Cierro los ojos. Siento algo dentro de mí, me siento rara. Sus labios guían los míos, son ajenos, diferentes en cierto sentido. Noto que sus labios me tocan con cariño, con cuidado, tratando los míos como frágiles. Noto fresco, un aire fresco que inunda todo mi cuerpo. El peso del dolor se va instantáneamente, seguido por la confusión y entonces por el alivio. ¿Alivio? Me siento ligera como una pluma, ¿Será cosa de sus labios? ¿Será cosa de su alma? Parece sostener el peso de la mía en el aire, parece que está poniéndome delante. Qué sensación tan rara. Me siento querida. Me siento bien. Noto su tacto cálido y su leve sabor dulce, a caramelo. Aunque no es un beso con lengua, es intenso y largo. Me siento felíz, me agarro de la pechera de su suéter y me pongo levemente de puntillas para corresponderlo, aumentando la intensidad del beso. Laya pone su mano en mi nuca y noto que sonríe sobre mi boca. Casi puedo sentir las mariposas de su estómago, pero estoy ocupada controlando las mías. Cuando nos separamos me da vergüenza mirarlo a los ojos, estoy roja como un tomate. Él lo nota y de la nada me agarra y me levanta al vuelo, colocándome a su altura para que mi rostro quede frente al suyo. Ahogo un grito de sorpresa y cuando me veo tan cerca escondo el rostro en su hombro. Se ríe. Pero me abraza.
-¿Quieres salir conmigo?- pregunta, y asiento tímidamente aún con el rostro en su hombro-.
-Pero bájame ya- susurro nerviosa y lo hace-.
-¿Tienes algo que hacer ahora?- la verdad es que tenía planeado encerrarme en casa depresiva... pero ahora estoy felíz. He sido tonta, si él no quiere nada conmigo es porque no me quiere o ya no lo hace. No puedo seguir agonizando cuando... he encontrado a alguien para mí. Esta vez sí...-.
-No- sonrío- pero estoy cansada. No quiero mucho tute...
-Ven a mi casa- me asombro un poco por la velocidad de la situación, pero también porque me doy cuenta de que nunca he visto la casa de Laya, a estas alturas-.
-¿Para qué?- no puedo evitar preguntar, se ríe-.
-Para ver películas y series toda la tarde... ¿Quieres ponerme The Walking Dead?
-¡Ay sí!- sonrío, pero me avergüenzo de la velocidad con la que he cedido- digo... pero ¿Y no tienes exámenes o tarea?
-Deja de decir boberías y vamos- sonríe-.
Tardamos unos diez minutos y a mitad de camino me pasa el brazo por los hombros, sonrío. Al llegar a su casa veo que es de color amarillo pálido, con un pequeño patio. Laya me abre la puerta y me siento nerviosa al pasar. Las paredes por dentro son blancas y está todo de un estilo muy escandinavo, de estética encantadora, simple y natural, casi rústica. Los muebles son sencillos, variando entre colores claros, blancos, beige y grises. Las habitaciones de la casa estan directamente conectadas unas con otras de una forma muy peculiar, por lo que no tiene casi ningún pasillo. Sólo uno, el que lleva a su dormitorio y al de su madre. El corazón se me acelera cuando veo que se adelanta por este pasillo, pero él me transmite confianza. Lo sigo y al entrar en su cuarto lo veo poner la maleta en el suelo de la habitación, ésta tiene una cama de matrimonio azul beige y un armario de espejos. La pared tiene estanterías con figuritas y algún objeto de decoración.
-¿Te gustan los videojuegos?- pregunto al fijarme en una pila de juegos para diferentes consolas sobre el escritorio-.
-Sí, ¿Has probado?
-Sólo juego otomes- sonrío- pero sí he jugado siempre a muchos de nintendo más bien- me sonríe-.
-Entonces no sabes usar los controles de esta consola- dice mostrándome el mando-.
-Me acostumbraría fácil- presumo y se tumba sobre la cama, trago saliva-.
-¿Ah, sí? Ven- extiende una mano y con nerviosismo finalmente cedo se la tomo. A pesar de estar felíz por esto, sigo sintiéndome débil, sin mucho apasionamiento... Me siento sobre su cama para tomar el mando y me pone un videojuego para intentar aprender. Acaba sentándome sobre sus piernas cruzadas, como un asiento humano. Así transcurre la tarde y a la noche me acompaña caminando hasta la calle de mi casa.
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Algún día: Corazon de Melón
FanfictionGabby es una adolescente de 15 años que nunca se ha interesado por un chico. Excepto por Castiel, un personaje de Corazón de Melón, el juego que a ella tanto le gusta. Un día llega a clase un alumno nuevo con las mismas características que Castiel...