Capítulo 24 - Asuma

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Después de que Naruto y Konohamaru se fuesen, Hanabi comenzó a interrogarme. Intenté huir de ella, pero me persiguió. Mi hermana era la persona más insistente del universo y sabía que no iba a quedarse callada después de lo que había visto, de modo que finalmente cedí. Todo comenzó a complicarse cuando le expliqué que Kiba y yo ya no estábamos juntos. No había hablado con nadie de aquello, ya que me recordaba todo lo sucedido con Neji, por lo que era algo que Tenten y ella desconocían. Resumí esa parte y omití lo de Neji como pude para podernos centrar en el tema en cuestión: Naruto. ¿Qué me pasaba con él? La atracción era mutua, no se podía negar, y al menos ya sabía más cosas de él, no me sentía tan estúpida, pero seguía sin saber qué pensar. Cuando le vi en la puerta de mi casa, con ese traje puesto, las fantasías comenzaron a volar en mi cabeza. La cosa se calmó cuando estuvimos hablando de lo de Hanabi, pero luego me abrazó y eso me recordó a lo que había estado a punto de pasar en su casa. Sin embargo, me sentía tan bien entre sus brazos que me negaba a separarme, por eso me resistí cuando él me apartó. Era una mezcla entre seguridad y tranquilidad, quizás también confianza, pero de eso ya no estaba tan segura. De lo que sí estaba convencida era de que me derretí cuando empezó a besarme y que no tenía intención de quedarme atrás. Pensaba disfrutar de ese momento como si fuera mi último aliento, así que, cuando vi que intentaba quitarme la camiseta, de poco me importó que Hanabi y Konohamaru estuvieran en el salón, yo me lancé y aproveché para observar de primera mano todo lo que ocultaba bajo su camisa. Se atascó con mi camiseta, no sé cómo aún, pero me hizo gracia y me reí, lo cual pareció relajarle. Todo fluyó y fue maravilloso, hasta que nos interrumpieron. Entonces la realidad me golpeó. Nunca antes me había besado así con un chico, bueno, sí lo había hecho, pero nunca había sentido que los oídos me pitasen o que hubiera perdido el control de mí misma de esa manera. Era como si todas mis experiencias se hubieran fusionado e intensificado. Estando con él me había sentido en una nube, pero tenía que bajar. Había admitido ya que me había enamorado de Naruto Uzumaki, pero mi cabeza y mi corazón no querían tener una relación con él. Implicarme a ese nivel emocional con otra persona, justo cuando de verdad comenzaba a recuperarme, podría suponer volver a caer si todo salía mal. Era justo lo que había pasado con Toneri. Si, Naruto no era Toneri, pero yo tampoco sabía lo que él quería. Me estaba precipitando y en este asunto tenía que ir con pies de plomo.

Terminé de prepararme y cogí la mochila, dispuesta a comenzar la que sería mi última semana de trabajo en el café. Había pasado un mes de todo esto y ya me habían contratado definitivamente en la compañía Hokage. Estar en ese puesto era una de las mejores cosas que podían haberme sucedido, tanto a nivel profesional como personal. Lo único malo era que debía dejar el café, me era imposible seguir compaginando los dos trabajos. Tenten estaba en la misma situación que yo y me había ofrecido mudarnos a un pequeño apartamento en el centro las dos solas. Una parte de mí quería irse de cabeza, pero la otra gritaba que tenía que seguir en casa. Por  mucho que mi marcha supusiera que mi padre estaría más tiempo en casa, Hanabi necesitaba a alguien que supiera de su situación. Mi hermana, con su apenas un mes de embarazo, seguía haciendo su vida normal, aún sin tener claro qué iba a hacer. Sin embargo, sus antojos me los estaba comiendo yo. Todas las tardes, al regresar del café, llevaba varias galletas, ya que, en mitad de la noche, mi hermana me despertaba a mí con sus antojos. Por suerte, le daba por comer cosas dulces, y las galletas de mi trabajo parecían ser la clave, eso por no mencionar que hacer la compra con ella era toda una odisea. Su novio, por más que le había dicho que le llamase, no dejaba de ser inútil viviendo tan lejos, y yo era la persona más cercana. Mi hermana nunca dejaba de sorprenderme con sus cosas. El otro día me había pedido que si podía recomendarla para mi puesto en el café, ya que necesitaría dinero para el bebé. Era un trabajo duro para una embarazada, pero sabía que Kurenai no pondría pegas por eso y le facilitaría el trabajo todo lo que estuviera en su mano, por lo que sí pensaba proponérselo. 

Libertad (Naruhina AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora