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—¡Ignacio levántate!—grité en su oído.

—Pará Belén—se dió la vuelta y se tapó hasta la cabeza.

—Boludo, dale que me tengo que ir al aeropuerto—lo moví.

—Ya voy—se destapó y revoleó los ojos.

Bajé y me dirigí a la cocina para preparar algo para desayunar. Me preparé un te y unas tostadas.

Al ratito apareció Nacho por la puerta con una cara de dormido impresionante.

—Sos infumable—respondió un poco enojado, alce la ceja pero no emití ninguna palabra.

—Callate Ignacio—acoté y seguí tomando mí té, se acercó hasta mí y me abrazó por la cintura—¿Sos bipolar vos?

Rió.

—Perdón por hablarte así—dijo dándome un beso corto en la comisura de los labios—¿Me perdonas?

—Apurate que voy a llegar tarde—dije sin ninguna expresión en la cara.

—Que carucha Belu—rió mi mama.

—Buen día ma—sonreí y me acerqué para darle un beso.

—¿Desayunaron?—preguntó con el ceño fruncido.

—Yo sí, Nacho no—me limité a responder.

—Bueno—miró a Nacho—¿Querés un té?—asintió y se sentó. Mientras tanto yo fui arriba para agarrar mis valijas.

—Buen día Belu—saludó Leandro en el marco de la puerta.

—Hola Leandro—contesté con una sonrisa.

—¿Preparada?—preguntó con una sonrisa.

—Obvio, pero me pena mi mama. Prometeme que las vas a cuidar por favor—lo miré a los ojos, asintió y se acercó a mí hasta mí para agarrar las valijas y bajarlas.

Una vez bajamos nos encontramos en el sillón a Nacho y a mí mamá hablando animadamente.

—¿Estas?—le pregunté a Nacho, asintió y se levantó. Miré a mí mamá y estaba con una sonrisa y con los ojos cristalinos.

—Yo los llevo—habló Leandro, le sonreí en forma de agradecimiento.

Me acerqué a mi mama y ella puso sus brazos alrededor de mi espalda y me abrazo fuerte, oí los sollozos. Mi mamá estaba llorando.

Me separé de ella y la mire tenía los cachetes rojos y los ojos hinchados.

—Eu ma, no te pongas mal—la miré a los ojos fijamente

—Ya sé, perdón—se sacó las lágrimas riendo.

—Yo cuando pueda voy a venir a verte, no te preocupes—me acerqué para abrazarla fuerte.

—Sabes que está siempre va a ser tu casa—me susurró, asentí con una sonrisa—Bueno, vayan que se les va a hacer tarde, me la cuidas Nacho.

—Yo la cuido mucho—río y me abrazo por la cintura.

—Bueno ¿Vamos?—preguntó Leandro, ambos asentimos. Agarraron las valijas y empezaron a salir.

—Te voy a extrañar, cuidate y te quiero muchísimo chiquita de mama. Me avisas nada más llegar, por favor—dijo agarrandome de los cachetes y dándome un beso en la frente.

—Si ma, yo también. Dale yo te aviso—le sonreí y me dí la vuelta para irme.

Leandro y Nacho me estaban esperando con el auto ya arrancado, me metí en la parte de atrás del auto.

la hermana de dam ; eckoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora