Tan pronto como pasamos por la puerta, todo el paisaje se transformó. De ser aquella caverna con el río, el lugar pasó a ser una extensa llanura, parecida a una sabana, donde había dos enormes montañas, separadas por un par de kilómetros. Y, apenas visible, había un río que serpenteaba y rodeaba la montaña más lejana.
—Vamos, debemos ir hacia las montañas —dije emocionada, aunque ni bien terminé de hacerlo, sentí ligeras vibraciones bajo mis pies, que poco a poco fueron intensificandose, hasta que los demás se percataron también.
Y entonces comenzó a temblar. El suelo se sacudió de forma violenta, haciendo que los cinco cayeramos al suelo sobre nuestros traseros.
—¿¡Qué-é e-está pasa-a-ando!? —Preguntó Alessa alarmada y asustada. Estaba tratando de mantener el equilibrio, pero no lograba ni sentarse.
Mar se encontraba en la misma situación que Alessa, pero con la diferencia que no se dejó llevar por el miedo. Nuestras mirada se cruzaron un segundo y supe que ella también sabía cuál era la razón del temblor. Igual que Payne, quién se había rendido y ni siquiera trataba de levantarse: sólo se había recostado y esperaba a que el temblor pasara. Víctor, por otro lado, era quien peor se veía, con un aspecto verdoso y con una expresión que decía que devolvería el desayuno en cualquier momento.
—No e-es na-a-ada de q-q-qué preo-o-ocuparse —traté de decir con calma, intentando no morderme la lengua por todo lo que me movía—, ve-e-a-an las mont-a-a-añas —señalé el lugar con un dedo.
Fue cuando ocurrió lo que el temblor anunciaba: ambas montañas empezaron a moverse, deslizándose una hacia la otra, y estrellándose de forma aún más violenta, cesando el terremoto en un parpadeo.
—¿Dijiste que debemos ir allá? —Preguntó Alessa angustiada—. Sí viste cómo se estrellaron, ¿no?
—Estamos en el Tepeme Monamictlán —dije sonriendo—, el lugar donde se juntan las montañas. Es algo que sucede de forma aleatoria, y sólo los dignos pueden cruzar en el momento adecuado para no ser aplastados y triturados por las rocas —me encogí de hombros, como restándole importancia al asunto.
Víctor se puso de pie con esfuerzo, y parecía verse mejor que hace un par de minutos tras haberle dado un trago a su termo de chocolate. Empezaba a recuperar su color habitual, aunque parecía seguir algo mareado.
—¿Y cómo sabremos que somos dignos? —Preguntó él.
—Es el reino de mi padre —dije sonriendo de vuelta—. Él nos dejará pasar sin problemas.
Tomé mi mochila y le sacudí el polvo que tenía, me la colgué al hombro y me dirigí hacia las montañas.
—¿Vienen? —Pregunté y todos se pusieron en marcha.
.
Tras unos cuantos minutos de caminata en silencio, me puse a pensar cómo podría abordar el tema de Michael con Mar, porque no podía simplemente llegar y decir "Hola, Mar, hace un precioso día aquí en el infierno, ¿no crees? Oye, me estaba preguntando si, de pura casualidad, conoces a Michael, mi hermano gemelo que murió hace un par de años y que ahora es un Guerrero del Sol. Es rubio rojizo, alto, con pecas, y debe lucir como yo. Es decir, una versión masculina de mí. Si es que yo fuera un chico".
O quizá sí, debería llegar a preguntarle justo de ese modo. Estaba segura de que no se molestaría si era directa al hablarle. Al fin y al cabo, ella era bastante directa.
Ella iba un par de metros detrás de mí, estaba viendo sus zapatos y parecía estar trarareando una canción. Hombres de acción, si no me equivocaba. Ralenticé mis pasos para quedar a su misma altura, y decidí no darle tantas vueltas al asunto y preguntárselo de una vez.
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La Trilogía Azteca 2: Los Nueve Infiernos
AdventureTras lo ocurrido en la batalla de la Calzada de los Muertos, Mich está destrozada. Por no haber podido aclarar sus sentimientos hacia Rodrigo a tiempo, su mundo se puso de cabeza. Y eso, acentuado con la desaparición de Payne, es todavía peor. A...