Por un momento, pensé que mis ojos me engañaban; parpadeé un par de veces y caminé hasta dónde estaba Payne. Con mi dedo índice, toqué su frente y su mentón para asegurarme que él fuera real.
Lo era. Jake Payne estaba de pie, en frente de mí. Después de tanto tiempo sin verle...
Hice lo primero que cruzó mi mente, y algo que jamás creí que le haría a un dios: le di una cachetada, tan fuerte, que mi mano se quedó marcada en su mejilla.
Me quedé expectante, aguardando para ver su reacción.
—Supongo que lo merezco —soltó Payne, mientras se estaba sobando ahí donde le di el golpe.
—¡Cinco meses, Payne! ¡Cinco! —Las lágrimas comenzaban a salir, y esta vez no las contuve, dejándolas salir junto con todo lo que no me había permitido sentir durante este tiempo—. Estuviste desaparecido, del todo, durante cinco meses. ¿Dónde habías estado? Tenía la esperanza de que no me abandonaras también. Esperaba que tú te mantuvieras conmigo.
Payne volteó a ver al suelo, apenado. Un ligero sonrojo atravesó su rostro. Una lágrima corrió por su rostro.
—Yo... Necesitaba tiempo. Lo que le pasó a Rodrigo, me afectó tanto como a ti. Quería buscar una forma de enfrentarlo, pero no pude. Fui un cobarde, huí en cuánto pude. Necesitaba alejarme de todo.
Acorté el espacio entre los dos para darle un abrazo. Su aroma de siempre, como leña de pino, me llegó a la nariz y aspiré hondo. Casi había llegado a olvidar ese olor.
—Yo también fui cobarde, débil. Todo en la Calzada me lo recordaba. Era demasiado doloroso. Y sigue siéndolo.
Payne me devolvió el abrazo. Pasó una de sus manos por mí espalda, intentando reconfortarme.
—¿Y estando en su cuarto no lo es?
Solté una risa cansada. Aún en los peores momentos, Payne siempre buscaba la manera de sacarnos una sonrisa. Por eso lo quería y necesitaba. Era esa luz en la oscuridad.
—Quería buscar unas cosas suyas, para escribir un discurso. El memorial en su honor será muy pronto. Pondrán un altar de muertos, y quizá algo de Rodrigo quedaría bien ahí...
—Lo sé. Ya me enteré de eso. Pero no es eso por lo que estoy aquí.
Me separé de Payne, rompiendo en abrazo y volteándolo a ver confundida. Si no había venido por el memorial, ¿entonces para qué lo había hecho? A no ser que...
Oh, ¡me lleva!
—Sí, es justo por eso que estoy aquí —Payne me miraba como si me estuviera leyendo la mente. Pero no podía ser cierto. No, sólo no podía serlo.
—Pero ¿cómo? Fue algo que yo soñé.
El dios negó con la cabeza.
—No lo hiciste. Los dioses no soñamos, sin embargo, yo también lo vi. Eso fue una visión onírica. De alguna manera, Rodrigo logró contactarnos desde el más allá, y mandarnos un mensaje.
No, no podía ser cierto. Una pequeña parte de mí lo quería creer, pero el resto se negaba a ello. Ya había sufrido suficiente, una chispa de esperanza podría terminar de consumirme. El creer que Rodrigo, de alguna manera, sigue vivo...
Era menos doloroso el aceptar que ya se había ido, para siempre.
—Pero es cierto —los ojos de Payne tenían un ligero brillo de esperanza.
—¿Y cómo es posible que Rodrigo siga vivo? Huitzilopochtli mandó a buscarlo en todos los lados posibles, en todos los lugares dónde su alma pudo haber ido, y nadie encontró nada. Como si su alma se hubiera extinguido.
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La Trilogía Azteca 2: Los Nueve Infiernos
AdventureTras lo ocurrido en la batalla de la Calzada de los Muertos, Mich está destrozada. Por no haber podido aclarar sus sentimientos hacia Rodrigo a tiempo, su mundo se puso de cabeza. Y eso, acentuado con la desaparición de Payne, es todavía peor. A...