Parte 285: Reunión fantasmal

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En lo más profundo de la Academia de Guerra, hay una cafetería a oscuras a la que no se suele acercar nadie más que los campeones más tenebrosos.

Hoy está alumbrada por el carcelero Thresh, quien está sentado en una de las mesas junto a su esposa, la hacedora de viudas Evelynn.

"Venga, Thresh, estoy cansada de ir de sombra en sombra"

"¿Te crees que a mi me hace gracia ir con este trasto?" - se quejaba el nigromante

"Al menos tu puedes salir, yo llevo días transportándome por sombras"

"Vaya, que pena...."

"Ni siquiera me dejaste saludar a Cassio cuando estaba malherida"

"Pff, si por mi fuera le hubiera...."

"¡Thresh!" - le llamó una voz conocida

"Hablando de la serpiente..."

"Compórtate..."

En la entrada se encontraba la figura de Pantheon, quien avanzó lentamente hacía la mesa donde se encontraba el espíritu.

"¿Crees que me habrá oído?"

"Espero que si" - dijo sacándole la lengua

"Saludos, carcelero y hacedora de viudas"

"No voy a recoger esas piedras..."

"No estoy aquí por eso" - dijo el artesano de la guerra - "Vengo a traerte esto"

"¿Mmmm?"

El gladiador dejó sobre su mesa la armadura del Matadragones, lo cual sorprendió a Thresh. Él creía que estaría contento de tener una reliquia de Rakkor.

"¿Me traes la armadura?"

"Si, hace tiempo me hablaste de los Objetos de Sangre" - dijo el guerrero - "Tal vez este sea uno"

"Objeto de Sangre... imposible, ya recuperé los tres únicos"

"Obtuviste los que contenían a los Sangrientos, ¿qué pasa si alguno estaba controlando la armadura?"

"Contro... landola..."

Cualquier Sangriento o espectro podría haber dado "vida" al Matadragones... aunque no había ningún motivo para hacer eso, salvo atacar... dragones.

"Por cierto, Pantheon, ¿cómo está Cassio?"

"Mejor, aunque todavía dice palabras malsonantes acerca de Thresh"

"Comprensible, lamentamos interrumpir vuestros preeliminares"

"¿Preequé?" - se extrañó el Rakkor

"Pantheon, ¿por qué no se lo llevas a Zilean?"

"Pensé que tu estabas más involucrado con los objetos"

"Quizás sea uno o quizás no..."

"Podría ser incluso una trampa" - añadió Evelynn

"Tonterías, ya nos hubiera atacado ese Matadragones"

"Cassiopeia dijo que tenía un aura roja, quizás tenga algo que ver"

"Aura roja, eh..."

El carcelero pensó y pensó en las varias posibilidades, pero no se le ocurrió ningún Sangriento que se empeñara en matar dragones...

"Me lo quedaré unos días, luego te avisaré"

"De acuerdo" - dijo antes de darse la vuelta - "Y vigila tu lenguaje frente a Cassiopeia"

"Mortales... no puedes ni maldecirlos..."

El artesano de la guerra se marchó, dejando solos otra vez a los espectros.

"Igual ha acertado con su teoría"

"La armadura es antigua, no sé quien puede haber obtenido una"

"Tal vez un anticuario..." - dijo una tercera voz

El dúo se quedó en silencio por unos segundos y luego se giró para ver unos ojos rojos en la oscuridad, los cuales pertenecían a Zed.

"¿Desde cuando estás ahí?" - preguntó el carcelero

"Desde vuestros problemas conyugales...."

"Muy sigiloso" - admitió la diablesa

"Soy el Maestro de las Sombras..."

"¿Y has venido solo a saludar? ¿O acaso sabes algo de la armadura?"

"Ninguno de los dos casos..."

"¿Vienes por un consejo para tratar con Syndra?"

"Más o menos..."

"¿En serio?" - se extrañó el nigromante

"Necesito que le hagas un exorcismo...."

"Emm... ¿cómo dices?"

La Cripta de Thresh Vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora