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Octubre 1, 2016.
Vuelvo a echarle un vistazo detallado a los alrededores. A estas horas ya no hay mucha gente en DreamsField mas que los de clases vespertinas. Hay algunos alumnos en el césped disfrutando de lo poco que queda del sol de la tarde. El club de cheerleaders, de Volleyball y los Lobos del FA entrenando en las canchas y algún que otro idiota que se ha quedado por alguna estúpida razón. Como yo.
—¡Skyle!— parpadeo un par de veces y vuelvo la vista a la rubia frente a mí. Acomoda sus senos grotescamente para hacerlos ver más grandes por debajo de su camiseta; levanto las cejas preguntando dos cosas; qué quiere y por qué me está poniendo las tetas casi en la cara. Quiero decir, no es que me moleste, después de todo por eso estoy aquí, pero no voy a tirármela en medio del campus. —¿Estas escuchándome?
Estoy a punto de resoplar. Si tuvo que gritar para que yo me diera cuenta de que me estaba hablando, claramente no la estaba escuchando.
—No.
—¿Viste mi presentación?
—Solo estabas ensayando— esta vez solo levanto una ceja, y me obligo a no pronunciar nuevamente el «No», o voy a quedarme sin nada.
—Si, pero cada uno de mis movimientos te los dedique a ti.
¿Digo lo que pienso o me lo guardo para poder tirar? Estoy seguro de que ella es de la clase de chica que va a armar berrinche si después de todo lo que me rogó para que viniera, le digo que ni siquiera me di cuenta de lo que hizo. No me interesa el fútbol americano, y no lo veo porque son justamente los Lobos quienes lo practican. Es por eso que mucho menos me interesa ver el show de las porristas que los apoyan. Si me senté en esta galería en primer lugar, fue porque ella lo puso como condición para tirar. No me gusta, pero si puedo soportarlo si eso significa que luego podré desestresarme un poco.
—Por supuesto, gracias— en su cara casi no alcanza la sonrisa que me lanza.
—¿Deberíamos irnos ya?— esta vez el que sonríe soy yo.
§
Me estiro para llegar al suelo detrás de los asientos hasta que por fin doy con la caja de condones. ¿Como mierda puede ser que me olvidara de ellos?
Debo ser el único mujeriego que no anda siempre con uno encima por un «Por si acaso». Idiota pero no descarado.
Tomo algunos y los dejo en mi bolsillo antes de tirar la caja de vuelta a donde estaba. Me encamino al lugar donde deje esperando a la rubia, acomodo algunos de los sobres en mi billetera y dejo solo uno al rápido alcance; lo último que quiero es que se me caigan en cualquier parte. No porque esto pudiera avergonzarme, sino porque sería molesto perderlos.
—¡Hey tú!— escuchó gritar, y de pronto siento pasos de alguien correr a mis espaldas.
El instinto de peligro me pone enseguida en alerta y no puedo evitar poner la mano sobre el arma que tengo pillada en el pantalón. Pero cuando volteo en busca de la voz y me paro en seco, lo único que encuentro es a una chica que casi se estampa conmigo.
—¿Acaso eres sordo?
¿Qué?
—¿Qué si soy gordo?
No le hace ninguna gracia.
En lo primero que me fijo cuando poso mis ojos sobre ella, es en lo sucia que lleva la cara. Tiene una mancha negra que le recorre la mejilla y una marca sobre su labio, además que pese al frío, le recorre una fina capa de sudor. Tiene su pelo gris atado en un tomate alto en la cabeza, pero está completamente despeinado. Sus ojos son de un color muy claro que a la luz podría ser un tono gris plateado, pero no estoy seguro, ya que me está frunciendo el ceño y no lo puedo ver bien.
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Perfecto Engaño | Titanes III |
RomanceSkyle Dickens tiene tres razones por las cuales podría estar cerca de una chica: por trabajo, por familia, o porque le pone. No hay espacio para otro tipo de relaciones, su vida es ya lo suficiente caótica y complicada. Él no necesita una novia, él...