Philip
Había preparado las maletas como me habían pedido que lo hiciera. Llorar se había convertido en otra forma de respirar, no podía dejar de hacerlo...
Tenía las cartas de Theodosia en mi bolsillo izquierdo del saco, mínimo algo de ella estaría cerca de mi corazón.
Nos iríamos en una semana pero aún así ya tenía todo listo, Theodosia continuo trabajando en el hospital, o más bien tomando los cursos.
Aunque en la noche de aquel día ella bajó de su balcón y yo estaba fuera de su casa y hablamos hasta que estuvó el amanecer asomándose por el horizonte.
— Theodosia...
— Tenía la esperanza de que estuvieras aquí abajo...
Recordé la cena de Navidad, se veía tan hermosa como esa noche, inclusive se veía mucho más preciosa, siempre me gustaría el resplandor de la Luna sobre su piel.
Tomé su mejilla con la palma de la mano, cuando levantó un poco más su cabeza pude notar sus ojos enrojecidos, sabía que lo estaba ocultando pero ambos llorabamos por mi partida.
- Eres tan hermosa...
Murmuré con ternura.
- ¿Cómo puedes pensar en eso en estos momentos?
- Aunque me dieran un tiro no podría dejar de pensarlo...
Acerque mi cabeza a la suya, nuestras frentes se tocaban y nuestras narices rozaban.
Sus ojos lagrimeaban, y cuando una lágrima resbaló por su mejilla la limpié de inmediato manteniendo la corta distancia que había entre ambos.
- No llores princesa...
- ¿Cómo no quieres que llore con lo que está pasando?
- No voy a dejarte sola... Es lo último que quiero... Además, mi madre puede hacer cambiar de opinión a mi padre.
- ¿Y si no lo logra?- Me quedé en silencio un buen rato.- Sabes que te amo...
Estaba seguro que ella luchaba por no llorar.
- Entonces no entiendo porque no me besas...
Ella soltó una risita y acortó la distancia entre nosotros, la tome de la cintura y ella me tomo del cuello jugando con mi cabello.
Este beso era más desesperado, sabíamos que nos quedarían pocos besos juntos y parecía que tuviéramos desesperación por disfrutarlos.
La pegué a la pared mientras el beso seguía, ella no replicó. Nos separamos la falta de aire, pude notar que deje sus labios ligeramente rojos, aún estábamos juntos, nuestros labios eran divididos por apenas unos centímetros, ella me jaló hacia sus labios y continuamos con los besos por un buen rato, cada vez nuestros cuerpos estaban más pegados pero un rato después empezábamos a separarnos poco a poco.
Sus ojos brillaban mucho.
- Theodosia...
- ¿Si?
- También te amo, no importa que un océano nos separé.
Se sonrrojo y bajo la mirada, me recordaba las primeras veces que empezamos a hablar, como todo surgió de la nada y tan rápido que ni siquiera me di cuenta cuando ya me dolía dejarla.
Y me di cuenta que el humano era un ser egoísta, cuando amaba a alguien no la dejaba ir por completo aunque fuera lo correcto, y también me di cuenta de que los humanos somos unos idiotas por querer lo que no podemos tener.
- Pero tengo que dejarte ir...
Murmuré apunto de soltar un sollozo.
- Lo sé... Pero no estoy lista para dejarte ir.
La abracé con fuerza, no quería irme de ahí, estaba dispuesto a hacer lo que fuera por tener un día más con Theodosia, porque se quedará a mi lado.
- Sabes que debemos olvidarnos.
Ella empezó a llorar en mi hombro, pero era mejor que me despidiera ahora, a hacer una ilusión de que podría quedarme, ambos sabíamos que era poco probable que sucediera.
Besé su frente y me fuí, me separé de ella y empecé a correr hacia mi casa con lágrimas en los ojos.
Cuando llegue a casa, mis dos padres y la nueva bebé estaban en unas mecedoras.
Mi madre se levantó de su asiento.
- Philip... ¿Estás bien?
Me tomo del brazo.
- ¿Parece que estoy bien?
Mi voz era seca y tenía el ceño fruncido.
- La palabra orgullo no es suficiente para describir lo que siento, hay muchísimo más dentro de mí ahora, Philip eres más brillante que el sol de la mañana, mi padre no estuvo conmigo...
- Ojalá que el mío no haya estado.- le interrumpí. Y como lo había hecho antes, me soltó una cachetada. Pero esta vez yo le devolví el golpe casi de manera de inmediata.- ¡Te he escuchado por 18 años!¡Ahora tú vas a escucharme a mi!... ¡Me quitaste a lo único que me importaba!, ¿Qué pasó con la historia de un chico pobre que pidió la mano de una chica de un estatus social alto y que aún así el padre de ella lo acepto?, Tenías la misma edad que yo cuando conociste a mamá, te querías comer el mundo y tu avaricia le rompió el corazón a mamá, yo no quiero ser como tú, quiero estar con ella, pero si me voy a Inglaterra ni siquiera tendré una oportunidad...
Mi madre tenía los ojos llorosos como yo, supongo que siempre ha querido la felicidad de sus hijos, ¿Apenas se dió cuenta de que Theodosia era mi felicidad?
- Alexander Hamilton, sobre mi cadáver mandaras a Philip a Inglaterra, ¡Yo soy su madre! Y también puedo decidir sobre el, ni tú ni Angélica lo mandaran lejos.
- Ya veremos...
- Largo de mi casa...
- Betsey.
- ¡Que te largues de mi casa!
Mi padre obedeció a mi madre y se fué, dejó en mis brazos a mi pequeña hermana.
- Lo lamento mamá...
- No te disculpes de nada mi niño, tú no escojes a quien amar.
- ¿Está mal que la quiera?
- No... Sólo no están preparados para que sus hijos se quieran de esa manera... Cuando ví a tu padre supe que con el iba a casarme, estaba realmente perdida en él...
- Creo que así me siento con Theodosia.
- Lo sé, por eso los apoyo.
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Cartas para Theodosia (Phildosia)#1
Romance¿Tienen un final feliz?, Eso depende a lo que tu definas como felicidad. Nacer con ese apellido no fue su culpa finalmente. PRIMER LIBRO DE LA SAGA "Los hijos de Hamilton"