CAPITULO 39

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Seco mis lágrimas y practico la sonrisa por si acaso, entro en casa y tranquilamente entro en el baño. Pongo mi música alta, como siempre, y me quito la ropa. Comienzo a llorar en la ducha, bajo el agua tibia que se mezclaba con mis lágrimas. En realidad es muy placentero. Después de unos minutos me relajo y la música me pone de mejor humor, canto mis canciones favoritas de kpop y me siento en calma. Al salir de la ducha veo que ha pasado un rato desde que empecé a ducharme y ni me había dado cuenta. Me pongo los auriculares y sigo escuchando la música, que calienta mi corazón. Decido tumbarme un rato en la cama con la música y luego hablaré con las chicas. Ni si quiera quiero oír mis sentimientos, por eso pongo el volumen muy alto. Se hacen las diez y decido hablarles a las chicas. La llamada perdida, ¿sería de Casleb? ¿de una de las chicas? Veo el nombre de Laya en la pantalla.

“¿Me llamaste, no?” le escribo

“Sí, quería saber si estabas mejor” qué casualidad…

“Pues…” ahora mismo no tengo ganas de ocultar nada más “no estoy muy bien” le pongo

“¿Te ha pasado algo?”

“Es… simplemente… que estoy mal” se me rallan los ojos mientras lo escribo

“Gabby, estoy preocupado… me está dando mucha rabia no poder verte ahora mismo”

“No te preocupes, tendrás otras cosas en las que pensar” le digo

“Gabby, mañana es sábado, ¿quieres que nos veamos?” pregunta

“Creo que será mejor para mí pasar este fin de semana en casa”

“Pues el lunes iré a verte en el recreo y me explicas lo que te pasa”

“¿Estás seguro? ¿No tienes otras cosas que hacer?” escribo

“No, voy a estar ahí cuando me necesites al igual que tú estás cuando hay momentos difíciles” uy, ha dado justo en la herida.

“Tienes razón, gracias Laya” siempre es tan genial

Y así fue, el Lunes me encuentro con Laya después de contar todo a las chicas. No he hablado con Casleb desde nuestra discusión. Suena el timbre y me levanto, camino por el pasillo hasta la esquina en la que quedamos. Los demás alumnos van en mi misma dirección, hacia el patio. Paro al girar dicha esquina y Laya aún no ha llegado.

-Gabby- me llaman por detrás, me giro- perdón, el profesor se entretuvo de más- me sonríe Laya-.

-No importa- dios, Laya también es tan alto, miro hacia el pasillo y veo a Casleb saliendo hacia el patio, en nuestra dirección. Nos mira muy serio. Cuando está cabreado parece una bestia, tan sólo con la mirada-.

-Vamos- me anima Laya, y pone su mano en la parte baja de mi espalda. Dejo de mirar a Casleb por si acaso-.

Caminamos hasta un aula de estudio complementario, está vacía pero abierta para los alumnos.

-Cuéntame por qué tenía la sensación de que tenías ganas de llorar mientras hablábamos el otro día por mensajes.

-Puede que fuera verdad- le digo-.

-¿Por qué?

-Es horrible sentir que no confían en ti ¿no?- digo por lo bajo- sobre todo si es alguien importante o en quien tú confías. Sentir que algo vaya mal pero que no te lo están diciendo… no sé.

-Ven- para mi sorpresa Laya me agarra de la mano y tira de mí, envolviéndome con sus brazos. Trago saliva, con la cabeza apoyada en su pecho, siento su calor. Y entonces, para mi sorpresa, me dan ganas de llorar. Comienzo a sollozar y Laya no parece sorprendido, me continúa abrazando con firmeza mientras humedezco su camisa con mis lágrimas. Creo que necesitaba esto- todo va a ir bien- susurra, y continúa en silencio. Siento que me he quitado un peso gigantesco de encima al haber estallado delante de alguien a quien le importo, ese abrazo ha descargado mi corazón de frustración de una sacudida-.

Cuando me separo miro al suelo mientras me termino de secar la cara, Laya me frota el pelo y sonríe.

-Perdón, por tu camisa- me río-.

-No importa, boba. Por cierto, pensaba que aquí habría gente pero ¿esto qué es?- nos reímos-.

Como obra del destino, justo entra una profesora en la sala.

-Estoy de guardia aquí, ¿Vais a estudiar?

-No, nosotros ya nos… íbamos- comenzamos a escabullirnos pero no lo permite-.

-Buff, más alumnos que vienen aquí a divertirse, a jugar, pasar el rato o a coquetear- pone los ojos en blanco y miro sorprendida a Laya, que también está asombrado. Nos cuesta aguantarnos la risa- pues no, señor. Ahora me ayudaréis a organizar los libros en las estanterías.

-¿Cómo? ¿Por qué?- exclamo-.

-Porque si estás aquí es para trabajar, así que a ello. Para la próxima vez os lo pensaréis mejor.

Comienzo a colocar libros al fondo de la sala, muy lejos de la profesora, qué aburrido. Pero estoy de buen humor. Entonces Laya se coloca al otro lado de la estantería y nos miramos a través de los espacios vacíos. Él vocaliza con los labios “qué pesada esta señora” sin emitir sonido y me río. Coloco un libro en el espacio donde estaba mirando para picarlo, lo oigo reírse. Se sitúa en otro y otro y hacemos lo mismo varias veces, hasta que se acaban los espacios y comienza a empujar los libros para que caigan por mi lado.

-¡Oye!- exclamo por lo bajo y los recojo, pero vuelve a hacerlo y caen tres de golpe, me rindo- vas a ver…- lo amenazo, comienzo a hacer lo mismo para que caigan por su lado y así comenzamos otra batalla. Al rato miro al suelo y para mi horror hemos formado un estropicio. Me tapo la boca con la mano, preocupada-.

-Mira- susurra Laya, y mira hacia la salida trasera del aula-.

-Pero ¿a dónde lleva esa?

-Al aula de estudio de al lado, mujer.

-Vale- caminamos despacio y abrimos la puerta con cuidado, la cerramos y cuando estamos en la otra sala nos vamos por el pasillo como si nada hubiera pasado. Llegamos al patio y suena el timbre. Me río, justo a tiempo-.

-Te acompaño a clase, venga- me sonríe-.

Camino mientras hablo con Laya, al llegar al aula me choco con alguien.

-Joder…- oigo que dice una voz masculina antipática, miro y es Adam. Hacía tiempo ya-.

-¿Pasa algo?- le sonríe Laya, poniendo una mano en mi hombro, pero es una sonrisa un poco amenazante y da algo de miedo. Laya siempre es muy simpático conmigo pero veo que cuando se enfada también impone-.

-No, nada…- susurra y entra en clase. Desde el incidente del reto con el que acabé pegándole un tortazo no se ha vuelto a poner pesado conmigo. Por fin-.

Me despido de Laya en la entrada de clase y me revuelve el pelo antes de irse. Entro en clase y noto la mirada de Casleb clavada en mí, antes no se le veía muy contento. No lo miro, voy directa a mi mesa y hablo con las chicas.

Al acabar las clases del día estoy de mejor humor, dentro de lo que cabe, obviamente. Decido volver a casa con las chicas pero por primera vez en el día, Casleb me detiene. Me agarra la muñeca y lo miro.

-Escucha, estás enfadada, tenemos que hablar.

-¿No escuchaste cuando te dije que si tú no me necesitabas yo tampoco te necesitaba?  ¿O estabas mirando por la ventana? Ah sí, creo que era eso. Ahora quieres hablar, pero luego no hablas. Ni escuchas. ¿O no es verdad?- me mira en silencio y bajo la mirada al suelo- me lo tomaré como un sí…

Me alejo con las chicas, Vicky me rodea los hombros con el brazo y salimos de allí. No me puedo creer que siga en ese plan. ¿Para qué me llama si no habla luego? No necesito pasar más tiempo así… 

Algún día: Corazon de MelónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora