Capítulo 34 - Nombres sin significado aparente

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A la hora de cenar fue Esmeralda la que formuló la pregunta que estaba en la mente de varios del grupo, incluyendo a Quincey:

-¿Cuál es el motivo de que haya tanto mal en las Montañas Negras?

Y tan pronto todos hubieron tomado su lugar en la mesa, con la única excepción de Tavis; quien prefirió comer en soledad en otra mesa cercana que tener que interactuar con cualquier de ellos, fue Flora la que decidió dar una respuesta:

-Según la historia que me relataron los otros miembros de mi orden, poco después de iniciado el Sitio de Irkalla durante la Guerra del Gran Colapso, el Gran Maestro Ashur Nergal se reunió con el Hada Oscura en medio de un círculo de piedras, que en el pasado fue usado por aquelarres de apóstatas para realizar sacrificios rituales, y allí, a cambio de que su familia y sirvientes no tuvieran que seguir temiendo a la ira de la Gran Sombra, pactó con sangre que a partir de ese momento y para toda la eternidad la totalidad del clan Nergal serviría a los Siete Azotes.

-Traidores- balbuceó Fabio con la boca abarrotada de comida que acababa de serle servida. En el barco los mareos constantes apenas le permitieron comer, pero ahora que al fin se encontraba en Ninazu, con tierra firme bajo sus pies, estaba decidido a recuperar hasta el último gramo de peso perdido durante el viaje.

-El Hada Oscura interpretó las palabras del Gran Maestro Ashur de forma literal- siguió diciendo Flora-, por lo que acudió a uno de sus hermanos mayores, el Señor del Terror-. Quincey apretó los puños y los dientes, nuevamente lo peor de la historia, lo peor del mundo, podía rastrear sus orígenes hasta el Rey de los Caballeros-. Y este utilizó su terrible magia para dos fines: traer de vuelta del otro lado de las puertas de Fobos las almas de todos los Nergal que habían muerto desde los albores mismos del clan, y atarlas por siempre, junto con las almas de los miembros aún no perecidos, al mundo de los vivos. De esa forma los Nergal que habían, los que vendrían después, y los que alguna vez hubieron, todos por igual servirían a la causa de la Gran Sombra.

-Entonces el gran mal que acecha en estas montañas, ¿son muertos vivientes?- preguntó Esmeralda. Quincey creyó detectar algo de decepción en su tono de voz.

-Sí y no- respondió la guardiana de juramentos-, me temo que no es tan simple. El Señor del Terror no introdujo las almas de los Nergal en cuerpos putrefactos, en lugar de eso las dejó deambular por el mundo como fantasmas, solo visibles bajo la luz de la luna. Lo que los hace peores que muertos vivientes regulares es su capacidad de poseer animales, plantas, objetos, lugares, y, en el caso de los más poderosos entre ellos, hasta personas.

-Ellos son la razón por la que nadie hace espantapájaros hoy en día- mencionó Bianca.

-¿Qué es un espantapájaros?- preguntó Quincey. No le sonaba como el nombre de una profesión, y jamás en la vida había escuchado o leído sobre un objeto semejante. Las miradas de confusión que Fabio, Basil, y Esmeralda, intercambiaron le dieron a entender que ellos tres tampoco sabían.

-Los espantapájaros eran muñecos de paja que los granjeros del mundo antiguo ponían en sus campos para prevenir que los cuervos se comieran sus cosechas- explicó Flora-. Entenderán porque eran receptáculos idóneos para los fantasmas de miembros pasados del clan Nergal.

Quincey lo entendía, y le fue imposible no imaginarse a sí mismo como un granjero que regresaba a casa, a la afable compañía de su esposa e hijos, después de un extenuante día de trabajo, y entonces, bajo el amparo de la oscuridad, una vez todos estuvieran durmiendo, el muñeco de paja en su campo cobraría vida propia, tomaría una pala, un rastrillo, o una guadaña, y caminaría hasta la casa, en donde procedería a asesinarlo junto con toda su familia. Le revolvía el estómago el pensar que en esas circunstancias su único consuelo sería la esperanza de morir sin llegar a despertar.

La historia que ellos se contaronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora