Capítulo 3 - Salir

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Estaba sumida en mis sueños cuando una voz me sacó de ahí.

-Hinata, ¿estás bien? -dijo Hanabi.

Yo gruñí en respuesta.

-Entras a las 9 a clase y son menos veinticinco, ¿vas a levantarte?

Mierda, mierda, ¡mierda!

Salté de la cama apresurada, quitándome el pijama mientras me adentraba al baño a peinarme y cepillarme los dientes de forma rápida.

-¡Hanabi! -Grité-. ¡Sácame unos vaqueros, una camiseta y un jersey! ¡Y ropa interior también! -le pedí-. ¡Que combinen, por favor!

Mi hermana me trataba bien, pero a veces podía ser cruel.

Cuando llegué encontré la ropa sobre la cama.

-¿Qué es esto? -dije mirando el vaquero negro, la camiseta negra y el jersey negro.

-Tenía que combinar, ¿no? -me dijo con una sonrisa-. Bueno, yo tengo que irme, no quiero llegar tarde -y corrió lejos de mí.

Sería... Aggg, ese día me iba a tocar ser una cucaracha.

Me puse todo apresuradamente y corrí. Me moría de hambre, pero no había tiempo que perder. Llegué a la para de bus después de hacer el maratón de mi vida cuando justo aparecía uno de los que me dejaban en el campus. Genial, algo de suerte.

Subí, saludé al conductor y me senté en uno de los escasos asientos que había. No era muy común encontrar hueco por las mañanas. Aproveché para recuperar el aliento y revisar la mochila, esperando que estuviese todo. En efecto, todo estaba, incluso el pequeño portátil con el que tomaba apuntes y una barrita de chocolate que no me había podido comer el día anterior. Agradecí mi falta de apetito y devoré la chocolatina. Al menos mis tripas no rugirían en la primera hora.

El trayecto se me hizo eterno gracias a los múltiples semáforos que nos hacían perder unos minutos maravillosos. Estaba tan nerviosa que me levanté dos paradas antes de la mía, mirando el reloj y calculando el tiempo. Serían las 9 en punto cuando bajase. Si sacrificaba un pulmón podría correr lo suficientemente rápido para estar en el aulario a y cinco. Con un poco de suerte el profesor no habría llegado o haría la vista gorda.

Así hice. Me posicioné la primera para salir disparada en cuanto se abrieran las puertas.

Corrí hacia la entrada del campus, atravesé el parking y esquivé alumnos a una velocidad que ni yo era capaz de creerme. Todo iba bien hasta que decidí atajar por la facultad de turismo. Yo me dirigí a la puerta decidida, pero se abrió hacia fuera y me golpeó. No es que yo fuese muy estable, así con el golpe caí al suelo.

-Mierda -mascullé, intentando incorporarme un poco. Había caído de culo y me dolía. Notaba la frente ardiendo también, así que supuse que tendría un moratón.

-Lo siento -dijo una voz masculina acercándose a mí-, ¿dónde te has dado? ¿Te duele?

Estaba demasiado avergonzada como para siquiera mirarle a la cara y no pude responderle.

-Ag, déjala, ¿no ves que es torpe? -dijo una mujer, hundiéndome más.

-A veces eres odiosa, Shion -dijo el chico.

¿De qué me sonaba a mí ese nombre?

Alcé la vista y le vi. Era él y no me lo podía creer. Sus ojos azules me miraban preocupados y lucían incluso más hermosos de lo que recordaba. Vestía una sudadera naranja y unos vaqueros ajustados, aunque juraría que a él le quedaría ajustada cualquier cosa.

Libertad (Naruhina AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora