Lo ideal en lo absurdo

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Los eventos en nuestras vidas no suceden porque sí. Cada pequeña decisión que tomamos genera un cambio para el futuro. Toda acción que realicemos tiene su causa y efecto.

Las situaciones y momentos del diario vivir no son absolutos: tienen sus matices. Nada es totalmente blanco ni completamente negro. La vida está compuesta de colores grises: lo que es bueno para una persona puede ser, en opuesto, malo para otra.

Desde pequeño, mi abuelo me comentaba estas palabras y recalcaba que no fuese exigente en mi forma de ver el desarrollo de la vida.

Él siempre me decía:

"Si eres una persona perfeccionista, nunca podrás valorar las cosas hermosas del diario vivir y disfrutar cada momento como si fuese el último".

Me cuesta entenderte abuelo, las situaciones en la vida por qué no pueden ser absolutas. El mal es el mal y el bien es el bien. No puedo establecer intermedios entre las dos caras de una moneda.

Esta es la historia de cómo mi vida cambió por completo desde que tuve mi encuentro con una tímida y hermosa chica llamada Sylvie.

Bueno, ¿cómo empiezo a contarles los acontecimientos de mi vida?

¡Ya lo sé! Empezaré desde que era un niño.

Desde pequeño fui un amante de la justicia (algunos dirán que la justicia yace de acuerdo con el juicio personal y moral de cada persona). Pero a mí desde que era un niño me molestaba e irritaba todo lo referente al abuso del más fuerte contra el más débil.

En la escuela donde estudiaba, cierta vez vi cómo un compañero de clases trataba de diseccionar a una mariposa de alas café: su intención era arrebatarle sus hermosas alas para después brindarle una dolorosa muerte. Lleno de ímpetu e ira, me acerqué a él y le di un buen golpe en su rostro. Con esto el abusivo sujeto perdió su equilibrio y cayó al suelo. Me sentí feliz de haberle dado una nueva oportunidad de volar y de vivir a aquella hermosa mariposa de alas café.

Por su parte el agresor que había golpeado no estaba solo en sus experimentos para hacer sufrir a criaturas inocentes y pasados unos momentos me vi rodeado por cuatro personas más, que me harían pagar por interrumpir sus siniestros planes de tortura a un inocente insecto. Luché con todas mis fuerzas pero al final me vi superado en número y recibí una golpiza de parte de ellos. A pesar de todo el daño que tuve, me sentí orgulloso de mí mismo y mi espíritu se llenó de regocijo y alegría.

Gracias a mi ayuda, la linda mariposa de alas café pudo ser libre, y por mi parte yo sólo quedé con algunos moretones repartidos por distintas partes de mi cuerpo. Nada grave, a más tardar mis heridas sanarían en un par de semanas.

Ya con más años encima, me di cuenta de que mi motivación y vocación era ir en ayuda de los demás. Por ello decidí estudiar la carrera de medicina en una universidad privada. Con esto podría asistir a los seres indefensos que necesitasen de mi auxilio. No fue un camino fácil, ya que mi inteligencia llegaba solo al promedio, pero mi convicción me llevó a lograr mi ideal de ser un doctor. No fui el alumno más destacado de mi clase, pero mis resultados académicos no podían desmerecerse.

Mis conexiones sociales eran reducidas, y podría afirmar que no tenía amistades profundas. Todas mis relaciones personales eran de cordialidad y saludo respetuoso.

Me hubiese gustado mucho tener un amigo de confianza a quien le pudiese contar mis aciertos y errores. Por desgracia, mi timidez siempre hizo que tomara distancia de las personas.

Después de realizar mi práctica profesional y haber estado trabajando en diferentes hospitales, clínicas y haber atendido urgencias en diferentes lugares del mundo, en específico en Europa.

Sylvie, el regalo que siempre hemos añorado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora