Capítulo 6

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Philip

Tenía el presentimiento de que llegaría...

Lástima que me equivoqué.

Theodosia.

¿Qué haría? Tenía miedo de ser descubierta, de que mi padre no me permitiera verlo, de que el plan no funcionará, de que me enamorará de cada parte de su ser y me ilusionara, que me ilusionara tanto que de un momento a otro me cambiara por alguien mejor que yo.

Suspiré algo agobiada.

Eleanor se sentó a lado mío.

- ¿Qué estás esperando? Tienes todas las posibilidades de ir y solo darás la espalda.

- Eleon...

- ¡No me interrumpas!- gritó.- Aún no he acabado.- ahora lo dijo casi en un susurro.- Soy mayor que tú y créeme que me arrepiento de muchas cosas en mi vida, y si tú no fueras con él se agregaría una cosa más a la lista.

- No sería tu culpa.

- Pero yo sentiría como si lo fuera, he vivido cosas como las tuyas Theo pero eras muy pequeña para mencionártelo en ese momento.

...

- Padre por favor.

- Con una condición.

- Tocaras el piano en la fiesta de mañana.- Suspiré, él sabía cómo me era desagradable tocar con alguien frente mío, siendo el centro de atención.

El Sr.Burr sabía manipularme, él notaba cuando las cosas me importaban un poco más de lo normal y lo usaba en su beneficio.

- De acuerdo.- Dije de mala gana.

Eleanor y yo tuvimos una sonrisa cómplice, llegué a su casa apenas una media hora antes, tenía muy poco tiempo y el clima no era bueno en ese día.

Eleanor me colocó una de sus prendas cómodas pues las necesitaría para bajar del balcón y para subir de nuevo a este, además de que aquel muelle se encontraba bastante más lejos desde la casa de Eleanor.

Seguí las instrucciones de Eleanor al bajar por el balcón, ella me ayudaría a subir de nuevo.

Empecé a caminar por las calles de Manhattan lo más rápido que pude, estaba oscureciendo y a esta hora algunos ladrones aparecían por estas calles.

Cada vez veía a menos personas por la calle lo cual generó un gran temor en mí.

Las pocas personas que habitan parecían que iban a atacarte en cualquier momento.

- Mira Graham, ¿Qué tenemos aquí?

- Parece una damisela en apuros.

Empecé a avanzar más rápido pero el hombre que respondía por el nombre de Graham tomó mi brazo.

- No te dimos permiso de irte.- Su compañero sacó un tipo de cuchilla.

Estaba atónita, últimamente había mucha inseguridad entre las calles por desacuerdos referentes al gobierno, ya habían pasado varios años desde la independencia pero aún así muchas personas mostraban su inconformidad atemorizado las calles.

- Danos todo lo que tienes.- Yo no portaba ninguna joya en aquel instante, al percatarse de ello, ambos me sujetaron y me llevaron a un callejón mientras yo forcejeaba y gritaba.

Pero era inútil, las calles estaban vacías y una tormenta se aproximaba.

Si aquel día moría me arrepentiría tal vez no debí de ser tan dura con Philip pero no tenía otra opción, mi corazón es tan débil que de un momento a otro puede romperse como un cristal al desplomarse en el suelo.

Ambos empezaron a golpearme y a preguntarme de quién era hija, no respondí y eso género más golpes, seguramente sobornarían a mi padre y yo no iba a permitir eso, no sé cuánto tiempo me mantuvieron ahí, para mi minutos se habían convertido en horas, era la adrenalina del momento sin embargo estaba segura que no había pasado tanto tiempo pues el Sol de encontraba en sus últimos momentos de decadencia

Ahora los golpes no eran suficientes para ellos, abrieron un pedazo del vestido con la navaja y uno empezó a desabotonar sus prendas.

Solté un grito ahogado y finalmente alguien pudo escucharme.

- Dejad a esa señorita en paz.- Era un hombre vestido como militar, su cara no se veía en la oscuridad, el atacó a ambos chicos y yo empecé a correr hacía el muelle.

Mi pierna tenía un dolor palpitante debido a los golpes pero no paraba de correr mientras cojeaba, cuando tan solo me faltaba una calle para llegar vi como Philip salía del muelle claramente triste.

-¡Philip!- grité, pero él no me escucho mi pierna falló y caí en la calle llena de charcos.

Él se había ido y yo no podía volver a levantarme.

El militar al poco tiempo fue quien me ayudó a levantarme, me había seguido hasta que me vio en el suelo.

- ¿Dónde vives?

No respondí, solo veía como las gotas de agua resbalaban en mi piel.

Elenor de seguro estaba preocupada por mí, aquella visita tomaría solo un momento pero tras que el sol desapareciera del cielo, había pedido la noción del tiempo.

Mi pierna estaba hinchada y mis pies no soportarían mucho más, pero no podía dejarlo saber quién era yo.

Paré de caminar, pero el Señor aún caminaba, sus rasgos empezaron a verse pero él no podía ni debía ver los míos, tome un pedazo de metal que había en el callejón y le di un golpe en la cabeza, el hombre calló en el suelo, sabía que no estaba muerto pero lo tendría adormecido unos minutos.

Corríbhacia la casa de Eleanor aún cojeando, trepé por la casa con su ayuda, se vio extrañada por mi apariencia, ella me abrazo.

- ¿Dios mío Theo estás bien?, No debí de dejarte ir- Su voz se empezó a romper formando solo un hilo de voz.

- No tuviste la culpa, yo decidí ir no tú.

Eleanor vio la sangre en el vestido y me pidió que me bañara ella se encargaría del vestido.

- Cuando acabes de bañarte desinfectaré la herida o si quieres podemos hablarle a un médico.

- Eleanor esto debe de quedar entre tú y yo.

Ella asintió y me metí al cuarto de baño.

...

Cuando Eleanor desinfecto la herida está empezó a arder demasiado pero después de eso me dejo dormir un buen rato lo cual agradecí, esta noche tendría la presentación así que tal vez podría hablar con Philip y explicarle lo sucedido.

Cartas para Theodosia (Phildosia)#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora