-¿Qué diferencia hay entre morir y dormir eternamente?- preguntó la niña, tras lo cual tomó la taza de porcelana que estaba frente a ella y, siempre recordando arquear el meñique, se la llevó a los labios. Mina, que estaba sentada a su izquierda, no tardó en darse cuenta de que solo estaba fingiendo beber, en realidad la taza estaba vacía.
La niña se encontraba sentada a la cabecera de la mesa, tenía la piel blanca como la porcelana de la taza que sostenía, su cabello era negro, liso y lo tenía bastante largo, llegaba más allá de su cintura. Llevaba puesto un vestido negro de apariencia lúgubre, con guantes y zapatillas que combinaban, era la clase de atuendo que Mina había visto a niñas lúmenes usar en funerales. Apartó de inmediato esa idea de su mente, no quería pensar en la muerte ni en lo que esta podía haberse llevado. Sobre la cabeza la niña tenía un sombrero de copa, también negro, que le quedaba demasiado grande, y de cuyo costado colgaba una etiqueta que decía: "Propiedad de" seguido del dibujo de un ojo con un número cuatro en lugar de pupila. Bajo la sombra que el sombrero proyectaba sobre su rostro alcanzó a ver sus ojos, los cuales eran del mismo color dorado que los ojos del lumen de la capa de piel de lobo y, según el posiblemente difunto Mauro, que los del Rey Abraham Garra de Plata, otra vez Mina se esforzó en no pensar nada de ello.
-Al dormir uno puede soñar- dijo la niña de la capucha roja, la misma que había acompañado al lumen de la capa de piel de lobo. Estaba sentada justo frente a Mina, a la derecha de la niña del sombrero de copa, tenía la cabeza apoyada sobre una mano y una expresión de absoluto fastidio en el rostro. Ahora por alguna razón usaba un monóculo con un lente de vidrio muy oscuro sobre su ojo derecho.
-Los sueños a veces se vuelven pesadillas, no hay paz en el tormento- alegó una voz chillona.
Mina miró alrededor buscando su fuente, pero no había nadie más que ellas tres en la mesa, los demás asientos estaban vacíos. Pero pronto eso dejo de importarle, porque surgió una interrogante aún mayor: ¿dónde estaban? No reconocía el paisaje, no importaba en qué dirección volteara la cabeza ante sus ojos solo había colinas y colinas cubiertas de rosas rojas, pétalos arrastrados por la brisa danzaban a su alrededor. El cielo se encontraba nublado, pero sin presentar amenaza de lluvia. Mas el paisaje no fue lo único que no reconoció, ya no estaba usando el mismo vestido verde de ayer sino uno que estaba segura de que no le pertenecía, era de color rosado pastel, tenía mangas abombadas, una falda que le llegaba hasta las rodillas, y un delantal blanco al frente.
-Puede que sea posible encontrar paz en la muerte- dijo la misteriosa voz chillona.
-Incluso el dolor es más de lo que tienen los muertos- le contrarió la niña del sombrero de copa volviendo a dejar la taza en la mesa.
-Ella no tiene nada que ver con nosotros- mencionó la niña de la capucha roja señalando a Mina pero sin molestarse en mirarla a los ojos. Sin embargo Mina si la miró, y un pensamiento cruzó su mente, que era en realidad la secuela de una idea surgida la noche anterior cuando se acercó a los forasteros para decirles que su habitación ya estaba lista, justo antes de que el hombre de la capa de piel de lobo la tomara por el brazo y expusiera sus tatuajes, se le ocurrió que aquella prenda que la niña usaba no era de color rojo sino que estaba cubierta de sangre... no, eso no era cierto. La verdad era que en el momento que Mina se acercó y posó sus ojos sobre ella estuvo segura de que no estaba hecha de tela, sino de sangre !Sangre con vida propia¡
Pese a ser una idea ridícula el miedo inundó el corazón de la muchacha. No podía ser cierto, todos sabían que la sangre no se comportaba así, no tenía voluntad propia. La sangre solo corría por el cuerpo, o se derramaba y caía al piso donde se secaba. La sangre era solo sangre y nada más. Y aun sabiendo eso, al tener la prenda en cuestión tan cerca que podía tocarla con tan solo extender la mano la idea se revigorizaba dentro de su cabeza. Aquella insignificante capucha era de sangre. ¿Qué podía significar?
ESTÁS LEYENDO
La historia que ellos se contaron
FantasyHan pasado más de cuatrocientos años desde de que los lúmenes, originalmente llamados elfos, llegaran en exilio a las tierras de los umbras; la raza de la oscuridad, durante todo ese tiempo los lúmenes se han esforzado en olvidar los horrores del pa...