Capítulo 16 - Cumpleaños I

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-¡¡FELICIDADES!! -gritó Hanabi, tirándose encima de mí. Era una forma horrible de despertar el día de tu cumpleaños. Un olor a chocolate caliente comenzó a llegarme, abriendo mi apetito. Al menos me había preparado el desayuno.

-Gracias -mascullé bajo su culo. Sí, mi hermana era excesivamente efusiva.

-Venga, vamos a desayunar -dijo, quitándose de encima y tirando de mí.

Me dejé hacer y, sin rechistar, bajé a la cocina. Hoy era 27 de diciembre, mi cumpleaños. Ese año me sentía emocionada. Mi padre había prometido comer hoy con nosotras, algo que ni siquiera había hecho durante la Nochebuena -Hanabi y yo pasamos las fiestas en casa de mi tía y, teniendo en cuenta la situación con Neji, había sido un poco tenso-, así que mi hermana había planeado preparar algo grande. Seriamos tan solo una persona más, pero a ella le hacía ilusión y, por más que quisiera disimularlo, a mí también. Normalmente Hanabi y yo comíamos y cenábamos solas, casi ni nos enterábamos de cuando papá estaba en casa, por eso hoy era especial.

El desayuno estaba delicioso y, al acabar, recogimos y subimos a nuestras habitaciones. Hanabi tenía que estudiar y yo, aunque ya hubiese finalizado los exámenes, tenía que entregar varios trabajos, entre ellos el proyecto de publicidad para el que había hecho esas fotos en el café. Al escanearlas habían perdido parte de su esencia, pero aun así seguían siendo preciosas. Tal vez editandolas un poco se vieran igual de bien que en la realidad. Comencé a ello y, cuando me sentí satisfecha con el trabajo decidí que era mejor dejarlo por ese día. Parecía que Hanabi había tomado la misma decisión que yo, porque en ese momento llamó a mi puerta.

-¿Te apetece que empecemos con la comida? -preguntó.

Miré la hora antes de responder. Era la una. ¿Cómo había pasado tanto tiempo?

-Creo que sí -contesté, levantándome de mi asiento.

-Hola -oímos desde la cocina, acompañado del inconfundible sonido de la puerta de la calle-, ¿dónde está mi niña cumpleañera?

No me gustaba que me tratase como una niña, pero me hizo tan feliz oírle que poco me importó. Corrí a abrazarle, pero me paré en seco al ver su cara de dolor. Sabía de sobra lo que le sucedía: estaba viendo en mí a mi madre. A pesar de eso mi padre recorrió la distancia que nos separaba y me abrazó.

-Feliz cumpleaños, preciosa -era una felicitación sencilla pero sincera.

-Gracias -respondí.

-Hola, papá -saludó Hanabi detrás de mí.

-Hola, cielo -contestó mi padre, soltándome y yendo a abrazarla. Con ella no vaciló. Era normal, ella no le recordaba a su esposa muerta-. ¿Qué tal estáis?

-Bien -respondió Hanabi por mí-, aunque nos gustaría que vinieras más.

-Sabéis que estoy muy ocupado con el trabajo -se defendió-, no paran de llegar pistas sobre los Akatsuki y a la vez cada segundo que pasa están más lejos, es imposible dar con ellos, lo tienen todo tan súmamente bien preparado que...

-Alto, alto, alto -interrumpió mi hermana-; hoy no se habla de trabajo. Hoy comeremos en familia y estaremos juntos, ¿entendido?

Mi padre asintió. Hanabi podía ser igual de amenazadora que él y sabía que eso le encantaba. 

Durante la comida apenas pronuncié palabra. Ellos, al contrario, apenas habían empezado sus platos cuando yo terminé de comer. No obstante, seguí en la mesa con ellos. Me sentía absolutamente fuera de lugar, aunque estaba muy feliz de verles así. Mi padre y mi hermana tenían tantas cosas en común que para ellos entablar una conversación era igual de sencillo que respirar. Yo era como un observador externo que analizaba la situación. Mi padre apenas me había mirado durante toda la comida, no despegaba los ojos de Hanabi, unos ojos que brillaban de ilusión, algo que desde hacía años no veía para mí. En ese momento comprendí que el motivo de su ausencia no era su gran carga de trabajo -aunque eso ya lo sabía- , sino que cada vez que me veía yo le recordaba lo feliz que mi madre y él habían sido juntos. Con Hanabi no había ese problema, ya que ella se parecía a él y no solo en la forma de ser. Yo... bueno, a cada día que pasaba tenía más claro cual iba a ser mi apariencia cuando tuviera 35 años. 

Libertad (Naruhina AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora