10. Londres

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Sentía la mirada de todos encima de mí, pero debían ser puras imaginaciones mías. Hace un par de meses que todos habían dejado de hablar sobre Rodrigo, Westchester y el juicio. Pero bueno, con estas fechas...

Sacudí la cabeza, intentando alejar esos recuerdos, pero no podía hacerlo. Todo me lo recordaba. Y las decoraciones de la escuela no ayudaban. Siendo mediados de octubre, era normal que decoraran con motivos de Halloween: calabazas, esqueletos, brujas, monstruos.

Pero justamente por Rodrigo, este año no celebraríamos Halloween, sino el Día de Muertos. Como Westchester fue acusado de doble homicidio, Rodrigo y su madre, la escuela se solidarizó con su padre, y pensaron que sería una buena idea celebrar este día.

No lo era. Sólo lo hacía más doloroso.

El dos de noviembre se realizaría un memorial en honor a Rodrigo y su mamá. Y todos esperaban que yo fuera, y diera un discurso. No estaba preparada para eso.

Intenté no ver las calaveritas, las Catrinas y las flores de cempasúchil que estaban distribuidos por los pasillos. Me dirigí a la biblioteca, pues ese día no tenía ganas de entrar a la clase del primer periodo: psicología. Había empezado a aborrecer esa materia.

Como era de esperarse, Jimi O'Brien, una chica de mi salón, estaba ahí. Traté de evitarla. Desde que volví, esa chica no se había despegado de mí, parecía empeñada en volverse mi amiga. No me malentiendan, era una chica agradable, pero no necesitaba nuevas amistades. Necesitaba las antiguas.

Me di me di vuelta, rogándole a los dioses porque Jimi no me hubiera visto.

—¡Michelle!

Maldición. Me di la vuelta para quedar frente a ella cuando llegó hasta mí.

—¿Sí?

—Te estaba esperando. Quería preguntarte algo.

—Bueno, ya estoy aquí. Dime.

Ella parecía un poco incómoda. No tenía ni idea de que podría ser lo que la pusiera así.

—Bueno, ya sabes que el memorial de Rodrigo es en dos semanas. Y quería saber si dirás unas palabras en su honor.

Me di media vuelta para irme.

—¡Michelle! —Jimi corría detrás de mí intentando alcanzarme. Era gracioso porque ella tenía las piernas más largas que yo—. No era mi intención hacerte enojar. Sé que aún es un tema sensible para ti, pero...

—No, no lo sabes —le dije con los dientes apretados, tratando de contener unas lágrimas que querían salir. Parecía que Jimi se asustó.

—Creeme, lo sé. El año pasado asesinaron a mi madre. Sé cómo te sientes. Estás enfadada con todos, pero sobretodo estás triste. No deberías actuar como lo haces, sólo te vas a herir a ti misma. Intento ayudar.

No sabía que decir. Me sentía como una idiota por tratar a Jimi de esa manera. Pero ella no entendía lo que me pasaba. Era demasiado complejo.

Ya habíamos ganado la batalla. Y en el último segundo, Coyolxauhqui le quitó la vida a Rodrigo.

Las lágrimas comenzaron a correr, esta vez no las pude detener. Corrí hacia el baño, quería estar sola en ese momento.

—¡Michelle! —Jimi gritó una última vez, pero ya no me siguió.

.

Después de estar ahí encerrada un par de horas, decidí salir. Debía buscar a Jimi y pedirle una disculpa por portarme de esa manera con ella.

La Trilogía Azteca 2: Los Nueve InfiernosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora