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Rodrigo
Corrí hacia Haku preocupado. No me permitiría que mis amigos pasaran lo mismo que yo por culpa de esos bichos reptilianos.
—¿Estan listos? —Les grité a Sandra y a Lucas, apremiandolos—. ¡Atraparon a Haku!
—¡Un segundo más! —Ella hizo que sus manos brillaran aún más y Lucas se alejó de Sandra. Supongo que no quería convertirse también en un explosivo sabor chocolate.
Cuando terminó, Sandra lanzó las mochilas bomba con otro hechizo.
Todas las serpientes reptaron hacia ellas, dirigidas a cuatro direcciones distintas. Todas menos las que tenían a Haku atrapado, y él se estaba poniendo morado por la falta de aire.
—¡No! —Corrí hacia mi amigo, dispuesto a destrozar a esas bestias, pero se desintegraron antes de alcanzarlas—. ¿Qué...?
Me giré y vi a Sandra con la mano extendida, cansada y cubierta en sudor. Tenía un toque de locura en sus ojos.
—Mi hermano está esperando por mí. Nada, ni nadie se interpondrá en mi camino. ¿Continuamos?
Haku me volteó a ver con sorpresa, Lucas con algo de incomodidad y yo tragué grueso. Esta chica sí que daba miedo.
—Claro. Continuemos.
Los cuatro nos fuimos corriendo, y cuando estábamos lo suficientemente lejos, escuchamos las cuatro explosiones de las mochilas. Volteamos a ver las pequeñas nubes de hongo, pintadas de mil colores por las escamas de las xiuhcóame.
Una pequeña sonrisa apareció en mi rostro. Igual que en mis compañeros.
—Vamos —les dije, y seguimos caminando.
.
Dos días después de eso, estábamos cansados y hambrientos, pero al menos no nos había atacado ninguna bestia.
Habíamos llegado hasta los límites de las tierras ganokas. Debíamos andar con cuidado de no alertar a los gigantes de nuesra presencia o nos comerían de un mordisco. Y no quería ser comida de gigante.
—Bien, chicos. Este es el plan —les dije con toda la seguridad que podía proyectar—. Sandra, me dijiste que tú y tu hermano comparten una especie de vínculo mágico, ¿no? —ella asintió—. Perfecto, intenta rastrearlo para encontrarlo. Lucas, tú intentarás dormir a los gigantes, ¿crees poder hacerlo?
—Nunca lo he intentado con cosas más grandes que una cueyatl. No sé si podré hacerlo.
Tomé a Lucas por los hombros, para que quedara frente a frente mío.
—Las hijas de Cipactli son horribles bestias, inteligentes con una enorme sed de sangre —cuando mencioné a la Serpiente del Caos, todo el lugar tembló, y un rugido se escuchó al fondo, pero decidí ignorarlo. Cipactli debía saber que no le tenía miedo—. Los gigantes son puro músculo, sin cerebro. Sé que puedes hacerlo. Confío en ti.
Lucas me dio una sonrisa, luego asintió diciendo que lo haría.
—Haku, tú vienes conmigo. Tenemos que patrullar el área, no sabemos si hay más bestias a parte de los gigantes.
—Rodrigo, no hace falta —dijo Sandra.
—¿Cómo?
—No hace falta. Mira —ella señaló la punta de la pirámide más grande. Había alguien atado en un enorme tronco, y una hoguera ardía a unos cuantos metros de él—. Ahí está Ángel.
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La Trilogía Azteca 2: Los Nueve Infiernos
AvventuraTras lo ocurrido en la batalla de la Calzada de los Muertos, Mich está destrozada. Por no haber podido aclarar sus sentimientos hacia Rodrigo a tiempo, su mundo se puso de cabeza. Y eso, acentuado con la desaparición de Payne, es todavía peor. A...