Esta vez soy yo quien pasa a recogerla. Nueve en punto en la fraternidad, tal y como lo prometí. Marco su número cuando estacionó el auto frente a la entrada y espero que me lo coja, pero el tono suena y suena y no hay respuesta. Vuelvo a marcar una segunda vez e incluso una tercera, pero no consigo cambio alguno. Al final la preocupación que se extiende en mi no se forma por el echo de que pueda dejarme plantado, si no porque algo malo pueda haberle pasado. Dejo mi auto y salgo de allí casi corriendo al interior, pero me detengo justo antes de llegar a la puerta.
Esta parada frente a mi tambaleante, su mirada tirita y por primera vez desde que la conozco, la noto insegura. Parece en un punto medio entre una risa y llanto, como si no supiera que hacer. La he pillado de sorpresa, al parecer estaba decidiendo si salir o no, pero ella también lo ha hecho conmigo, porque no sabría describirla exactamente en estos momentos. Comienzo a examinarla desde abajo hacia arriba, haciendo equilibro sobre unas altas botas negras que le llegan más arriba de las rodillas; viste una corta falda negra con una polera a rayas de escote corazón que le deja los hombros descubiertos y en sus manos un abrigo negro. Su cabello gris está suelto pero sostenido por detrás, y completa todo eso, como su típico maquillaje. Distinta, deslumbrante, impresionante... no se si existan las palabras para describirla en estos momentos, porque se ha quedado con mi atención y me ha robado hasta el aliento. Su atuendo común ha cambiado totalmente, pero en ningun momento a dejado de ser ella.
—Woow— Suelto al final.
Se le nota mucho más el nerviosismo, cuando sonríe de medio lado ante mi comentario y ordena un mechón invisible detrás de la oreja.
—¿Estas bien?— Pregunto. —No contestabas... pensé que te había sucedido algo.
Ella niega lentamente. —No podía decidir a salir.
—¿Por qué?
—Por cobarde— Admite simplemente. —Temía lo que fueras a decir al verme así— Baja la mirada hasta la punta de sus botas y se balancea un poco.
—¿Por lo que yo vaya a decir? Joder, ¿Que podría decir? Estás realmente de otro planeta.
Sube su mirada y me sonríe sinceramente. Parece que luego de mis palabras se relaja un poco. Me acerco a ella y no espero nada antes de presionarla contra mi y besarla. Porque lo dije, lo haría cada vez que lo sintiese, y en estos momentos siento que podría mandar todo el plan a la mierda, crear un paso final y llegar hasta el directamente. Un plan que no incluye a nada más que a nosotros dos. Literalmente. Sus botas además de hacer ver su belleza como si estuviera sobre un escenario, la vuelven más alta, pero ni siquiera así puede igualar un poco mi porte. Y debo admitir que eso es una de las partes que más me gusta, me gusta sentir que puedo protegerla.
Me estaciono en los estacionamientos del restaurant y apagó el auto. Me bajo y me dirijo hacia el lado del copiloto para abrirle la puerta a Evee, pero cuando llego, ella ya está abajo.
—¿Que haces?— Su cara cambia en un segundo.
—¿Como que que hago? Me bajo del auto.
—Debías esperar a que te abriera la puerta.
Frunce el ceño. —Puedo abrir la puerta por mi misma, Skyle.
—No se supone que en una cita elegante te abras la puerta tú sola— La veo rodear los ojos y cruzarse de brazos. —Anda, entra otra vez.
—¿Que?— Me Mira como preguntándome "¿Es en serio?"
—Que entres. Si vamos a hacer esto, debemos hacerlo bien.
Parece a punto de lanzarme una de sus botas, pero al final sonríe negando con la cabeza. Entra nuevamente al auto e incluso se pone el cinturón. Desde fuera le envío una sonrisa y me arreglo mi camisa del gusto. Me acerco a su puerta y la abro, esperando a que ahora baje como toda una Reina, pero no sucede nada.
ESTÁS LEYENDO
Perfecto Engaño | Titanes III |
RomanceSkyle Dickens tiene tres razones por las cuales podría estar cerca de una chica: por trabajo, por familia, o porque le pone. No hay espacio para otro tipo de relaciones, su vida es ya lo suficiente caótica y complicada. Él no necesita una novia, él...