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El tiempo seguía pasando y cada vez quedaban menos rastros de lo que un día fue mi vida de casado, me había puesto nervioso cuando mi hermano me pidió que le ayudara a escoger una casa para mudarse con Cariba

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El tiempo seguía pasando y cada vez quedaban menos rastros de lo que un día fue mi vida de casado, me había puesto nervioso cuando mi hermano me pidió que le ayudara a escoger una casa para mudarse con Cariba.

En un inicio me negué rotundamente, estaba demasiado ocupado escogiendo cosas para mi hija, me tenía como un niño emocionado saber que esa princesita venía en camino, faltaba tan solo tres meses y la conocería al fin, me llenaba de ilusión y  al mismo tiempo me entristecia, quería muchísimo a Lowe, todos en la oficina era testigos de eso, me encantaba subirla a la silla con ruedas y empujarla por los pasillos como un jovencito mientras ella reía, la conocía mucho antes que a Cariba y eso puede explicar porqué me acostumbré a ella más rápido.

Mi pequeña novia, como la llamaba, siempre que la llevaba al médico hacía una rabieta, sabía que los resultados serían los mismo "su condición es grave y podrías perderla durante el parto", después de mi separación sentí que sólo había sido un intruso, tomando por mía la familia de otro, de mi hermano And, ahora por fin  tenía algo que de verdad era mío, a mi novia , a esa pequeña que haría mis madrugadas más activas y a pesar de todo, una cinta amarilla de peligro alrededor.

Esa era la razón por la que Lowe entristecia, conocía este inconveniente pero aún así quería ser positiva y se ponía a idear como sería las fiesta de cumpleaños nuestra Joie cada noche mientras conversábamos en la oscuridad, rogaba por lo más valioso que tenía que fuera así.

En cuánto a Cariba no apareció nunca más frente a mí después de ese día, evitaba la oficina, los contratos que debía tratar con ella los mandaba mi secretaria por email y nos manteníamos en contacto de esa forma, era feliz sabiendo que ella poco a poco también estaba reconstruyendo su vida, a lado del gran amor del hombre que siempre fue dueño de su corazón.

Era  pleno y estaba disfrutando de mi adultez de forma responsable aún así no existe día en el que no piense en mi hijo, Ocean, mi pequeño pedazo de cielo, el amor que le tengo no podía explicarlo con palabras, solía tomar el auto y conducir inconscientemente hasta llegar a su escuela, me sorprendía darme cuenta que siempre llegaba a ese lugar a la hora del recreo.

Lo miraba desde lejos jugando con el balón en el patio, corriendo alegre y no lograba evitar el llanto de verme lejos de él sin poder acercarme, Car me lo permitía, además tenía mi derecho como tío pero no deseaba causarle más sufrimiento a mi pequeño ángel, si me aproximaba a él le haría más difícil la tarea de olvidarme y acostumbrarse a su verdadero padre.

Algunas veces lo veía caminando por aquí cerca de la oficina de Andrew, jugaba con él en la silla giratoria y eso conseguía traer de regreso recuerdos desgarradores para mí.

Empecé a caminar sin rumbo por los pasillos de la empresa, algunos me veían y después de saludarme seguían sus actividades.

—¿Qué haces, guapo? —Lowe salió detrás de mí, al parecer llevaba observándome un rato.

Para Andrew [En Edición] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora