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Junio 15, 2017
03:40 am

Las primeras vueltas son tranquilas; apostaría que las parejas que salen estuvieron en algún tipo de relación, ya que ninguno hace mayor drama. Se besan por diez segundos sin siquiera chistar. Los turnos se van dando solo por azar; el último que salió elegido gira la botella, entonces el nuevo elegido gira para ver con quien tiene que besarse. Esta es una forma de jugar en la que puede que no todos tengan que besarse, y fue elegida así para los que jugamos casi por obligación.

Daila gira la botella, y como si fuera una broma, le toca entonces besar a Millán. Ella hace una mueca e incluso gruñe.

—Tienes que estar jodiendo.

—¿Algo que decir?— Pregunta Milán enarcando las cejas, apoyándo los codos sobre la mesa.

—Ten cuidado— Responde, y se acerca a la mesa justo frente a él.

—¿Cuidado con que?

—Con volver a engancharte— Le toma del cuello y apega sus bocas sin ningún cuidado. Todos comenzamos a contar.

Cuando Millán Gira para designar el próximo jugador, la botella apunta hasta mi. Miro la botella con odio, y también a quien la giró, porque no tenía ni la más mínima intención de jugar. Gruño para mi cuando tengo que hacerla girar y no me emociona para nada saber quien es la elegida. Lo único que le faltaría a mi noche, es que saliera Evee.

Como para rematar.

Levanto la mirada casi con miedo; es casi inefable el sentimiento de alivio que siento cuando me doy cuenta de que la botella apunta a Sollar. No es que estuviera deseando que fuera ella, en lo absoluto, pero en estos momentos cualquier cosa es mejor que besar a mi ex. Tengo mucho miedo de lo que eso pudiera llegar a provocar. Miro a la elegida; Sollar es por completo mi tipo de chica. Rubia, pequeña, de actitud extrovertida e indefensa; como ese tipo de chicas que parece que necesitan que las protejas. Ella es la definición perfecta para señalar en quien me hubiera fijado antes de Tyee.

Después de que me di cuenta de lo que yo sentía por ella, todo mi maldito mundo se vino abajo. Se desmoronaron mis ideales y lo que yo creía que era. Tyee me hizo darme cuenta de muchas cosas sobre mi mismo, e incluso sobre los demás. Y le abrió paso a Evee; llego como esas tormentas que vienen después de los desastres, cuando todos creen que no puede suceder algo peor, pero entonces cae.

Dudo bastante. No se si mirar hacia Evee, puede que hacerlo me recargue esa sed de venganza y me llene de valentía, o puede que por el contrario, me sienta peor de lo que ya me siento y mande todo a la mierda. Darme cuenta de esto me hace sentir pero aún. Jamás pensé que alguna vez yo iba a llegar a dudar antes de hacer algo. Simplemente lo hacia, me arriesgaba; a la mierda lo que los demás pensaran. Y ahora... tal como dijo mi hermana, ni siquiera me siento como yo.

Decido optar por mi primera idea y no mirarla, porque el miedo a arrepentirme es mucho más grande. Quizá así en algún momento vuelva a ser yo mismo.

Me acerco hasta Sollar y en un impulso de adrenalina, soy yo quien comienza a besarla. No besa mal, pero el problema es que uno siempre tiende a comparar cuando quiere engañarse a si mismo, así que le busco cada desperfecto. Sus labios son más finos, se lo toma con más calma, me cuesta conectar.

Y aunque siempre suelen decir que la única forma de sacarse la rabia de encima es devolviendo con la misma moneda o con una mejor, acabo de comprobar que no, y la realidad me golpea de frente. Me siento incluso peor.

—¡Trece, catorce, quince..!— Escucho que dicen, y me congelo cuando me doy cuenta de que nos hemos pasado. Eran diez segundos y nadie me detuvo. Me separo de ella casi sorprendido de mi mismo.

Perfecto Engaño | Titanes III |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora