Primer interludio - Carrie

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Días después de que los últimos moradores de Las Cuatro Esquinas dejaran el poblado el otoño llegó a su inevitable final, y las primeras nevadas del invierno cubrieron los campos y tejados de blanco. Las celebraciones del Festival de los Fantasmas de ese año, particularmente en las ciudades de Bóreas y Ceres, fueron las menos animadas desde el Conflicto de Sucesión. Sin embargo, la falta de ánimo era algo que casi pasaba desapercibido en la isla de Narfi, puesto que era un lugar frío y deprimente todo el año.

Carrie luego recordaría que aún era de madrugada, y estaban cayendo unos pocos copos de nieve del cielo, cuando llamaron a la puerta de su habitación para informarle que los Centinelas de las Nueve Olas al fin habían venido a buscarla. Si las cosas hubieran sido como antes, si ella... hubiera sido como antes, quizás habría acabado por enfadarse de que la sacaran de la cama a esas horas. Pero ya no era la misma chica a la que Gretchen Luna Roja aceptó como su aprendiz. Ahora en sus venas yacía un fuego voraz, y sus noches estaban llenas de pesadillas que le dificultaban dormir. En esa en particular no lo había hecho en lo absoluto, por lo que al momento de abrir la puerta ya se encontraba preparada.

Carrie llevaba ya dos días en Arena Gris, el único poblado en Narfi, había llegado hasta allí desde la ciudad de Bruma a bordo del Justicia del Jarl, uno de los barcos de la Armada de Módir.

-No es necesario que nos pague- le dijo el Capitán Anders tras rechazar de manera educada el saco de monedas que le ofreció. -Usted lleva sus propias provisiones y la isla de Narfi queda en nuestra ruta. Además no me sentiría bien exigiéndole dinero a la Orden del Filo Redentor en estos tiempos que corren. Estoy seguro de que necesitan hasta la última moneda para el esfuerzo de guerra.

Ella se limitó a asentir; siempre procuraba hablar poco debido al gran número de cicatrices que le cubrían el rostro, dificultándole hacer cualquier gesto o siquiera mover los labios. No que el buen capitán hubiera podido darse cuenta de ello, pues Carrie usaba una magnífica máscara de cerámica, del mismo tipo de las que usaban los nobles de las Tierras de Cultivo durante su gran mascarada anual de a finales del verano. Con la única salvedad que la de Carrie no tenía dibujos de flores hermosas en colores brillantes ni ningún otro tipo de adorno, el Gran Maestro Heinrich Jardín de los Lamentos, que era quien se la había regalado, sabía que ella no necesitaba tales frivolidades.

Carrie no fue la única persona extra que el Justicia del Jarl llevaría en ese viaje, Sir Oliver, uno de los caballeros del clan Durandal, había sido enviado por su gran maestra a la isla de Tule, a intentar convencer al clan Thane de unirse a la guerra.

-Te llevaremos tan cerca de la isla como podamos, pero tendrás que abordar un bote y remar para alcanzar la orilla- le advirtió el Capitán Anders.

-¿Por qué?- inquirió el caballero -¿No es Tule la capital del archipiélago? ¿Y no trabajan ustedes para el clan Thane?

-Así es. Pero hemos escuchado rumores perturbadores sobre Tule, por lo que no planeamos acércanos más de lo necesario.

-¿Qué clase de rumores?

-A mediados del ciclo pasado una niebla fantasmagórica cubrió la isla por completo. Nadie que haya osado internarse en ella ha regresado.

-¿Qué hay del clan Thane, o de los habitantes de Tule?

-Nadie ha surgido del interior de esa niebla. Te aconsejo que reconsideres el poner un pie en esa isla.

Oliver pareció considerarlo por un momento, pero al final negó con la cabeza. No desobedecería a su gran maestra, tenía que ir aunque fuera solo para averiguar qué había sido del clan Thane.

La historia que ellos se contaronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora