Capítulo 25

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Philip

Fue impresionante como John Pierre y Aaron Burr Sir pararon las ilusiones de Eaker frente a todos.

¿Qué le pasa al tipo?

¿Por qué miente sobre algo tan importante como el compromiso?

¡Pobre Theodosia!, Podía quedar atada a un mentiroso como el de no ser por su padre.

Escuchaba tantos murmullos a mi alrededor, mire a Theodosia, ella tenía una cara de alivio, combinada con algunas lágrimas viendo a su padre.

Mientras que Eaker... Se limitaba a ver a todos con una cara inexpresiva, él no sabía que hacer, le habían arruinado el momento y podía decirse que estaba más que feliz por eso.

Ahora tenía un poco más de oportunidad de estar junto a Theodosia, ella era mía.

Extendí la mano y ella extendió la suya, se hizo un agarre de estas en medio de la mesa, nadie lo había notado por la conmoción del momento.

A excepción de su padre quién con un bastón que estaba colgado en el respaldo de la silla golpeó levemente nuestras manos, fue apenas un toque, pero nos bastó para entender que no podíamos hacer nada en ese momento.

Theodosia fue la primera en retirar la mano, yo lo hice con más lentitud a pesar de ello le dedique una sonrisa.

Estaba a salvo y eso era lo único que me importaba.

Lucharía por ella, y si hay una razón por la cual estoy a su lado cuando tantos ya lo han tratado, no sé si estoy dispuesta a esperar por ella, porque no se en que momento podría recibir un tiro, o no se cuando ella estará en los brazos de otro chico que su padre apruebe aunque ella no lo quiera.

No desperdicies tu oportunidad.

La voz de mi padre resonaba en mi cabeza, aún no lo perdonaba.

Definitivamente... Esperaría por ella.

Theodosia

Le hice unas señas a Philip indicándole de que le escribiría en cuanto pudiera.

Regresamos a casa, no podía dejar de abrazar ai padre y a Johnny.

En el camino de regreso a casa nos acurrucamos y quedé dormida en sus brazos, lamentablemente tuvimos que despertarnos para entrar de nuevo a casa.

Nos dispersamos, mi padre fue a trabajar si oficina, Johnny salió de casa, últimamente salía bastante y yo fui a mi cuarto.

Mi más querido, Philip.

Estoy tan feliz de el anunciamiento de esta noche, en aquel momento mi respiración dejó de funcionar pero tu mirada estuvo para calmarme.

Tomaste mi mano y fue como si la tranquilidad estuviera junto a mí, esperaba poder pararme y gritar que te amo, pero sabía que si lo hacía mi padre me haría callar rápidamente.

Ojalá fuera tan sencillo, no termino de entender cómo un apellido puede generar tantos problemas.

Mañana empiezo a trabajar de enfermera, no tendré tanto tiempo en la biblioteca, tal vez ahora sea mejor que mi padre piense que hago otras cosas, además de que es mejor que por ahora que nos separemos un poco, no quiero hacerlo pero es mejor esperar que las mareas se calmen, estamos en la boca del lobo.

No olvides que te amo, eres el único motivo por lo que luchó en las mañanas, nunca lo olvides, vivimos en una guerra constante, quiero hacer batalla cada día y tú eres el único que pelea a mi lado.

Aquella persona que luchará día a día junto a ti.

~Theodosia.

Doble carta y la selle, la dejaría en el libro de Shakespeare donde escondíamos nuestras cartas, ojalá pudiera leerla pronto, pero de un momento a otro me quede dormida, supongo que había sido un día demasiado largo.

Philip

Mi madre empezó a sentir un dolor en el vientre, todos estábamos tan asustados, pronto llegaría el nuevo integrante de la familia, mi padre se acercaba de nuevo, todos pensaban que las cosas volverían a ser como antes, yo no lo pensaba, ninguno olvidará la confusión de el pequeño John tratando de entender la hoja del Panfleto al encontrarlo en la calle tirado.

— Philip, ¿Quieres que leamos poesía como solíamos hacerlo cuando tenías nueve años?

Estábamos todos en el comedor, era el primer día que papá volvía a sentarse en la mesa a comer con la familia después de los sucesos del Panfleto.

Me metí un bocado a la boca.

— Qué curioso que en aquella época solo querías trabajar.

Todo el ambiente se puso tenso, mi hermano Alex a pesar de tener solo 13 años era realmente maduro y sabía indentificar los momentos buenos y malos.

— Vamos chicos, vayamos a jugar un rato arriba.

Mis hermanos más pequeños siguieron a Alex pero Angélica se quedó en la mesa. Cuando estos se fueron volví a hablar más alterado.

— Aquel verano nos fuimos con mi tía Angélica a la casa de mis abuelos... ¿Ahí fue cuando metiste a la puta a nuestra casa?

Mi mamá empezó a ponerse pálida, aún era un tema delicado para ella.

— Mamá sube con los niños.

Está vez fue Angélica quién habló con un tono de voz autoritario.

Mi madre hizo caso mientras que Angie y yo destrozabamos a mi padre con la mirada.

— Angélica déjame hablar con tu hermano.

— ¡No!¡Ya me cansé de escuchar discusiones y nunca poder opinar al respecto!¡También es mi madre a la que engañaste!

Todos los Hamilton teníamos una clase de don, dejabamos sin palabras a todos aquellos a quienes les hablabamos.

Cartas para Theodosia (Phildosia)#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora