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Intentaba regresar a la superficie, pero el agua estaba demasiado helada y la corriente era muy fuerte, y me estaba arrastrando. Tuve que hacer unos esfuerzos enormes para no tragar agua y ahogarme.
Daba brazadas y patadas tratando de nadar y mantenerme a flote, pero no lograba hacer nada. El agua me revolcaba y me hacía dar vueltas hacia todos lados. Sólo podía ver el burbujas y espuma del agua. Me estaba cansando demasiado, y me iba a dar por vencida y dejar de poner resistencia cuando sentí un fuerte golpe en mi cabeza, que me hizo soltar un grito, y todo el aire que había estado intentando retener se me escapó.
Sentí algo duro detrás de mí y me sujeté como pude. Era una de esas enormes rocas que sobresalían del agua. Con eso me había golpeado.
Comencé a escalar la piedra, pero me sentía bastante pesada. Además de cansada, mi ropa y mi mochila estaban muy mojadas y hacían que me moviera lento. Un mechón de mi cabello resbaló y cayó sobre mi rostro, se veía demasiado rojo y un sabor metálico invadió mi boca. Toqué ahí donde me había golpeado y dolía como mil demonios. Revisé mi mano y estaba llena de sangre.
—Lo que me faltaba —farfullé mientras terminaba de escalar la roca.
Un rugido me sacó de mis pensamientos. Me giré y vi a la iguana pelear contra Momo en el río. Mar estaba en la orilla, recostada en las rocas y tratando de recuperar el aire, con Beatrice estando a un lado suyo, agitando su cola de un lado a otro. Payne se encontraba en la otra orilla, peleando contra Xólotl, quién había tomado forma humana, y ambos estaban rodeados por un ejército de fantasmas: aquellos indignos que no podrían cruzar jamás el río Apanohuacalhuia, que servían de alimento a Xochitónal. Pero no pude ver ni a Alessa ni a Víctor en ningún lado.
Alessa no me preocupaba. Ella era hija Atlavâ, señor de los lagos y los navegantes. Seguro ella podía llegar nadando hasta la orilla del río. Por quién me preocupaba era Víctor, de quién no conocía sus habilidades para la natación.
Pero mi angustia se disipó cuando vi la cabellera castaña de Alessa salir a la superficie, abrazando un cuerpo vestido con ropa negra. Una sonrisa apareció en mi rostro. Alessa había ido a buscar a Víctor. Ambos llegaron a la orilla y Mar corrió a hacerle RCP a Víctor, y en cuestión de segundos el chico terminó escupiendo el agua que se había tragado.
Mis dos amigas parecían estar discutiendo algo. El ruido del agua golpear contra la roca no me dejaba oír lo que decían. Después ambas empezaron a gritar mi nombre a la vez.
—¡MICHELLE! —Lo más seguro es que mis amigas me estuvieran buscando. Sí, así de perspicaz soy.
—¡Alessa! ¡Mar! —Las llamé de vuelta. Las dos tardaron unos segundos en ubicarme sobre la roca.
Mar le dijo algo a Alessa y sacó algo de su bolsillo y lo arrojó al aire. Hubo una pequeña explosión como de fuegos artificiales y Paco, el alebrije, empezó a volar en mi dirección. Me puse de pie y estiré mis brazos a tiempo para que Paco me tomara con sus patas de jaguar. Me llevó hasta la orilla con mis amigas y me dejó en el suelo, luego volvió a convertirse en el pequeño llavero colorido que era antes y Mar lo guardó en su bolsillo.
—Debemos ayudar a Momo —les dije mientras sacaba unas gasas de mi mochila para detener la sangre que salía de mi cabeza.
—No, busquemos la entrada al Segundo Infierno —dijo Alessa—. Una vez que estemos ahí, puedo invocar a Momo para que regrese a su huevo.
—Bien —asentí al cambiar de gasa, ya que la primera estaba llena de sangre—. ¿Víctor?
El chico se puso de pie, al parecer ya se había recuperado de casi ahogarse.
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La Trilogía Azteca 2: Los Nueve Infiernos
AdventureTras lo ocurrido en la batalla de la Calzada de los Muertos, Mich está destrozada. Por no haber podido aclarar sus sentimientos hacia Rodrigo a tiempo, su mundo se puso de cabeza. Y eso, acentuado con la desaparición de Payne, es todavía peor. A...