05. Me gusta tu perro, creo que es mi nueva musa

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Me levanto una hora antes de lo normal para sacar a pasear a Tequila. Aunque solo hayan pasado cuatro días, sé que mi rutina de trabajo va a ser cada vez más monótona. Se acerca la fecha de lanzamiento del próximo disco de los chicos, pero a mí no me afecta ya que Jun me mantiene alejada de esos temas. Hoy sí me veo obligada a involucrarme más y seguir a los chicos como si fuera su sombra. Creo que los jefes están reconsiderando si tenerme con ellos es realmente necesario.

Cuando estoy apoyada en la pared esperando a que Tequila acabe de hacer pis en una esquina, suena mi móvil desde el bolsillo de mi sudadera. Lo cojo de mala gana, pero me pongo de mejor humor al ver que es mi madre.

-Hola, mamá. Estoy paseando a Tequila.

-Estás todo el día con ese perro, ¿seguro que no tiene pulgas?

-Él es mi única compañía. Y por supuesto que no tiene pulgas -me río y bufo con fingida indignación -A las seis tengo que estar en el estudio.

-¡Qué inhumano! No tener horarios fijos es denunciable... Bueno, no importa, ¿cuándo vas a sacar tu disco? -pongo los ojos en blanco y suelto a Tequila, dejando que corra por el parque.

-Espera, espera. Relaja. Nadie está hablando de sacar un disco -la tranquilizo como puedo y me muerdo la parte interior de las mejillas, rezando para que no descubra mi mentira.

-¿Entonces qué estás haciendo allí? -pregunta, y reconozco el enfado en su voz.

-Estoy... Aprendiendo de un grupo muy famoso. Sí, me están enseñando cosas para que en un futuro pueda sacar un disco -lanzo una mirada rápida hacia Tequila, que ahora juega a atrapar a una mariposa -Me pagan por promocionarles en mi canal de YouTube.

A decir verdad todavía no he empezado a promocionarles. Mis seguidores no saben que estoy trabajando con ellos, pero supongo que tendré que desvelarlo pronto. Doy un largo suspiro y me doy un cabezazo contra la pared, lamentándome de mi propia existencia. Me despido de mi madre y por fin me giro para recoger a Tequila. Entonces me doy cuenta de que ya no está donde lo dejé. Le llamo, pero no oigo sus característicos ladridos. Echo a correr hacia no sé dónde mientras grito su nombre a los cuatro vientos. Si pierdo a Tequila, estaré perdiendo a mi mejor amigo.

Llevo corriendo más de diez minutos  y a este paso, además de perder al perro, voy a llegar tarde al trabajo. Doy un pisotón en el suelo, descargando la rabia contenida, y vuelvo al parque del principio a paso lento. Doblo una esquina y reconozco a Tequila a varios metros de distancia debido a su collar amarillo fosforito, con un chico de cuclillas a su lado. Doy la carrera de mi vida hasta ellos con una sonrisa, que se convierte en una mueca al ver que el chico es el mismísimo Suga. Lleva una sudadera negra, pantalones negros, gorra negra, mascarilla negra enganchada en su barbilla y alma negra. Está haciéndole carantoñas a Tequila y hablándole con voz aguda, además de que está sonriendo ampliamente. Tanto que puedo ver todos sus dientes y sus encías. Es la sonrisa más brillante que he visto nunca. Entonces se percata de que estoy a su lado y deja de sonreír, pero no me mira mal como otras veces. Me analiza ligeramente aunque tampoco hay mucho que ver en mi sudadera granate y mis leggins negros.

-Es pronto, ¿no deberías estar descansando? -empiezo la conversación de forma casual y amable.

-Debería, pero a estas horas nunca hay nadie por la calle y es el único momento que puedo pasear -acaricia a Tequila por detrás de las orejas y vuelve a mirarme -¿Es tuyo?

Asiento y alzo la correa que llevo en la mano -Menos mal que está bien, pensé que lo había perdido.

-¿Cómo se llama?

-Tequila -vuelve a mirarme con una ceja enarcada y un atisbo de sonrisa en su cara, aunque sigue serio -Es una historia muy tonta.

-Cuéntamela. Me gusta tu perro, creo que es mi nueva musa -se levanta del suelo y coge a Tequila en brazos. Este no para de darle pequeños mordiscos juguetones en los dedos y lamerle toda la mejilla. Me sorprende que un chico tan "snob" como Suga se deje babear por un perro.

Empezamos a caminar siguiendo la calle. Yo le cuento la historia del nombre de Tequila: era una noche calurosa de agosto. Tenía dieciseis años y era la primera vez que salía de fiesta con mis amigos. Hicimos botellón hasta la una de la madrugada, cuando me llamó mi madre cabreadísima y tuve que marcharme. Iba por la calle, como una cuba, cuando vi un perro en medio de la carretera. Como pude, lo cogí y lo puse en la acera para que no lo atropellase algún despistado. Me arrodillé a su lado e incliné la cabeza para mirarlo desde otro ángulo, haciendo que él me imitase. En ese momento supe que tenía que ser mío. Tequila viene de cuando vomité en casa encima de mi madre y ella me dejó en el rellano del pasillocon el perro. Mientras le miraba jugar con mis dedos, sentí un sabor amargo en la boca. Era tequila.

Pienso que va a reírse pero no lo hace. Esta historia parece resultarle graciosa a todo el mundo menos a él. Cuando le miro veo que pone los ojos en blanco -Deberías llevar a Tequila a la agencia. Podrá subirme los ánimos después de los ensayos.

-Me acabo de enterar de que tienes ánimos -digo con fingida sorpresa y él me fulmina con la mirada- De todas formas no pienso llevar al perro a ese sitio lleno de ídolos de K-Pop sudorosos -doblamos la esquina y me sorprendo al ver mi portal a lo lejos. Cuando llegamos me paro y él me imita aunque tarda unos segundos en reaccionar -Vivo aquí. Voy a suponer que hemos llegado aquí por casualidad, y no porque realmente tú sepas dónde vivo.

-Sabes que lo que estás diciendo no tiene sentido -contraataca con un bufido. Se cubre la boca con la mascarilla.

-¿Ahora es cuando yo tendría que preguntarte si quieres subir, tú me dices que sí y hacemos tortitas caseras?

-¿Qué clase de mierda de argumento de película americana es ese? -suelto una sonora carcajada y él se encoge de hombros -Odio las tortitas.

-Pues como yo.

Pone los ojos en blanco y deja a Tequila en el suelo, que gimotea ligeramente. Se despide de mí con la mano, después de acariciar el lomo del perro. Se da la vuelta y vuelve a meter la mano en el bolsillo de su sudadera. Entro a casa al instante: hace frío. Cuando abro la puerta del pequeño apartamento, Sokja está esperándome de brazos cruzados.

-¿Buenos días? -digo con una sonrisa incómoda. Parece mi padre esperándome al volver de fiesta a las tres de la mañana -¿Me estabas espiando?

-Estabas gritando y te oí -sonríe sin dientes y yo me estremezco -Te lo aviso: nada de chicos en casa. Esto no es un prostíbulo.

-No deberías insinuar esas cosas -le advierto, poniendo los ojos en blanco.

Se encoge de hombros como si mi opinión le diera igual, y vuelve a meterse en su habitación. Yo miro el reloj de la pared y decido empezar a prepararme. Me doy una ducha y me pongo ropa casual pero cómoda, ya que me espera un día largo. Antes de salir de casa cojo mi cámara, a petición de mi jefe.

"The sugar in my coffee" [Min Yoongi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora