Philip:
Mientras paseaba a los alrededores de mi casa con desesperación ví a Eaker... Aquel hombre que me había quitado la oportunidad de estar con Theodosia.
- Buenas noches...
Dijo como cortesía para seguir caminando.
- Buenas noches...
Me limité a decir, veía con atención a donde se dirigía... Dude por un momento.
¿Debía de seguirlo?
No era bueno que husmeará de tal forma pero se dirigía a el camino contrario hacia la casa de Theodosia, lo cual me extrañaba bastante, no sabía donde vivía pero nunca había visto que caminará por aquí.
Al final decidí seguirlo a distancia.
Siempre dejaba una cuadra de distancia, y el no parecía notar mi presencia, inclusive le coqueteó a unas mujeres lo cual me molestó bastante, aunque tal vez pude haberlo malinterpretado.
El chico entró a una casa de un tamaño pequeño, demasiado pequeña para pertenecer a la mano derecha de Thomas Jefferson... Algo no andaba bien.
Entre las sombras de la noche pude ver como una mujer salía de dichosa casa, realmente no podía ver su cara ni alguna facción física relevante.
Al principio parecía que ambos estaban discutiendo, incluso se estaban gritando con bastante fuerza el uno al otro, pero al final George entró a casa de la chica, trate de buscar un mejor ángulo para ver por alguna ventana o algo similar, pero todas las ventanas estaban cerradas y cubiertas con una cortina, nada era visible.
Empecé a escalar el árbol que estaba en el patio, cuando estaba sobre una de las ramas pude ver una pequeña ventana abierta, sabía que podía entrar a la casa pero tal vez con algo de suerte escucharía la conversación de George y la mujer.
Aún sosteniendo el árbol empecé a acercarme a dicha ventana pude escuchar tenuemente un par de voces.
- ¿La amas?- La voz era de la mujer, aunque parecía que está soltaría en llanto.- ¿Siempre fui tu segunda opción si ella te decía que no?
El chico no respondió, se escuchó como la puerta se cerraba y por unos segundos pude ver a Eaker, el parecía ver mis ojos perplejo.
Cuando nuestras miradas se encontraron estaba seguro que había visto con perfección mis ojos, y sabía que me reconocería si volvía a verlos.
Bajé del árbol callendo un poco más de este, sentí un dolor en el tobillo al caer pero aún así empecé a correr, no podía hacerlo con mucha rapidez pero tenía la ventaja de que el se encontraba en el segundo piso de una casa, además de que no podría saber a donde me dirigí.
En vez de correr a mi casa empecé a correr hacia la dirección contraria.
Cuando creí que había perdido a George empecé a caminar aún hacia la misma dirección. Era de noche y todo estaba cerrado a excepción de una pequeña iglesia.
Tal vez podría pasar un rato ahí antes de regresar, como era de esperarse todo estaba en completo silencio.
Me senté en una de las bancas un poco alejado del altar.
Una mujer vestida de monja se me acercó, está tenía tapado toda su cara con una clase de velo.
— ¿Qué te trae por aquí buen hombre?
— Vengo a gritar mis plegarias.
Mentí parandome del asiento, la mujer tenía las manos arrugadas y su voz se escuchaba algo rota.
Ella se quedó a lado de mí, a cierta distancia.
— ¿Qué es aquello que su corazón anhela?
Mire a la señora, está levantó la tela de su rostro dejando ver un rostro algo viejo, pero con un brillo en los ojos.
— La situación es complicada.
— Casi siempre las plegarias de los jóvenes como usted es por amor...
No dije nada.
— ¿Qué sucede buen hombre?¿Acaso no lo aman?
— Al contrario... Son nuestras familias y otras circunstancias la que evitan todo.
Ella asintió.
— Rezaré por usted.
Se fué de la habitación, me quedé otro rato ahí y decidí retomar el camino a casa.
Cuando llegué a casa pude ver a casi todos mis hermanos a el rededor de mi madre escuchando como está les leía un libro.
Todos corrieron a abrazarme y les di un beso en la cabeza a cada uno de estos.
Me senté a lado de mi madre tomando una de sus manos, prosiguieron con lectura y cuando mis hermanos se fueron a dormir me quedé con mi madre, esta me abrazó y empecé a llorar.
— Está prometida...
— Lo sé... He escuchado rumores...
— ¿Es muy tarde?
Ella negó con la cabeza.
— Pídele ayuda a tu padre, el sabrá que hacer...
— Nunca.
— Philip... Por favor... Debes de entender... Él y yo estamos mejor.
Deje de abrazar a mi madre.
— El te lastimo mucho.
— Pero el sigue siendo tu padre.
Esta vez evitaba la mirada de la mujer parado frente a mí.
— Por el estuve a punto de perderla.
— Y el se arrepiente Phil.
Me dí media vuelta y me fui a mi cuarto aún con lágrimas en los ojos, no podía darme por vencido de una forma tan absurda.
¿Pero cómo luchar cuando las esperanzas están más que muertas?
Tenía la opción de esperar por ella o de no dejar pasar la oportunidad que se escapó de mis manos.
Decidí escribir otra carta para Theodosia.
"Mi más querida, Theodosia:
Ahora se que buscas los preparativos de la boda, pero por favor, espérame en la iglesia Northwich, ahí hay gente dispuesta a a ayudarnos... Sobre todo es la forma más sencilla de hablar sin levantar sospechas.
Sé que ahora estás entre la espada y la pared por la situación, pero lo último que quiero es dejarte ir, espero me entiendas, se que esta carta no es muy larga pero le espero antes de anochecer en aquella iglesia.
Atte. Aquel hombre que está dispuesto a luchar por usted.
P. Ham"
Decidí ir personalmente a su casa, la seguridad había disminuido, trepe por un árbol y subí al balcón de Theodosia.
Cuando entre al cuarto ví a su prometido sentado en el sillón a solas.
Maldición.
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Cartas para Theodosia (Phildosia)#1
Romance¿Tienen un final feliz?, Eso depende a lo que tu definas como felicidad. Nacer con ese apellido no fue su culpa finalmente. PRIMER LIBRO DE LA SAGA "Los hijos de Hamilton"