Cap 3. Flor dorada

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Una suave brisa lo acarició levemente.

Se sentía un tanto adolorido al tratar de estirarse, pero todo aquello se había desvanecido de sus pensamientos tras contemplar en dónde se encontraba realmente.

Un inmenso jardín de flores doradas que parecía no tener fin estaba ante sus ojos. El lugar podría ser bastante cálido y agradable si no fuese por su incapacidad de sentir algo por más que quisiera e intentara.

Flowey no comprendía cómo era que había terminado ahí. Salvo el conocido jardín de la realeza, no conocía la existencia de algo así en el subsuelo. Lo último que recordaba era el potente rayo de la científica que impactó en él antes de perder la conciencia. Gruñó al percatarse de que había sido derrotado por lo que menos se hubiera imaginado. Nada de eso le habría pasado si no fuera por...

Asriel...

Como si se tratase de una gran sacudida dentro de su ser, el recuerdo de haber escuchado una vez más su voz llamándolo había provocado su total desconcierto en su último intento de recuperar todo el poder y control del universo. No tenía ni idea de cómo, pero estaba más que seguro que había sido su voz quien le había detenido.

Después de todo, Frisk le recordaba tanto a ella...

Asriel...

No era la primera vez que le hacía presentir su voz irradiando dentro de la última humana caída. No recordaba lo suficiente para saber cuántas veces había llegado a esa idea (y estaba más que seguro que era culpa de la idiota y sus últimos reseteos), pero ahora más que nunca estaba seguro de eso por más raro que sonase en su mente.

Chara estaba de algún modo con Frisk.

Podía que aquello se trataba de un simple anhelo de su parte por recuperar a su mejor amiga. De una vez más el poder estar con ella y estar juntos por siempre como se lo habían prometido en su momento. Por ello, había nacido en él la insaciable necesidad de combatirla una y otra vez con tal de tener el control absoluto de su vida.

Para no perderla nunca más.

Soltó un leve bufido ante ese pensamiento suyo. No comprendía cómo era que, pese a no poder sentir nada, aún tenía la burda necesidad de recuperar a su mejor amiga ¿acaso eso no significaba que si podía sentir algo? Si aquello se generara únicamente con ella, ni siquiera se culparía de ello.

Asriel...

Una vez más su voz llamándolo resonó en su mente. Entendía que de algún modo le estaba atormentando el haber perdido la batalla que ya la tenía ganada si no fuera por esa debilidad patética suya. No importaba cuánto hacía eco en su mente aquel recuerdo, él ya no respondía a ese nombre nunca más.

Él no era Asriel Dreemurr. Aquel sujeto había muerto hace mucho.

Se dispuso a moverse en aquel inmenso campo de flores en las que fácilmente se podría camuflar con ellas. Después de todo no estaba retenido por nada ni nadie. No comprendía cómo era que lo habían dejado ahí después de intentar matar a todos. ¿Acaso lo habían abandonado ahí con el objetivo de perderse y nunca más regresar?

Que idiotas eran todos. ¿Qué no entendían de lo que él era capaz? Infinitas veces había controlado la vida de todos en variadas líneas de tiempo. Un sinfín de reseteos nunca le fueron suficientes para saciar su sed de poder absoluto. ¡Él había sido un dios entre mortales!

Si... nada lograba dejarlo satisfecho. Siempre algo faltaba por hacer, algo por llenar, algo por descubrir. Siempre... algo más tenía que hacer. Supuso que aquello se debía todo el tiempo a la determinación con la que contaba. Podría tratarse de una terrible maldición que le fue otorgada a la fuerza, pero era lo único que tenía. Lo único... que realmente al final le quedaba siempre.

Osado corazón (Undertale)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora