Theodosia.
No podía llegar tarde, al fin un maestro se había ofrecido a darme clases de francés y estaba llegando tarde, hablaba francés con fluidez, pero está vez practicaría con un profesor originario de Francia así que podría corregirme con gran exactitud.
Choqué con un chico en mi camino para llegar al salón y tire algunas hojas que él tenía, sin embargo él también estaba apresurado y siguió trotando.
Recogí las hojas y aunque estaba dispuesta a buscar al dueño no tenía tiempo de entregarlas en el momento, así que corrí a mi clase.
Al terminar la clase empecé a leer las hojas, estás tenían poemas escritos.
Unos hablaban de libertad, otros de la muerte y otros de guerra, pero el que más captó mi atención fue uno de amor o eso aparentaba.
Hablaba de una chica rara, tan rara pero hermosa, alguien que resaltaba en la habitación en todos los aspectos, obstinada y audaz, poco común en esta época pues la mayoría solo buscaba verse bien y casi todas no tenían conocimiento de nada.
Al final estaba firmado con letras que no podía entender era la inicial de su nombre y otras tres letras. P.Ham.
Guarde las hojas y seguí caminando por la escuela en busca del carruaje que me recogería.
- Theodosia...
- Señor Philip.- Salude al ver su cara.
- ¿Qué hace usted aquí?
- Tomo una clase de francés, ¿Y usted?
- Asisto a clases normalmente aquí, ¿Gusta ir a cenar?, conozco un lugar delicioso que queda por aquí.
- Lo lamento pero mi padre me espera.
- Bueno estaré aquí otra hora por si cambia de opinión.
- Gracias Señor.
¿Estaba tratando de hacerme cambiar de opinión respecto a él?
Philip
Después de invitar a la Señorita fui a mi clase de literatura y al terminar fui a la sala de música y empecé a tocar el piano.
- Disculpe Señor...
- Señorita.- Me impresionaba ver que la Señorita Theodosia aún no se iba a su casa, había pasado casi dos horas desde que la había visto.
- Disculpe Señor.- Empezó a ver sus pies algo nerviosa.- Mi padre no ha podido llegar, no sé si pueda llevarme a mi hogar.- Ella se sentó a lado de mí y empezó a tocar el piano, una pieza no tan complicada, empecé a tocarla con ella, sonrió, que bonita sonrisa tiene, ya que lo pienso es la primera vez que la veo sonreír.
- Tiene una sonrisa muy bonita Señorita.- La sonrisa se borró de un segundo a otro.
No la culpo suelo ser un completo idiota, además de que aún intento algo con ella.
- ¿Cree poder llevarme?- Su cara al igual que su cuerpo se puso rígido.
- Claro, vamos, le avisaré a el chofer.
Después de subirnos al carruaje ella se sentó frente a mí, puso las manos en su regazo y como casi siempre, se puso rígida.
- ¿Por qué siempre se pone así?
- ¿Disculpe?
- Me refiero a que se pone rígida y muy seria.
- Mi padre tiene una gran reputación y no pienso decepcionarlo.
- ¿Pues quién es su padre?- El carruaje se detuvo. Las cortinas no permitían ver el interior de la casa. Sin embargo aquel lugar me parecía tan familiar.- La acompaño.- Bajé del carruaje y le ayude a bajar. ¿Conocía la casa?
- Señor, ¿Le gusta la poesía?
- Claro que sí, desde que era un niño empecé a escribir, ¿Por qué pregunta?
- Verá, encontré una serie de poemas y me parecieron muy interesantes.- Llegamos a la puerta después de subir las escaleras de la entrada.- Gracias por traerme señor.
- No fue nada Señorita.- Le sonreí.- Que pase una buena noche.
Ella entró a la casa y su sombra fue desapareciendo. Eche un vistazo más a la casa, entonces recordé que lugar era este. La casa de los Burr.
- ¿Theodosia Burr?
Theodosia.
Al final mi padre no llegó a recogerme, probablemente se quedó a trabajar hasta muy tarde como normalmente acostumbraba, le pedí al Señor Philip que me llevara a casa y así fue. Fue una lástima que tuviera que pedirle aquel favor, me había quedado sola y no reconocía a otra persona mas que él.
Cuando estábamos en la entrada de la casa escuchaba como nuestros corazones latían, no sabía si sentirme incómoda o feliz, creo que sentí algo de ambas, me despedí y entre a la casa. Pero no tenía que ser idiota, solo era un juego para él.
En momentos como ese extrañaba a mi madre, ella era mi compañía cuando mi padre trabajaba, ella daba los mejores consejos casi podía escuchar su voz regañandome por dejarme sentir por un momento que Philip era un buen hombre, sin embargo ella falleció hace 2 años por Cáncer y Malaria, la extraño bastante.
Mis pensamientos se vieron interrumpidos pues mi padre salió de su oficina con una cara seria.
- ¿Por qué llegaste en un carruaje de los Hamilton?
- ¿A qué te refieres? Me trajo un chico llamado Philip.
- Hamilton, Philip Hamilton.- No podía ver mi propia cara, pero estoy segura que hice una cara de asombro.
- No tenía ni idea.- El me abrazó.
- Ten cuidado con él, su padre era un mujeriego.
- No te preocupes no me interesa.
- ¿Y Eaker?- Solté una carcajada.
- Antes muerta.- Mi padre suspiró.
- Arréglate para la cena, nos acompañará un coronel.
Asentí y subí a mi habitación.
P.Ham...
¿Philip Hamilton?... Qué hermoso escribes Philip Hamilton.
Creo que te juzgue a fin y al cabo.
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Cartas para Theodosia (Phildosia)#1
Romance¿Tienen un final feliz?, Eso depende a lo que tu definas como felicidad. Nacer con ese apellido no fue su culpa finalmente. PRIMER LIBRO DE LA SAGA "Los hijos de Hamilton"