Buenas intenciones

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Volver a este pequeño pueblo ha significado regresar a mis propios inicios. Aún recuerdo cuando fue la primera vez que llegué a este despoblado y tranquilo lugar. Siempre pensé que tendría que estar solo desenvolviendo mi propio día a día, pero las casualidades de la vida me tendrían una linda y agradable sorpresa, el cruzar mi camino con mi pequeña y tierna Sylvie.

En un principio me sentí como todo un buen Padre que debía ayudar a esta desdichada señorita, pero de forma paulatina un gran cariño y amor comenzó a generarse entre ambos.

No podía mentirme más a mi mismo y gracias a la valerosa y decidida actitud de mi pequeña amada logré dejar atrás todos mi prejuicios y miedos, me permití la oportunidad de amar, puedo decir con toda fe ahora que no tengo ningún arrepentimiento en mi corazón.

El término de este día ha sido extraño, no he podido dormir en toda la obscuridad de la noche, estoy algo ansioso, preocupado y con las imágenes de mis tres bellas acompañantes en ropa interior repitiéndose en mi mente a cada instante. Volteó levemente mi cabeza a mi lado izquierdo, el semblante sereno de mi pequeña novia me da cierta tranquilidad que derrumba mis anteriores preocupaciones.

Ya son las siete de la mañana, como era de esperarse, no he podido dormir en ningún minuto a lo largo de toda la noche, espero que no tenga ojeras pronunciadas en mi rostro que delaten mi falta de sueño. Le hablo sutilmente al oído a Sylvie para que se despierte, es hora que nos levantemos. También debo despertar a Mía y Cristine, no quiero que lleguen tarde a su primer día de trabajo. Le encargó esta tarea a mi pequeña amada, no quiero generar más malos entendidos con mis queridas gemelas y no estoy dispuesto a ver a Sylvie celosa por nada del mundo.

Mía y Cristine son las primeras en entrar al baño para que ellas puedan bañarse y alistarse con sus vestimentas para que puedan salir a sus respectivos trabajos. Entre Sylvie y yo nos preocupamos de preparar sus desayunos y el de nosotros. Una agradable comida matutina se da con toda mi nueva familia.

Siento algo extraña a Mía, ella no permite que nuestras miradas se crucen y también evita todo contacto conmigo. No sé que habré hecho para molestarla, de todos modos gracias a mi propia interferencia ella ahora está trabajando junto a Tomás en la cafetería que administra Nephy. ¿Mía estará molesta conmigo por este motivo?

Sylvie y yo dejamos en la puerta a mis dos adorables gemelas. Mía se despide de nosotros con su cabeza inclinada levemente mirando hacia abajo, ella inicia su marcha en dirección al pueblo. De su lado Cristine se despide de nosotros dándonos a Sylvie y a mí un cálido abrazo. Ella antes de irse me llama a un costado y me dice lo siguiente.

— Mi querido Mero no quiero provocar molestias, pero necesito pedirte un favor.

— Por favor Cristine dime lo que necesitas.

— Bueno yo...es que... ¿Cómo podría decírtelo?

— No te sientas nerviosa Cristine. Por favor dime lo que necesitas.

— La cama que compartimos entre Mía y yo se nos hace bastante pequeña. Mi pequeña hermana tiene un pésimo dormir. ¿Es posible que en el día de hoy puedas obtener una nueva cama para mí?

— Por supuesto, me preocuparé de conseguir un nuevo colchón y cama que sea solo para ti.

— Eres muy amable mi querido Mero. Bueno no puedo atrasarme más. Que tengas un lindo día.

— Que tengas un lindo día tú también Cristine.

Después de unos pocos segundos la presencia de Mía y Cristine se perdieron en el horizonte.

Hable con Sylvie sobre la nueva petición de Cristine. Si quería obtener una cama nueva de inmediato tendría que ir a alguna posada del pueblo para poder conseguir una. Mi pequeña amada me dijo que deseaba ver a su Madre "Miss Mónica", ella quiere invitarla a almorzar el día de hoy en nuestro hogar. Julios y la Madre de Sylvie se están hospedando en estos momentos en una posada del pequeño pueblo. La solicitud de Cristine podría cumplirla mientras que voy a buscar a "Miss Mónica" y Julios.

Sylvie, el regalo que siempre hemos añorado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora