CAPITULO 40

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Han pasado unos días y Casleb y yo seguimos enfadados. En realidad lo echo de menos, ¿me echará de menos él también? La verdad es que a pesar de haberle dicho que no lo necesitaba si él no me necesitaba a mí, evidentemente lo necesito. Mis sentimientos hacia él no han cambiado, ojalá esta situación acabara ya. Pero el único que puede hacer que acabe es él, ¿dará el paso? Voy a clase como siempre y repaso por el camino. Hoy tengo que hacer una exposición en grupo con las chicas sobre los prejuicios.

Mientras expongo evito mirar al fondo de la clase para no cruzar miradas con cierto pelirrojo… Me siento en mi sitio y veo los demás trabajos, cualquier cosa con tal de no pensar en Casleb. Me entra un sueño aterrador, a lo mejor he dormido un poco inquieta estos días. Mis párpados parecen vencer la batalla justo cuando suena el timbre, salvada por la campana. No puedo evitar mirar hacia la salida pero no veo su melena roja, miro disimuladamente hacia atrás… ups, lo pillo mirándome y me vuelvo a girar. Me pongo de pie y sigo a las chicas. Cuando toca el último timbre, salgo rápido hacia casa. Camino por las calles sin fijarme en mi alrededor, sumida en mis pensamientos y queriendo llegar a casa pronto. Me choco con algo, como era previsto. Miro hacia arriba despacio y veo una cara familiar, para mi horror. Abro los ojos como platos e intento retroceder pero mis pies están clavados en el suelo por el shock. No puede ser…

-Buff, no me lo creo, el corderito- se ríe, este tío…- hacía tiempo ya- sonríe- lo miro en silencio- pareces haber visto un fantasma. ¿Qué pasa? ¿No te alegras de verme?- da un paso hacia mí- ¿o es que te quedaste con las ganas?- susurra, y entonces, una sombra rápida nos separa. Bueno, más bien lo aparta a él de mí. Levanto la mirada y veo su pelo rojo darme la espalda, cara a cara con él-.

-¿Qué?- susurra con voz grave y amenazante- ¿te acuerdas de mí? ¿qué pasa? ¿no te alegras de verme? ¿o es que te quedaste con las ganas…- repite sus palabras con una voz mucho más temible- de que te siguiera pegando?- entonces suelta una risa tan siniestra que se me pone la piel de gallina y puedo imaginar su mirada. Ardiente, furiosa, asesina-.

-Tsk- protesta el otro y se larga rápidamente, Casleb se da la vuelta a mirarme y ahí veo la mirada que sabía que tendría. Ardiente, furiosa, asesina, y destellante. Cualquiera temería esos ojos. Parpadea varias veces y cambia la mirada-.

-Ven- sigo en shock. Era el tío que me intentó forzar, al que retó Adam y el que fue expulsado. También fue al que Casleb pegó una paliza para defenderme. Creo que si intentara hablar no podría ahora mismo. Casleb me coge de la muñeca al ver que no respondo y me lleva con él. Caminamos unos minutos en silencio y al parar me doy cuenta de que estamos delante de su casa. Me zafo y por fin, reacciono-.

-¡No! ¡No te necesito! ¿Qué quieres ahora?- me aparto algo conmocionada, pero al oír mis palabras parecer no aguantar más y estalla. Se acerca a mí rápidamente y me agarra de la muñeca violentamente, poniéndome contra la pared, con su cara a unos centímetros de la mía-.

-¡Eso no es verdad! ¡Sí me necesitas, no mientas!- grita- ¡di que me necesitas!- lo miro sorprendida- ¡dilo!- y mi cerebro cede, diciendo la verdad-.

-Te nece- comienzo a decir, pero él acorta el espacio entre nosotros presionando sus labios contra los míos con ferocidad. Me besa con algo de rabia y mucha pasión, y necesidad. Parece que se van a romper mis labios pero es demasiado placentero. Con los ojos cerrados, disfruto del beso y se lo devuelvo con ansiedad. Su lengua juega con la mía y se escapan hasta suaves gemidos de mis labios. Casleb suelta mi muñeca y me rodea con los brazos, levantándome sin cortar nuestro beso. Rodeo su cintura con mis piernas fuertemente y él me presiona más contra el muro de su casa, presionando también nuestros cuerpos. Ahí está de nuevo, ese calor ardiente en mi parte baja. Continúo soltando algunos gemidos y eso sigue provocando que me presione más contra la pared. No puedo más, lo necesito. Es mío, sólo mío y así seguirá siendo. Toda la frustración retenida en estas semanas desaparece y no deja rastro. Sí, soy feliz. No quiero separarme de él nunca más. Al separarnos suspiro, mis labios están hinchados. Nos miramos en silencio unos segundos y entonces habla-.

Algún día: Corazon de MelónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora