Amantes

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El plan de las gemelas Elosky continuaba desarrollándose de forma certera y eficaz. En las posibilidades de Mero, él no tenía la opción de poder escapar de esta caprichosa estratagema ideada por Mía y Cristine.

— Bien Cristine dirígete a la habitación de la señorita Anastasia y genera su contacto con el joven William. No debo recordarte lo que debes hacer después, ¿verdad?

— Entiendo Mía. ¿No estamos haciendo nada malo verdad?

— Para nada, para nada. Solo estamos apresurando las cosas entre esa pareja de enamorados. Tarde o temprano ellos desencadenarían la pasión entre ellos. Así que no te preocupes por eso, ¿bueno?

— Entiendo tus argumentos hermana. Tu punto de vista es bastante válido para mí.

— Bien vete ahora y cumple con la misión que te encomendé, no pierdas más tiempo.

— Bueno yo...bueno yo...yo quiero...

— ¿Qué te sucede ahora Cristine? Por favor no seas tímida y dime lo que quieres.

— Yo deseo, yo deseo besar nuevamente a nuestro querido Mero.

— Jajaja eres muy graciosa Cristine. Bueno, bueno, acércate nuevamente a él y cumple con tu deseo, él en estos momentos es completamente para nosotras.

Cristine se sentó en uno de los lados de la cama donde estaba amordazado Mero. Ella recostó su cuerpo al lado de él. Cristine dio leves besos en el cuello de Mero, ella elevó su rostro hasta los labios de su amante y le dio un cálido beso. Cristine abrazó a su amado Mero y le dijo:

— Te amo Mero, tus besos me encantan. Con tu permiso me retiraré en estos momentos. Te dejaré al cuidado de mi hermanita Mía. Ella te explicará lo que queremos de ti. Por favor escúchala atentamente.

Cristine ordenó su traje de sirvienta y abandonó la habitación. Ella tenía que cumplir con su siguiente misión.

Mía se acercó hasta el cuerpo de Sylvie y lo movió delicadamente para verificar que ella aún seguía dormida. Después de esto ella se sentó al lado de ella y comenzó a acariciar suavemente el cabello de la novia de Mero. Mía le dirigió a su querido Mero.

— La pequeña señorita de la "Familia Earl Lang" es muy afortunada de tener tu amor y entrega. Cristine y yo sentimos mucha envidia de ella.

Los ojos de Mero mostraron determinación y entrega en querer proteger a su amada novia. Él mencionó:

— No permitiré que dañes a Sylvie. Si gustan pueden hacerme lo que quieran a mí, pero a mi novia no le hagas daño. Te lo pido por favor.

Mía levantó su cuerpo de la cama donde estaba recostada Sylvie. Ella se sentó al lado de su querido Mero.

— ¡Por Dios Mero!, yo no soy un monstruo que desee hacerle daño a las personas. Me duele el corazón que pienses mal de mí.

— Si quieres escuchar mi opinión personal. Esto que estas haciendo en estos momentos no me habla muy bien de ti.

— Bueno en cierta forma junto a Cristine deseábamos reclamar afectos de tu parte. Apresuramos un poco las cosas de una manera bastante brusca, eso es verdad.

— Por lo menos tienes conciencia de tus acciones, pero la forma en que haces esto no es agradable para nadie.

— No seas mentiroso Mero, cualquier hombre desearía a dos bellas chicas como nosotras para él.
¿Nuestros besos te gustaron bastante verdad? Estas un poco excitado, me doy cuenta de ello, aunque desees ocultarlo.

— Tu personalidad es bastante siniestra Mía. Bien puedes ser clara con tus intenciones y decirme que quieres de mí en realidad.

— Como te lo dije anteriormente, Cristine y yo estamos profundamente enamoradas de ti. Para nosotras tú eres nuestro salvador. Nuestra vida cambió totalmente desde que cruzamos nuestro camino con el tuyo. Siempre estaremos agradecidas contigo por ello.

Sylvie, el regalo que siempre hemos añorado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora