Capítulo 19 - Por el signo

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Adelfried desmontó en la plaza central de Églogas, junto a la estatua de su ancestro, Ludwig. Quien según decía su placa, no solo había sido el fundador del clan Jardín de los Lamentos, sino también un veterano y héroe de la Guerra de las Trece Sombras. Quincey creía recordar haber leído algo referente a ella en uno de los tantos libros que su maestro le ordenó estudiar a lo largo de los años, pero nada concreto le venía a la mente.

Un niño no mayor de diez años salió del palacio de los Jardín de los Lamentos, y al ver a Adelfried corrió hasta él gritando:

-¡Tío!

-Pero si es el pequeño Ritter.- le saludo Adelfried. -Bueno supongo que ya no eres tan pequeño; la última vez que te vi aun gateabas.

-¿Cuándo me llevarás a Sanguis para entrenarme como caballero?- preguntó el pequeño desbordando de emoción.

-Cuando me haya desecho de mi pupilo actual- respondió señalando a Quincey entre risas. Lo que provocó que Ritter le dirigiera a este una mirada en la que se mezclaba el odio, y la envidia.

El pequeño los guió hasta el comedor, donde el anciano Gran Maestro Heinrich se encontraba esperándolos sentado a la cabecera de la mesa.

-Abuelo- dijo Adelfried postrándose ante él.

-Y yo que pensaba que no quedaba ni una gota de la sangre de nuestro clan en tus venas- le espetó el anciano, tras lo cual centró su atención en Ritter. -Has el favor de márchate, estamos por discutir cosas de adultos no aptas para mocosos.

-¡No es justo!- gritó el pequeño mientras se dirigía a la salida enfurruñado.

-El día que tú seas gran maestro podrás decidir lo que es y no es justo- le dijo el anciano antes que hubiera terminado de marcharse.

-¿Qué es lo que no quieres que él escuche?- preguntó Adelfried, y luego, sospechando cual podía ser la respuesta, agregó: -¿Quién ha muerto?

-Tu tío Roth, y sus dos hijos- respondió el gran maestro con parquedad.

Adelfried se quedó lívido.

-¿Cómo ocurrió?- alcanzó a preguntar.

-En la última batalla. Estaban intentando rescatar a una de las sacerdotisas del templo, pero solo consiguieron que esos monstruos los atrapasen también.

-Entonces aún podrían seguir con vida.

El gran maestro negó con la cabeza.

-Encontramos lo que quedó de sus cuerpos a la mañana siguiente, los habían abierto y sacado casi todos los órganos. Ordené que los cremaran de inmediato, y le dijesen a Ritter que fueron enviados al sur en busca de ayuda.

-Y ahora que la ayuda está aquí, ¿qué le dirás? ¿Qué se perdieron por el camino?

-Aun no lo he pensado.

Heinrich miró a los acompañantes de su nieto, y dijo:

-Espero que ellos no sean la totalidad del ejército que trajiste a salvarnos.

-Contamos también con un destacamento de soldados del clan Torre de Cristal. Nosotros nos adelantamos para evaluar la situación, pero estarán aquí pronto.

-Espero que cada uno de ellos valga por más de cien hombres. Después de lo que esas criaturas les hicieron a mis guardias no creo que ni siquiera las legiones tendrían oportunidad en su contra.

-Los Torre de Cristal son expertos en combatir muertos vivientes- le aseguró Carrie.

-¿Muertos vivientes? ¿Eso es con lo que estamos lidiando?- inquirió el anciano.

La historia que ellos se contaronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora