Agosto 15, 2017
20:23 PmMe detengo en el estacionamiento justo a tiempo. El camino nos dio el chance suficiente para hablarle de cómo conocí a Evee, el hecho de que en realidad era la hija de Ferrari, y la cantidad de mentiras que salieron de su boca desde el día uno.
Me doy cuenta durante el camino el dilema con el que me topo cada vez que estoy con ella. La amo tanto, como nunca creo haber amado a nadie; sin embargo, cuando se trata de confiarle cosas, hay algo que siempre me frena. Esa maldita alarma de incendios que la vida nos plantó en el cerebro se enciende alborotadamente para hacerme retroceder.
Para mi sorpresa, Tyee no comienza a crear hipótesis malas de ella, pero tampoco es como que la defienda. Más o menos, quiere mantenerse como un mero espectador de la historia, alguien que opina, pero no con la intensión de influenciar a los demás. Me dice que quiere comenzar a confiar en ella, pero que su historia no es lo bastante favorecedora. Sin embargo, que si yo me entrego completamente, ella va a seguirme desde atrás para cuidarme las espaldas, y también para vigilar que el amor no vaya a cegarme otra vez. Algo así como ese ángel en tu oreja que no para de decirte las cosas que están mal. Pero que por tratarse de Tyee, es más como un demonio.
—¿La amas?— pregunta entonces, mirando la noche a través del parabrisas en los estacionamientos de visitas de los departamentos.
—Si— suspiro.
—¿Qué es lo que amas de ella?
Me lo pienso un poco, luego sonrío. —Dios, no lo sé. ¿Todo?
—Entonces estas completamente perdido— Tyee se acomoda en el asiento para volver a mirarme. Sus ojos se oscurecen por la poca luz de la noche, sin embargo su alborotado pelo anaranjado no baja por ningún motivo su intensidad. —No soy una experta en el amor, y creo que tienes más que claro nuestros fracasos. Pero después de toda mi historia con Kylan, si de algo estoy segura, es que a veces, cuando ves que las personas se están esforzando por arreglar sus errores, las segundas oportunidades sí que valen la pena. O las terceras, cuartas y quintas— suspira. —Pero también nos toca a nosotros hacer un esfuerzo.
—¿Un... esfuerzo?
—No podemos sentarnos a esperar que todo salga bien sólo si ellos trabajan por la relación. Vale, quizá fue su culpa que todo se fuera a la mierda, pero no podemos mantener una postura cerrada y esperar a que lo den todo por arreglar las cosas, casi como si les pidiéramos que mágicamente nos reconquistaran nuevamente.
—Me perdí— reconozco; Tyee se alarga para pegarme en el hombro.
—Es algo desgastante para ellos. Podríamos correr el riesgo de cagarlas nosotros también.
Tiene razón. —De cansarlos a ellos— Tyee asiente.
—Así que si realmente quieres estar con ella, y te da miedo perderla, comienza a pensar como desarmas tus ataduras.
Me encanta la forma en la que Tyee te puede dar consejos de vida y de amor como si fuera una psicóloga, sin dejar de ser ella misma. Sin perder su esencia. —Eres como la doctora corazón, ¿Lo sabias?
Ella arruga el ceño. —¿Que mierda acabas de decir? ¿Quién es ella?
Me encojo de hombros. —No lo sé. Me sonaba simplemente, y tu discurso me lo recordó.
Pone una mueca y achina sus ojos. —Soné muy cursi, ¿No?— Asiento. —Vale. Esto me pasa por ser buena amiga. Te doy consejos, ¿y así es como me pagas? Que mierda de amigo me he conseguido.
Me echo a reír al ver su cara de indignación. —No podrías haber conseguido uno mejor, y lo sabes.
Sonríe. —Tu tampoco.
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Perfecto Engaño | Titanes III |
RomanceSkyle Dickens tiene tres razones por las cuales podría estar cerca de una chica: por trabajo, por familia, o porque le pone. No hay espacio para otro tipo de relaciones, su vida es ya lo suficiente caótica y complicada. Él no necesita una novia, él...