Epílogo

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—Sí Arly, llevaré todo para la fiesta en cuanto regrese del viaje—tenía el teléfono pegado a mi oído mientras caminaba con las cajas por el almacén.

—... No te quedes sola en el hotel mucho tiempo. ¿De acuerdo? Conoce muchas personas, quizá algún chicorespondió con diversión, agradecía que se preocuparan por mí pero ya había pasado tiempo de eso.

—De acuerdo mandona, pero eres incorregible... Oye tengo otra llamada entrante, te quiero, cuídate —vi el marcador y mi rostro se iluminó de alegría —. ¿Ahora en dónde estás, Andrew?

¡Francia! Con éste ya visito doce países —podía oír su orden de comida llegar a la mesa.

—Simplemente no pongas tus ojos, manos y cualquier otra parte de tu cuerpo sobre alguna francesa —su risa coqueta me hizo reír con él, su sentido del humor era grandioso.

Sólo tengo ojos para Ci, tranquila. Estoy cumpliendo lo que pidió, visitar tantos países como pueda mientras ella cumple su condena —un suspiro de añoranza nos recordó aquel día a ambos.

—¿Y qué va a pasar después?

En una semana iré a Londres con mi pasaporte lleno de sellos, me pararé en la puerta de salida y le daré la bienvenida a una vida totalmente nueva para los dos... —ese chico romántico no cambiaba.

—¿Y luego? —no quería sonar como una entrometida pero me daba mucha curiosidad del asunto.

La llevaré a acampar y cuando las flores amarillas caigan completamente de los árboles le pediré que se case conmigo.

Sigues siendo romántico.

—... Por eso te enamoraste locamente de mí —de acuerdo, era un completo narcisista y no iba a dejar que se saliera con la suya.

—Nada de eso, sólo quería hacerle un favor al molesto chico que me acosaba a través de su ventana —su ataque de risa se oía hasta aquí.

— ¡Eres terrible!

Por supuesto y recién ahora te das cuenta.

Te quiero... —era un grandioso amigo después de todo.

—Yo también, bobo —colgué el teléfono y tomé un taxi hasta el hotel en el que me alojaba.

Ámsterdam en esta época del año era hermoso, lleno de colorido, había visitado con los niños Madurodam, la maravillosa ciudad hecha a escala.

Mi hotel era el mismo en el que me había hospedado hace años, lo que me gustaba de él es que podía estar en contacto con la naturaleza y los grandes prados  con flores de todos los colores.

En cuánto bajé fui con las cajas hasta la habitación, los niños dormían plácidamente después de caminar todo el día, casi atardecía así que me puse ver como llegaba la noche por la gran ventana de la sala.

Todo lo ocurrido en los dos últimos años se proyecto como esas antiguas películas de rollo.

Flashback

—Se condena a la señorita Ciel Ikhenny a cinco años de prisión en la cárcel Masther,  bajo el cargo de cómplice de asesinato de la estudiante Stella Larson y por el asesinato  del señor Michel Williams... Ya que en este Estado no existe la legítima defensa, la pena se cumplirá desde este momento —veían como mi hermana lloraba, como Andrew corría a abrazarla antes de que los guardias se la llevaran.

Papá y Alfonso habían sido sus abogados, no había nadie mejor que ellos para encargarse de un caso pero no había mucho que hacer, todo lo que podían usar para ayudarla se ponía en su contra.

Para Andrew [En Edición] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora