Capítulo 35 - Al final hasta tengo suerte

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Naruto 

Me puse unos vaqueros y una camisa y esperé en el salón a que mi madre terminase. Estaba nervioso por todo esto, no sabía qué me iban a decir. Creía que algo bueno había pasado para que mi madre aceptase que comiéramos los tres juntos, pero también podía ser algo malo. Mi madre había dicho que esto lo hacía por mí y tal vez ella no quisiera saber nada más de él. Lo mejor era no pensar, iba a formarme una idea equivocada en la cabeza y me iba a poner nervioso para nada. Necesitaba tranquilizarme, pero el universo no estaba a mi favor.

-Naruto -mi madre había salido de su habitación buscándome, aún con la misma ropa que llevaba esta mañana-, ¿puedes ayudarme?

-¿Qué pasa?

-No sé que ropa ponerme -murmuró, algo avergonzada.

Enarqué una ceja.

-Eh... vale, claro.

Ella sonrió y volvió a meterse en su habitación. Que mi madre actuase así era extraño, pero no le di mucha importancia. Volver a ver al padre de tu hijo después de tantos años tenía que ser una situación complicada.

-No encuentro nada que me convenza -señaló el montón de ropa que tenía sobre su cama.

-¿Entonces tengo vía libre para aconsejarte lo que quiera?

-Tampoco te pases.

Reí por eso, pero yo ya sabía lo que le iba a enseñar. 

-Creo que esto te gustará -dije, enseñándole una blusa gris con algunos bordados rojos-. Con un pantalón negro te irá bien. 

-Vale, me gusta la idea -asintió-. De verdad, tu lo odiarías, pero yo agradezco mucho que estuvieras trabajando de modelo, a veces me sacas de apuros. 

-Como te aprovechas de mí...

-¿Te recuerdo quien ha pasado la noche fuera sin avisar?

Suspiré, derrotado, y volví al salón para dejarla que se cambiase. Media hora después apareció, sonriente.

-¿Qué tal estoy?

-Muy guapa, mamá.

-Gracias, hijo -cogió su bolso y caminó hasta la puerta-. Venga, vámonos, que no sé lo que tardaremos.

Bajamos y nos montamos en el coche. Ella conducía, así que me tocó introducir en el teléfono la dirección de mi padre. Según la ruta y el tráfico llegaríamos sobre las doce, lo cual implicaba unos cuarenta y cinco minutos de viaje, tiempo más que suficiente para despejar la mente. Sin embargo, mi madre no estaba por la labor. Durante todo el viaje me estuvo pidiendo que me comportase, que les dejase hablar, que no sacase conclusiones precipitadas y que de verdad quería que Minato y yo nos llevásemos bien. Mi madre debía de haberle querido mucho para seguir hablando bien de él después de todo lo que había pasado entre ellos. Quizás sí que había posibilidades de que volviéramos a ser una familia, pero yo no estaba tan dispuesto a perdonarle fácilmente. A pesar de lo que me había dicho Hinata, seguía sin entender cómo alguien podía abandonar a la persona que amaba con esa facilidad, mucho menos cuando un hijo venía de camino. Había visto el miedo en los ojos de Konohamaru, pero pronto ese miedo se convirtió en determinación para sacar adelante a su familia. Era una lástima lo que había sucedido y cómo les había afectado. Incluso la propia Hinata estaba muy dolida por eso. Mierda, Hinata. Le había prometido escribirla si sobrevivía a la bronca de mi madre y aún no lo había hecho. Salí del GPS y me metí un segundo a ver los mensajes. Busqué su contacto y fui breve.

Estoy bien, ahora vamos a comer con mi padre.

Ella no tardó en responder.

Libertad (Naruhina AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora