-¿Se rinde?- preguntó Tavis al mismo tiempo que en su rostro se dibujaba una sonrisa cargada de arrogancia, cosa que fue una lástima, pues era la primera sonrisa que Quincey le había visto.
Habían pasado dos días desde la llegada de los Torre de Cristal, y durante todo ese tiempo la mayor de las gemelas no hizo el menor esfuerzo de ocultar el desdén que sentía por él. Cosa que no solo le causaba a Quincey gran incomodidad, en particular cuando llegaba la hora de que todos se reunieran a la mesa para comer y tenía que enfrentarse a sus miradas hostiles, sino también gran curiosidad ¿Por qué lo detestaba tanto?; apenas la conocía, y que recordara jamás había injuriado a alguien de su clan.
Independientemente del motivo detrás tal desprecio Quincey terminó por decidir que lo mejor que podía hacer era ignorarla. Por desgracia ella no parecía dispuesta a ignorarlo a él, y durante la sesión de entrenamiento matutino de ese día aprovechó para acercársele, y le pidió que le concediera el honor de ser su compañera durante el combate de práctica. Quincey por supuesto que comprendió de inmediato sus verdaderas intenciones, y supo que ella no iba a abordar esa pelea de manera amistosa; quería derrotarlo, humillarlo, mostrarlo débil e incapaz en frente de las miradas de los miembros del clan que lideraba. No obstante, Quincey también comprendió que no podía rechazarla, no con tantas personas presentes, hubiera sido un insulto. Hallándose prácticamente acorralado en esas circunstancias no vio otra alternativa que al menos darse a sí mismo un chance de victoria al establecer un par de condiciones. Primero, aunque el uso de la magia estaría permitido ella no podría utilizar sus cristales para crearse ayuda alguna, y segundo, quería que Flora actuara como árbitro, pues como guardiana de juramentos que era podía confiar en su imparcialidad. Tavis estuvo de acuerdo, pero además pidió que el combate se realizara utilizando espadas reales y bien afiladas.
-Me enteré de que usted recibió entrenamiento como caballero gran maestro, solo no querría insultarlo pidiéndole que usara un arma de calidad inferior- dijo a modo de justificación.
Quincey tuvo que aceptar, Fabio, Jacob, y su propia esposa, se encontraban observando y escuchando con mucha atención, no quería quedar como un cobarde frente a ninguno de los tres.
-Es muy curioso que justamente hoy Lucila decidiera salir al jardín a ver el entrenamiento diario- le mencionó a Tavis, mientras ambos tomaban sus respectivos lugares a extremos opuestos del círculo de pelea-, ella no tiene por costumbre hacer eso.
-Sí, es muy curioso- respondió Tavis, y por la forma burlona en que se expresó le dio a entender que comprendía lo que estaba insinuando, y no negaba estar implicada.
Flora profirió un bufido en respuesta a su intercambio de palabras, y de inmediato les dio la señal para que empezaran la contienda.
Tavis lo tuvo dominado desde el primer momento, y le hizo darse cuenta con prontitud que fuerza y, gracias a la Aceleración, velocidad superiores, servían de poco ante alguien tan experimentado como lo era ella, a pesar de que a ojos de Quincey la muchacha en realidad no parecía rebasarlo por mucho en edad.
Sencillamente no importaba en lo absoluto en que ángulo la atacase, ella conseguía esquivar cada tajo y estocada mientras giraba alrededor suyo, y a causa de la gracilidad y precisión con la que ejecutaba cada uno de sus ataques se podía decir que casi parecía bailar. De hecho, de no ser porque ella le estaba infligiendo punzadas en brazos y piernas él hubiera podido llegar a considerar que su estilo de pelea era sin lugar a dudas artístico, maravilloso, y digno de ser admirado. Pero la motivación tras cada uno de sus movimientos no podía solo ser pasada por alto; las heridas no llegaban demasiado profundo y ninguna de sus estocadas se vio dirigía a algún área vital o articulación, pues ella no quería ni que él muriese ni que la pelea acabase demasiado rápido. Quería torturarlo, hacerlo sufrir por tanto tiempo como le fuera posible.
ESTÁS LEYENDO
La historia que ellos se contaron
FantasyHan pasado más de cuatrocientos años desde de que los lúmenes, originalmente llamados elfos, llegaran en exilio a las tierras de los umbras; la raza de la oscuridad, durante todo ese tiempo los lúmenes se han esforzado en olvidar los horrores del pa...