Capítulo 1 - Azul

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-Dos cortados -dijo la chica morena de la mesa mirando a su amiga, la cual asiente confirmando el pedido.

Sólo eso, puedo memorizarlo.

-¿Desean algo más?

-No, gracias.

-En seguida se lo traigo -dije, antes de marcharme de ahí. A veces me preguntaba cómo había acabado trabajando en una cafetería con lo que odiaba el café.

Comiencé a preparar el café. Era aburrido, pero no me queda otra, Kurenay fue buena al contratarme, aún sabiendo mi escasa -por no decir nula- experiencia, y yo le estaré eternamente agradecida. Necesitaba un trabajo si quería plantearme hacer cosas por mí misma.

Necesitaba demostrar que podía enfrentarme al mundo.

Serví los cafés en sus correspondientes tazas y los coloqué en una bandeja. Aún no comprendía como había logrado aprender a llevarla en menos de una semana, y mucho menos sin tirarme todos los pedidos encima. Tampoco sabía cómo había conseguido aprenderme todos los tipos de cafés, mi ignorancia en ese tema se había hecho palpable ya en la propia entrevista y sigo dando gracias porque Kurenay tuviese confianza en mí. Al menos un mes después podía demostrarle que no había sido en vano.

Llegué a la mesa y los deposité, uno para cada una, interrumpiendo unas tiernas caricias. Me regañé a mí misma por mis pensamientos tan anticuados. Estaba claro que ellas no eran solo amigas, qué idiota era. Luego sentí envidia. Al menos ellas sabían lo que querían.

-Espero que sea de su agrado.

-Gracias -dijeron a a vez. Se las veía felices.

Volví a mi puesto detrás de la barra. Tenten llegó de atender a su mesa y suspiró cansada, frotándose las muñecas. Hacía poco que se había recuperado de una lesión tras un combate de judo y, como la chica bruta e impaciente que era, se había quitado la escayola antes de tiempo, diciendo que "no aguantaba más el picor". En verdad yo sospechaba otra cosa. Ella me había convencido de que aceptara cubrir su puesto en el Café Konoha mientras se recuperaba, diciendo que me vendría bien para mis miedos. Tenía razón y los argumentos de mi hermana Hanabi lo habían confirmado. Según sus palabras de futura psicóloga necesitaba dejar de huir de mis miedos y enfrentarme a ellos, ya que, si seguía así, estos se harían cada vez más y más grandes. Intenté cerrarle la boca recordándole que el primer día de carrera le habían dicho que no podía tratar a familiares, pero Tenten me lanzó una de las almohadas de su cama. Más tarde me enteré que aquella visita para ver cómo se encontraba mi amiga había sido una trampa para hacerme trabajar en el café.

-¿Cómo te encuentras? -pregunté, a pesar de saber la respuesta. Las dos estábamos apoyadas en los muebles que había tras la barra. El local se veía tranquilo, demasiado para ser un viernes por la tarde.

-He estado peor -contestó.

No era eso lo que esperaba oír.

-Deberías ir al médico y colocarte la escayola de nuevo -avisé, intentando sonar dura, pero mi timbre de voz parecía el de una niña pequeña.

-No te dejaré aquí sola.

¡Lo sabía! Cuando Sakura abandonó el café me quedé sola en gran parte de mis puestos. Coincidía con Lee y Shino algunas veces, pero eramos tres personas para cubrir el puesto de cuatro y era una verdadera locura. Se lo comenté a Tenten y a los dos días ya la tenía trabajando de vuelta, aprovechando que Sakura había dejado la plaza libre.

-Puedo cuidarme sola, ya trabajarás cuando te recuperes -dije, en lugar de gritarla. No ganaba nada montando un escándalo en el trabajo.

-Estoy bien -mintió.

Libertad (Naruhina AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora