Quincey no recordaba mucho de los días restantes de su convalecencia, aparte de que habían sido tanto numerosos como agobiantes, pero tan pronto llegaron a su final Adelfried y Oswald anunciaron que era momento de que regresaran a Sanguis. Se despidieron de Leif, del Gran Maestro Heinrich, y de Samantha; quien se quedaría en el pueblo junto con su esclava personal, y lo que quedaba de sus tropas, a esperar la llegada de refuerzos. Los Torre de Cristal eran realmente muy minuciosos en su extermino de todo lo relacionado con la nigromancia, Samantha no dejaría las Tierras de Cultivo hasta que hubiera inspeccionado toda la zona, y estuviera por completo convencida de que no quedaba ni un solo símbolo o texto relacionado con esa nefasta magia.
Antes de partir el Gran Maestro Jardín de los Lamentos les entregó el frasco con los ojos del Rey de la Caza Bolde, porque a pesar de que le hubiera encantado conservarlos, el hacerlo podría acabar por incitar la ira de la Vanguardia del Invierno, y lo último que Heinrich quería es que Églogas sufriera el mismo destino que Descanso de Carroll.
Para su vuelta a casa no emplearon el Camino del Alba, pues sin Samantha acompañándolos no tenían razones para pasar otra vez por la capital, en lugar de eso regresaron de forma más directa utilizando caminos secundarios. Esto además trajo el beneficio de que los poblados eran menos comunes que en las vías principales, cosa que representaba un enorme consuelo para Carrie. Su rostro desfigurado por el acero abismal aterraba a los niños, y aun no se acostumbraba a ocultarlo tras la máscara de cerámica que el Gran Maestro Jardín de los Lamentos le había regalado.
Adelfried se mostró cabizbajo durante todo el camino de vuelta, Quincey inicialmente atribuyó su actitud al hecho de que temiera a las represalias que Gretchen le tenía preparadas, hasta que llegaron a Anima, y lo apartó del resto del grupo para explicarle la verdadera razón. Lo que le dijo lo dejó sin palabras de pura sorpresa. Quentin Mano del Destino no estuvo entre las filas de los muertos vivientes de Tessie, y se sospechaba que eso no se debía a que lo hubieran devorado por completo, sino a que jamás llegó a las Tierras de Cultivo. Nadie en Églogas recordaba que Quentin hubiera pasado por el poblado, y ya que los caballeros eran raros en esos lares la presencia de uno jamás pasaba desapercibida. La única conclusión que Adelfried y Oswald pudieron sacar fue que Quentin nunca se dirigió a Blanche, había desertado de la orden, y su última carta no fue otra cosa que un intento de engañarlos. Adelfried creía que al regresar a Sanguis Quincey se arriesgaba a que el resto de la orden lo pusiera bajo arresto por sospechas de complicidad con su padre, por lo que quería que permaneciera en Anima hasta que Quentin hubiera sido encontrado, interrogado, y enjuiciado.
Quincey no supo qué pensar. Sentía muy poca estima por Quentin, pero la idea que pudiera ser un cobarde o abandonar a la orden no le pasó por la cabeza ni una sola vez. Una parte de él quería ir corriendo a Sanguis, postrarse ante el Comandante Godfrey y el resto del Concilio, y asegurarles que no había hablado con su padre en años. Sin embargo, a sus ojos eso quizás lo hiciera parecer aún más sospechoso, así que terminó por ceder a los deseos de su maestro, y ese mismo día cruzó las puertas de entrada del palacio de los Mano del Destino, un lugar que no consideraba su hogar desde hacía un largo tiempo.
Algo de lo que no esperaba enterarse al llegar, era que Nero y sus hijos aún se encontraban viviendo allí, y que en esos momentos el Gran Maestro Julius Caminantes del Abismo se hallaba de visita en la ciudad, supuestamente con el motivo de estrechar lazos con sus clanes aliados en Anima; los Ariel y los Mano del Destino. Pero Quincey sabía que el clan Sinfonía era uno de los pocos cuyo gran maestro aun no le juraba lealtad a la nueva familia real, por lo que sospechaba que la presencia del padre de la reina podía estar motivada a ello. Quizás tuviera planeado hacer que su hija removiera a los Sinfonía del poder en Anima, para reemplazarlos con el aliado local que se mostrara más dispuesto a complacerle. Claro que las maquinaciones políticas en que su clan pudiera estar implicado traían a Quincey sin cuidado, lo único a lo que aspiraba en esos momentos era una habitación apartada en la cual permanecer en paz hasta que su maestro le notificara que podía regresar a Sanguis. No obstante, los miembros de su familia que lo recibieron en la entrada fueron muy claros en que más le valía no causar problemas.
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La historia que ellos se contaron
FantasyHan pasado más de cuatrocientos años desde de que los lúmenes, originalmente llamados elfos, llegaran en exilio a las tierras de los umbras; la raza de la oscuridad, durante todo ese tiempo los lúmenes se han esforzado en olvidar los horrores del pa...