Capítulo 8 - En el jardín de las arañas

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Lucy despertó a la agradable sorpresa de que le trajeran el desayuno a la cama, un consuelo ante el hecho de que se sintiera tan aporreada, y del dolor aun persistente en su entrepierna. Agradeció en especial por el jugo ya que este le permitió limpiarse de la lengua el horrible sabor que le había dejado la pócima de la noche anterior. Si tan solo hubiera sido capaz de limpiarle la memoria de los malos recuerdos.

La noche le dio tiempo y calma con la que pensar a fondo sobre todo lo ocurrido, y ahora tenía una pregunta para la que necesitaba una respuesta urgente: ¿Qué rol había tenido su madre en ese asunto? ¿Si los había abandonado para salvarlos entonces por qué ella se encontraba en la situación actual? Sin olvidar que Marcus le había dicho la razón por la que había deseado la muerte de su padre, y no parecían tener nada que ver con su madre. Sin embargo el preguntarle a los esclavos que le habían traído el desayuno lo único que consiguió fue que le dijeran que no sabían nada de los asuntos privados del amo, y que de saber algo no estarían en libertad de discutirlo. Sus palabras fueron razonables pero la animosidad en sus voces le hizo entender que no les agradaba. La lástima que sintieron por ella durante la noche se había evaporado por completo con la salida del sol. Podían ver ahora que ella no era una de ellos; ni una umbra, ni una mera esclava. Era una mestiza y una esclava personal, a sus ojos era menos y a la vez más que ellos. Les era tanto despreciable como temible.

El darse cuenta de eso, y considerar que muy probablemente fuera algo que jamás iba a conseguir cambiar, hizo que a la muchacha se le encogiera el corazón. Nunca se había sentido tan sola como en ese preciso momento.

Tras acabar de comer y de escoger de su nuevo guardarropa algo más modesto de lo que la hicieron usar la noche anterior, y también algo dentro de lo que fuera más fácil ocultar su tesoro, decidió que no iba a darse por vencida con tanta facilidad. Seguiría preguntando hasta que obtuviera una verdadera respuesta. Transcurrieron dos horas de vagar por los pasillos, preguntándoles a todos los esclavos con los que se topaba, antes de que su determinación se viera colapsada a causa de las continuas respuestas monosilábicas y las miradas poco amistosas. Su mayor éxito en toda la mañana había sido averiguar el nombre del pueblo en el que estaba.

Fue en ese momento que decidió que quizás sería un mejor plan regresar a su habitación a esperar que su amo, como le disgustaba tener que pensar en él de esa forma, tuviera necesidad de ella, con suerte para algo más que sexo. Entonces podría preguntárselo a él directamente. Casi deseaba que fueran malas noticias, porque de esa forma podía estar segura de que él no se negaría a responderle, después de todo era una persona cruel y le gustaba vanagloriarse, no había forma de que dejara pasar una oportunidad de hacerla sufrir.

Algo con lo que no contaba sin embargo fue en no ser capaz de recordar el camino de vuelta a sus aposentos. Ni siquiera estaba segura de en cual piso se encontraban, no se le había ocurrido mirar por una de las ventanas antes de dejarlos.

-Me sorprende verte de pie tan temprano,- la llamó una voz a su espalda tras unos cuantos minutos de caminar sin en realidad llegar a algún lado.

Al voltearse vio que se trataba de la misma anciana lumen que le había dado a beber la nefasta pócima que prevenía embarazos.

-Me duele un poco al caminar- admitió Lucy, que a pesar de todo se alegraba de encontrar a alguien que estuviera dispuesto a hablarle.

La anciana sonrió de manera pesarosa, tras lo cual se puso un par de anteojos de media luna que sacó de uno de sus bolsillos, y se inclinó hacia adelante para ver mejor el collar de esclavitud de Lucy.

-La inscripción ya apareció en la placa- le dijo, y pasó a leer en voz alta a pesar de que su interlocutora hubiera preferido que no lo hiciera: -"Lucy de Weston, propiedad de Marcus Caminantes del Abismo, Tesorero Real" Y justo debajo se encuentra el emblema de la familia real.- Lucy no necesitaba verlo, sabía que el emblema del clan Caminantes del Abismo consistía en un puente blanco entre dos montañas negras.

La historia que ellos se contaronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora