la hermana de dam ; ecko

07

—Esa burra mamu—habló una voz conocida.

Me gire y lo vi, estaba con una sonrisa de oreja a oreja mirandome descaradamente.

—¿No te enseñaron que antes de entrar se toca?—cuestioné con cara de orto—Mirá si estaba desnuda o algo, estúpido.

—Acabo de llegar, ¿y ya andas enojada?—blanqueó los ojos.

—Si, déjame—contesté mirándolo con cara de orto nuevamente para después darme la vuelta.

—Hasta con cara de orto sos linda ¿como haces?—se apoyó en el marco de la puerta.

Se me dibujó una sonrisa en la cara y me sonrojé.

Escuché como se iba acercando y puso sus manos en mi cadera, movió mi pelo para un costado y dejó un beso mojado en mi cuello.

—Qu-que haces—tartamudeé.

Sonrió y siguió dándome besos.

—Pa-para Ecko—volví a tartamudear.

—¿Me vas a decir que no te gusta?—susurró y después mordió mi lóbulo. Me di la vuelta y nos quedamos frente a frente.

—¿No que vos tenes novia?—levanté la ceja.

—Ya te dije que no tengo novia—blanqueó los ojos. Lo quedé mirando con el ceño fruncido

—Vos a mi no me dijiste nada que yo sepa—me encogí de hombros.

—¿Que te pensas que no me di cuenta que sos vos la que me mandó la foto?—soltó—Ya te dije que me podías entregar el orto o enviarme todas las nudes que quieras.

—¿Que foto?—pregunté confundida, aguantandome la risa—¿Aparte que hablas de entregar el orto?

—¿Me estás jodiendo?—cuestionó un poco enojado.

—No—contesté pero no aguante más y me empece a reir—Te estabas re trabando.

—Ah bue—se cruzó de brazos y me miró con cara de culo.

—Vení, no te enojes Spaghetti—lo abracé, después me separé un poco para mirarlo y le planté un beso de una. Empecé a bajar mi mano hasta su abdomen y justo cuando iba a tocar su miembro. Saqué la mano para dejarlo con las ganas, aproveche que justo me llamo mi hermano.

—¡Belén!—exclamó mi hermano.

—Qué—chillé acercandome a la puerta.

—Van a venir los pibes a la noche, si queres invita a Camila.

—¡Bueno!

—Ecko se queda con vos, yo voy a comprar unas cosas para esta noche—dijo y se escuchó el ruido de la puerta cerrarse.

Me quedé petrificada al escuchar eso, sabía que mi hermano iba a tardar en volver porque siempre hace lo mismo y para colmo estaba con Ignacio, sola.

—Bueno—dije dándome la vuelta y mirándolo—Yo tengo que seguir limpiando.

—No, vos no limpias—me miró serio—Después de dejarme así—señaló a su entrepierna—¿Te pensas que te voy a dejar limpiar?

Me empecé a reir y en eso se me ocurre una idea.

—Tengo que limpiar en serio ayer garche con un pibe y no voy a dejar las cosas así—mostré todo el quilombo de mi pieza.

Me miró mal.

—¿Ayer? ¿En la joda? ¿A quien te garchaste?—alzó una ceja.

—Queti—sonreí—Se dice el pecado pero no el pecador.