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Enero 18, 2018
10:33 Am

Después de lo sucedido en el patio de la universidad, nuestro sistema de defensa levanto todas sus murallas. Por salud mental de todos, nos hemos encargado de tener cubierto todo, de que nadie jamás este por ahí solo. Vamos con Heaven y Dallas a todas partes como si de pronto tuvieran cinco años de nuevo. Las chicas no han dejado de asistir a clase, pero no hay lugar al que no le sigamos la pista. Y pese a cuanto me gustaría poder ser de aquellas personas rencorosas y haber mantenido mi actitud dolida por un par de días, la verdad es que ni siquiera me duro mucho. La conversación con Evee no fue mucho más allá, después de que me prometiera que jamás volvería a ocultarme más información, por muy estúpida que pareciera, mis mariposas en el estómago comenzaron a volar y se me olvido todo como un maldito quinceañero enamorado.

Y creo que eso a veces es la mayor de mis debilidades. Soy demasiado blando.

Siento un suspiro de parte de Evee, y me alcanzó a girar para verla acomodarse bajo las mantas en el sillón. Parpadea pesadamente, pese a que acaba de despertar. Temprano para ser que es sábado y ambos podríamos habernos quedado en la cama hasta medio día. Sin embargo el vientre de Evee comienza a ser enormemente grande, y suele quejarse mucho de la espalda y de lo incómoda que está para dormir. Así que como buen novio, intento hacerle la vida más fácil y la acompaño a lo que sea que ella dice que es mejor.

Estoy especializándome en medicina, pero cuando se trata de lados específicos de la maternidad, me siento como si fuera un ingeniero, totalmente desconectado.

—¿Qué crees que deberíamos almorzar?— inmediatamente Evee comienza a reír.

—¿No es un poco temprano?

—¿Para comer? Jamás— creo que Evee se está volviendo inmune a mis idioteces, porque no se ríe, tan solo alza una ceja.

—Lo preguntas como si fueras tu quien va a cocinar— se acomoda en el sillón para mirarme de frente. En respuesta le lanzo una sonrisa mostrándole los dientes.

—Dame un poco de crédito, al menos tengo la intensión de incentivarte a comer.

Ella niega con la cabeza. — ¿Qué vas a hacer si algún día yo no estoy?

—Estoy contando con que eso jamás pase.

—¿Y si no puedo cocinar?

—Voy a un maldito restaurant y te compro comida para llevar— meneo la cabeza de un lado a otro lentamente, gestionando más ideas. —Como última opción podría pedirle a Kylan que nos cocine. Tyee no va a negarnos comida.

—Eso suena terrible— dice arrugando el ceño. —No creo que quieran tenernos en medio.

Sonrió. —Apuesto que sí. Después de tanta soledad, siempre hemos estado mejor al lado del otro.

Al final Evee me sonríe y asiente. —Bueno, en ese caso siempre podemos cocinar juntos— y con solo decir eso, me hace doler el alma de alegría.

No creo que alguien pueda entender cuánto significamos el uno para el otro. Como el hecho de crecer juntos nos ha unido como a una familia de nombre y sangre; y saber que aún si Evee no lo comprende del todo, lo acepta, me hace entender que la elegí muy bien. Nos elegimos a la perfección.

—¿Que comeremos entonces?

—¿Qué tal un desayuno francés? — La fulminó con la mirada.

—Se te acaba de antojar ¿No?

—No— aprieta los labios. —Es mi idea totalmente.

—Ya... ¿Entonces dices que no tiene nada que ver con el comercial del desayuno ese?— Evee niega efusivamente con una sonrisa. —Venga, veré que me sale.

Perfecto Engaño | Titanes III |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora