Capítulo 22 - La naturaleza de los nigromantes

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Después de ayudar a los soldados a recolectar leña con que rehacer las hogueras, Quincey decidió ponerse a patrullar el poblado. Invirtió un total de quince minutos en esa tarea antes de darse cuenta de que solo estaba perdiendo el tiempo, cualquier ataque que los muertos vivientes o los jinetes fantasmas tuvieran planeado realizar solo ocurriría bajo el amparo de la noche. Se dio la casualidad, o destino, de que en el momento que llegó a esa conclusión se encontraba en el muelle, el lugar de su fracaso de la noche anterior. Bianca seguía allí, dando pinceladas en el lienzo sin que el substancial incremento en la cantidad de nieve la disuadiera de detenerse. Sofía estaba a su lado, ocupando el mismo lugar en que Emil había estado horas antes. Y a unos pocos metros de ellas dos se encontraban los soldados a los cuales el Capitán Isaac encomendó la tarea de velar por la seguridad de la esclava personal.

-Debo admitir que admiro tu dedicación- le mencionó Sofía a la artista, quien estaba tan inmersa en su labor que ni siquiera se volteó a verla. -Es decir- continuó diciendo la umbra con algo de timidez, -me sorprende que puedas mantenerte tan enfocada a pesar de la situación.

-Emil ha estado presionándome para terminar la pintura, dice que ya llevamos demasiado tiempo aquí- explicó Bianca en tono monocorde, y sin apartar los ojos de su obra.

A esas palabras se sucedió casi un minuto de incómodo silencio, y antes de que Sofía pudiera romperlo con algún comentario Bianca se le adelantó diciendo, esta vez con algo de genuina emoción en su voz, que Emil tenía razón.

-He tardado demasiado en terminar, no puedo permitirme seguir perdiendo el tiempo.

-¿Te ha costado encontrar inspiración?- inquirió Sofía.

La artista negó con la cabeza.

-No es cosa de inspiración, se exactamente lo que quiero hacer.- "Un refugio ante la adversidad" pensó Quincey, recordó que eso era lo que ella le dijo la noche anterior, que necesitaba que su magnum opus fuera un lugar al que pudiera irse a descansar.

-¿Entonces cuál ha sido el problema?

Quincey casi esperaba que Bianca respondiera a esa pregunta diciendo que a su obra le hacía falta un elemento vital, un signo, probablemente un signo que también era anhelado por muertos vivientes y miembros del clan Cacería Salvaje. Esa respuesta de hecho le hubiera sido más grata de escuchar tanto a él, como a Sofía, y a los soldados quienes igualmente estaban prestando oído a la conversación, que la verdadera respuesta que dio Bianca.

-Me ha costado ponerme a pintar porque temo el momento en que vea indicios de mi padre en el lienzo.

-¿Vuestro padre?

Bianca asintió.

-Me es imposible escapar de su influencia, en alguna u otra forma su marca siempre aparece en todo lo que hago- esa declaración de inmediato despertó gran curiosidad en Quincey, ¿podía esa marca estar relacionada con el misterioso signo? Quería preguntarle a Bianca de forma directa, pero optó por no entrometerse, no aún al menos, necesitaba más información.

-Por la forma en que habla me imaginó que no debe de tener la mejor de las relaciones con él- infirió Sofía.

Bianca dejó de deslizar su pincel por el lienzo, y alzó la cabeza para mirar a la umbra a los ojos, haciéndola estremecer.

-¡Lo destruiría por completo si creyera que tal cosa es posible!- la rabia con que pronunció esas palabras asombró Quincey, hasta ese momento no creyó que la artista fuera capaz de demostrar una emoción tan intensa. Para gran consternación de todos los presentes Bianca continuó hablando: -A veces aun puedo sentir sus repugnantes manos sobre mí, en la misma forma que mi madre las sintió el día que él la ultrajó. El miedo, la sensación de asfixia, el deseo de escapar, de liberarse- Bianca se llevó un puño al pecho, ya no veía a Sofía, ni lo que sea que hubiera más allá de ella, sus ojos se encontraban prisioneros del pasado. -El dolor- continuó diciendo, -tomó todo lo que quiso como pago, y no satisfecho con eso talló su emblema sobre ella.

La historia que ellos se contaronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora