno, quedó profundamente dormido con el arrullo del movimiento de la carreta en la que estaba.

-¡Pueden pasar!

Un grito repentino sobresaltó a la tortuga despertándolo por completo. Tras poder ver lo poco que le dejaban el tumulto de cajas, pudo contemplar que estaba en la capital del reino. Una emoción lo invadió por completo al poder conocer por primera vez tan mítico lugar. Los Kappa nunca se apartaban de sus aldeas por el bienestar de los cultivos, por lo que estaban destinados a nunca conocer las maravillas que tenía en su el mundo entero.

Aquel pensamiento lo motivó aún más; él sería el primer kappa en recorrer el mundo.

Cuando la carreta se detuvo, se mantuvo alerta de cualquier cosa para poder escapar en cuanto tuviera la oportunidad. No contó con el hecho de que vaciarían toda la carga de inmediato, poniendo en evidencia su presencia en el lugar.

-¡Oh por Dios! ¡Un niño! –Gritó el antropomorfo una vez que retiró una caja poniendo al descubierto su cara asustada de que lo encontraran -¡Y además un ladrón! ¡Guardias!

Asustado de que le hicieran algo de salirse de su zona designada, tumbó el resto de las cajas hacia el monstruo para escapar tan rápido como sus piernas cortas le permitían, pero sabía que era en vano, una tortuga jamás se distinguía por ser veloz, sino todo lo contrario.

En la búsqueda de un escondite mientras corría como podía, visualizó con claridad su entorno y contempló que estaba en un lugar rocoso tallado a mano en donde estaban llegando varias carretas con distintos contenidos. Le costaba trabajo poder comprender en el lugar tan respetable en el que se encontraba debido a su corta edad y su falta de conocimiento del mundo, pero no le parecía normal que hubiera tantos guardias en un lugar tan cerrado y tan extraño como ese.

Osado corazón (Undertale)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora