Capítulo V
Una semana ya pasó sin tener noticias de mejora para Andrew, todos los días fui a visitarlo para tener largas charlas con él ocasionalmente me encontraba con Tomás que pasaba de la oficina a verlo aunque sea un poco.
Me enteré que volvió a mudarse con sus padres para tener cerca el hospital en el que estaba su hermano, de algún modo estaba ignorando a toda la familia de mi novio, sé que Tomás es un gran hombre por eso no veo justo mentirle acerca del bebé que espero. Aún lo mantengo en secreto de todo el mundo pero no significa que no tenga los cuidados necesarios, cada que vengo me hago chequeos médicos.
Ya no puedo ocultar esto por mucho, los síntomas son cada vez más evidentes, entre ellos tenemos el día que tuve que salir corriendo del salón de clase en medio de una exposición para vomitar o cuando Tomás quiso compartir su batidos de fresa conmigo sentía demasiadas náuseas.
Hablando del rey de Roma...
—Hola Car. —dijo acercándose a mí
—Lo siento Tomás pero debo irme a casa en este momento, hablamos luego ¿sí?— tomé mi bolso de la silla y me disponía a salir de la habitación cuando se me puso en frente bloqueando mi paso.
— Tenemos que hablar Cariba y no te servirá evadirme esta vez. — me contestó de forma seria, su alegría se había esfumado de pronto.
— ¿Pasó algo malo?— me sentí nerviosa, había algo que le estaba preocupando.
— ¿Podemos ir a mi departamento? Es algo urgente—cualquier persona con solo verlo sabía que el tema no era sencillo.
Sabía que el lugar no quedaba cerca pero no quería ser grosera...
— De acuerdo. — me rendí en la conversación, podía ser más persuasiva pero al parecer no era un buen momento.
El viaje transcurrió en silencio él no quería darme una introducción del tema que íbamos a tratar y tampoco quería forzarlo así que derrotada miré el camino por la ventana abierta, todo era hermoso, la autopista estaba llena de árboles de eucalipto a ambos lados, el olor que desprendían se sentía refrescante y eso inmediatamente me hizo sentir alegre.
—Es aquí Car. — me señaló un edificio de unos diez pisos.
— Está bonito pero ¿qué hace un chico acostumbrado a la ciudad en un lugar tan alejado? — me abrió la puerta del auto para que bajara y después de cerrar entramos al edificio.
— Es cierto que viví mucho tiempo en lugares céntricos con cafeterías a menos de veinte pasos, tiendas, centros comerciales pero después sientes que toda esa comodidad que te hacía más fácil la vida ahora es la que te empieza a asfixiar...quería un respiro, un lugar que sea mío y el que se mueva a mis propias reglas ¿me entiendes?— preguntó esperando que pudiera comprender su sentir y aunque lo hacía y tenía las palabras justas quise responder con otra pregunta.
— ¿Es muy difícil vivir con el señor Velmort, verdad?
—No, es difícil ser su hijo pero puedo decir que las decisiones que he tomado han sido buenas, como vivir aquí por ejemplo. —entró al ascensor y yo lo seguí.
— ¿Último piso? —pregunté y me disponía a presionar el botón cuando me detuvo.
— No, sólo al sexto... Espera un momento ¿no creerás ese típico cliché de que un director de una empresa vive en el pent-house verdad?—dejó escapar una bella sonrisa que me hizo ruborizar por la tonta pregunta que hice.
— Puede ser. —contesté apenada
—No pasa nada Car, si vivo en el último piso y se daña el ascensor te imaginas cuanto tendré que subir caminando, seis pisos es todo lo que puedo permitirme.— tenía un risa contagiosa y sin esperar más presionó el piso al que nos dirigíamos.
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Para Andrew [En Edición]
Short StoryCariba y Andrew son vecinos, ambos con sentimientos entre sí, un día una inesperada carta da inicio a su historia de amor y decenas de ellas son testigos del cariño que se profesan. Juntos tendrán que enfrentar muchos obstáculos para ser felices pe...