Capítulo 2 - Kiba

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Había pasado un mes desde que vi a Naruto y en más de una ocasión mis duchas habían sido testigo de mis recuerdos de aquel chico.

En el café todo iba bien, Mirai se adaptó perfectamente al trabajo e incluso Kurenay colaboró los días de más afluencia hasta que a la semana encontró un sustituto. Se llamaba Kiba, parecía agradable y tenía un aspecto curioso con esas marcas de colmillo en las mejillas. Era guapo, moreno y alto, podría haber sido mi tipo de no ser por su bocaza tan enorme.

-¿Llevas lentillas? -preguntó, después de haber estado mirándome fijamente-. ¿Y te tiñes el pelo?

Sabía que mis ojos eran extraños, tenían un tono lila claro que parecía casi blanco, las pupilas apenas se veían y a veces no se diferenciaba el iris de la esclerótica, pero nunca antes nadie había cuestionado mi pelo, de un tono negro azulado. Sí, también era extraño, pero mis ojos siempre lo habían eclipsado.

-No, es todo natural -dije. Parecía un anuncio de caldo de brick.

-Ya, seguro -repuso él-. Shino -le llamó-, ¿son naturales los ojos de esta chica?

Imbécil.

Menos mal que aún estábamos abriendo y no había clientes.

-Déjala, Kiba, no la molestes -respondió tranquilo. Shino siempre era así, calmado y oculto tras esas gafas y el cuello vuelto de la camiseta.

Le dí las gracias mentalmente por eso.

-Sólo responde, venga.

Pero él no se callaba.

-Ni lo sé ni me importa -dijo encogiéndose de hombros-, pero apostaría a que son naturales, siempre la he visto así.

Entonces Kiba se giró hacia mí con una sonrisa burlona.

-Pareces una muerta -dijo, hiriendo mi autoestima más de lo que ya estaba.

De pequeña siempre se habían metido conmigo por mis ojos y yo los odiaba, pero mi madre me hizo quererlos.

En ese momento intenté hacer uso de todas mis fuerzas para poder decir esas palabras que me había enseñado.

-Dicen que los ojos son el espejo del alma -recité de memoria-, tal vez ese blanco solo refleje pureza -rematé.

-¿Pureza? -insinuó.

Dios, como odiaba que la pureza estuviese relacionada con el sexo. Si eso era verdad, mi relación con Toneri debería haberlos vuelto negros.

-No sé en qué estarás pensando, pero para -dije, molesta.

Él rió.

-En verdad me gustan, solo era una broma, lo siento si te he incomodado -se disculpó.

Después de aquello todo volvió a ir bien, pero no me fiaba de él. Había oído que los maltratadores se metían contigo para volverte vulnerable y luego te hacían cumplidos para que necesitases su aprobación, creando así un círculo de dependencia. Kiba no volvió a meterse conmigo, aunque los turnos con él siempre eran tensos. Intentaba bromear, pero yo no le seguía el juego.

Salí de la ducha y me vestí. Había quedado con Tenten para llevarla al médico esa tarde, por fin le quitarían esa maldita escayola. Mi amiga había seguido los consejos de Kurenay y se había pasado por el hospital esa misma tarde.

Me puse los pantalones y un jersey, cogí la mochila y me marché a casa de Tenten. Era mediados de octubre y ya hacía algo de frío. Sabiendo la facilidad con la que yo pillaba un catarro no quise arriesgarme.

La casa de Tenten estaba cerca, así que caminé unos quince minutos hasta que llegué. Llamé al timbre y ella me abrió al instante.

-Me pongo la chaqueta y vamos -dijo sin mirarme a la cara y se marchó antes de que pudiera preguntar. Al minuto volvió con su chaqueta vaquera, puesta por encima para no tenerse que quitar el cabestrillo, y la carpeta verde de los partes médicos.

Libertad (Naruhina AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora